NUESTRA BIENVENIDA

Tu amigo Bruno Medina Enríquez, Director de la Revista ASWAN QHARI, te da la bienvenida para que juntos construyamos los enlaces que nos ayudan a revalorar nuestra cultura y auspiciar un futuro promisorio, en la búsqueda de alcanzar el Sumac Causay, que nos hará libres en una nueva sociedad!!!



viernes, 27 de noviembre de 2015

LOS SIKURIS Y EL POSTMODERNISMO

HOY 27 DE NOVIEMBRE es el concurso de sicuris universitario, que organiza  La Universidad Nacional del Altiplano en las calles de Puno, en el que se presentaran 30 conjuntos de sikuris... TODO UN EXITO SIKUREANO EN PUNO.... todos los conjunto de las diferentes Facultades y Escuelas Profesionales... Garantizando el futuro de la modalidad sikuri, en nuestra música puneña.
 Además ha publicado una revista titulada "Siku Phusirinaka", en el que se incluye los siguientes artículos:



 LOS SIKURIS Y EL POSTMODERNISMO
Por Zenón Clemente Calizaya

El mundo andino, tiene diversas expresiones culturales de las cuales se desprenden los sikuris con sus diversas manifestaciones musicales. Con el nombre de sikuris se conoce a las agrupaciones musicales conformadas por varias decenas de personas que tocan al unísono el siku, tanto en el medio rural y el medio urbano. El siku es uno de los instrumentos musicales más versátiles que la cultura andina ha dado al mundo musical en general, por sus características sonoras, su capacidad de adaptación y facilidad de ejecución. 
La manifestación del sikuri ha cobrado fuerza e importancia en la actualidad, donde los jóvenes son partícipes de esa expresión musical, involucrando a la misma sociedad que ya los acepta dentro de su cotidianidad cultural.
En el medio urbano en las últimas décadas han incursionado con mucha fuerza a tal grado que se ha difundido y consolidado en las urbes más importantes del mundo. El desarrollo de las ciudades principales ha provocado la migración del campo a la ciudad, y con ello las diversas manifestaciones culturales también han migrando junto con sus pobladores. Las manifestaciones musicales, de danza, de costumbres y de ritos, ahora son parte de lo cotidiano en las ciudades del nivel nacional, e internacional donde el poblador andino puneño se asienta. 
Existe dentro de la expresión sikuriana diversas modalidades o estilos que va de acuerdo a los diferentes pueblos y las ciudades de la Región Puno. Específicamente en la ciudad de Puno existe en la actualidad dos tipos de conjuntos de sikuris que son: conjuntos de sikuris de varios bombos y conjuntos de sikuris de un solo bombo o siku morenos, el primero de ellos son de origen rural de naturaleza campesina, y el segundo de origen citadino de naturaleza llamada mestiza. Todos estos conjuntos de sikuris en la actualidad se desarrollan dentro del ámbito rural y urbano, quienes tienen su propio estilo y sus propias características musicales. 
Los conjuntos de sikuris han sido siempre los difusores de la música ancestral en todas su vertientes como: Los siku morenos, los sikuris, los isla siku, los ayarachis, los laquitas, los jula jula, los jacha sikuris, los chirihuanos, los kantus, los italaque, y otros, todos ellos pertenecientes al amplio territorio andino altiplánico.
En la actualidad se ve diversas agrupaciones sikurianas en el contexto urbano puneño, que se organizan como instituciones que tienen el propósito de cultivar su música y el propio instrumento en sus diversos estilos, de acuerdo al lugar de proveniencia, principalmente de las provincias del norte de la región Puno.
El calendario festivo en la ciudad de Puno refleja una constante actividad donde la participación de los conjuntos de sikuris tienen una participación importante. La presentación de estas agrupaciones ameniza diversas actividades populares, oficiales y muchas veces académicas.

LA GLOBALIZACION 
La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.

CULTURA Y GLOBALIZACION
La globalización en la cultura se manifiesta en la integración y el contacto de prácticas culturales: marcas, consumo de medios, valores, iconos, personajes, imaginario colectivo, costumbres, relaciones, etc. En un sentido restrictivo del concepto de cultura, se entiende sobre todo lo relacionado con la difusión y consumo de los productos culturales a alcance mundial, fundamentalmente cine, televisión, literatura y música, en los que el factor tecnológico multiplica su capacidad de difusión a gran escala.

SIKURI Y GLOBALIZACION
No quiero entrar en discursos chauvinistas y decir que la cultura aymara aporta al Perú porque hace tiempo que vivo fuera del país y dejé de pensar mi existencia en límites geográficos, digo más bien que las culturas andinas y aymara, no sólo aportan al Perú sino más aún, a la Humanidad entera. Más aún en estos momentos que en Europa no se camina sino más bien se corre detrás de la sabiduría de las culturas que han sabido entretejer lo individual y lo colectivo, lo unitario y lo múltiple, lo simple y lo complejo. Las fronteras se diluyen, la comunicación y los cambios entre las culturas son posibles y más rápidos. Desde la invención de la rueda hasta la invención de internet, los conceptos de tiempo y espacio han explosionado. Y así como el mundo occidental tiene sed de conocimiento de la sabiduría andina y aymara, éstas demuestran que también evolucionan y que se apropian de la tecnología producida por el mundo occidental, y esto se observa a través del trabajo realizado por el equipo del CEMDUC para llegar a la grabación de este CD. (Timaná Ruth)

INTERCULTURALIDAD
La interculturalidad es el proceso de comunicación e interacción entre personas y grupos humanos donde se concibe que ningún grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. En las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo. Sin embargo, no es un proceso exento de conflictos, estos pueden resolverse mediante el respeto, la generación de contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo y la escucha mutua, el acceso equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda de la concertación y la sinergia. Es importante aclarar que la interculturalidad no se refiere tan solo a la interacción que ocurre a nivel geográfico sino más bien, en cada una de las situaciones en las que se presentan diferencias.

POSTMODERNISMO
El término posmodernidad o postmodernidad designa generalmente a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna. En sociología en cambio, los términos posmoderno y posmodernización se refieren al proceso cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, identificado a principios de los '70, esta otra acepción de la palabra se explica bajo el término posmaterialismo.
Las diferentes corrientes del movimiento postmoderno aparecieron durante la segunda mitad del siglo XX. Aunque se aplica a corrientes muy diversas, todas ellas comparten la idea de que el proyecto modernista fracasó en su intento de renovación radical de las formas tradicionales del arte y la cultura, el pensamiento y la vida social.
Las principales características del pensamiento posmoderno son:
Antidualista: Los posmodernos aseveran que la filosofía occidental creó dualismos y así excluyó del pensamiento ciertas perspectivas. Por otro lado, el postmodernismo valora y promueve el pluralismo y la diversidad (más que negro contra blanco, occidente contra oriente, hombre contra mujer). Asegura buscar los intereses de "los otros" (los marginados y oprimidos por las ideologías modernas y las estructuras políticas y sociales que las apoyaban).
Cuestiona los textos: Los post modernos también afirman que los textos -históricos, literarios o de otro tipo-- no tienen autoridad u objetividad inherente para revelar la intención del autor, ni pueden decirnos "que sucedió en realidad". Más bien, estos textos reflejan los prejuicios, cultura y era particulares del escritor.
El giro lingüístico: El posmodernismo argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento y que no puede haber ningún pensamiento sin lenguaje. Así que el lenguaje crea literalmente la verdad.
La verdad como perspectiva: Además, la verdad es cuestión de perspectiva o contexto más que ser algo universal. No tenemos acceso a la realidad, a la forma en que son las cosas, sino solamente a lo que nos parece a nosotros

MUSICA POSTMODERNISTA
Música postmoderna es el estilo musical surgido en respuesta al modernismo, hacia la década de los 50´s, en este estilo se fijaba a la creación o manufactura del hombre como elemento central del arte, para que el público disfrute de su contemplación.
El posmodernismo encontró a la música y la pintura en momentos muy similares; por un lado la sobriedad, pureza, amor por la mecánica, abstracción y la trama en la que muchos rasgos modernistas fueron preservados, como el énfasis sobre el estilo personalizado y la experimentación. Sin embargo, los postmodernistas rechazaron la instancia hermenéutica del modernismo (la necesidad de estar en el ambiente del modernismo). En lugar de ello, el posmodernismo toma lo popular y lo reduce a su guía estética. Uno de los primeros movimientos que rompió con el modernismo se inspiró en el trabajo de Cage, y su énfasis en los sonidos por capas: el minimalismo.

CARACTERISTICAS DE LA MUSICA POSTMODERNA
• Pluralismo de estilos y lenguajes
• No se adscribe a una clase social determinada
• Por el proceso de globalización los géneros musicales creados en una cultura son aceptados por otros
• No es simplemente un rechazo al modernismo o su continuación, sino que tiene aspectos de ambos, es al mismo tiempo un rompimiento y una extensión
• Es, hasta cierto nivel y de cierta manera irónica
• No respeta fronteras entre las sonoridades y procedimientos del pasado y del presente;
• Desafía las barreras entre los estilos “altos” y “bajos”
• Muestra desdén por el poco cuestionado valor de la unidad estructural
• Pone en duda la mutua exclusividad de los valores elitistas y populares
• Evita las formas totalitarias (p.ej. No quiere piezas totalmente tonales o seriales ni en ningún otro modelo formal pre establecido)
• No considera a la música como autónoma, sino como relevante para los contextos culturales, sociales y políticos
• Parafrasea y hace referencia a músicas de muchas tradiciones y culturas.
• Considera la tecnología no solo como un medio para preservar y transmitir la música, sino también como algo que esta profanamente implicado en la producción y la esencia de la música.
• Acoge las contradicciones.
• Desconfía de las oposiciones binarias.
• Incluye fragmentaciones y discontinuidades.
• Abarca el pluralismo y el eclecticismo.
• Presenta múltiples significados y múltiples temporalidades. Localiza el significado e incluso la estructura en los oyentes más que en las partituras, las interpretaciones o los compositores.

EL SIKURI EN EL POSTMODERNISMO
• En esta era de globalización se puede tener cada vez mayor acceso en cualquier lugar del mundo a todo tipo de música y, desde luego, las influencias entre las diversas culturas musicales, aún geográficamente lejanas, se han facilitado enormemente. Las músicas de índole occidental han incrementado su acceso aún en tradiciones nativas que se caracterizaban por su autonomía o aislamiento, a tal punto que algunos crean estar frente al cumplimiento de la predicción que indicaba que la diversidad de músicas del mundo desaparecería, y que pronto arribaríamos a la aldea global con una única, homogénea, música(Lomax 1968). La presente conferencia argumenta por lo contrario.
• En la actualidad, la cultura andina juega un rol fundamental en el proceso de la sociedad peruana. Esta continúa desarrollándose no sólo en las remotas comunidades y pueblos de la sierra, sino también en las ciudades de la costa, y principalmente, en las zonas marginales de Lima, abrazando vastos sectores populares y capas medias. La moderna cultura andina se expande en todo el país, constituyéndose en el componente mayoritario del pueblo peruano, y en el principal elemento de afirmación de su identidad.
En la actualidad, la cultura andina juega un rol fundamental en el proceso de la sociedad peruana. Esta continúa desarrollándose no sólo en las remotas comunidades y pueblos de la sierra, sino también en las ciudades de la costa, y principalmente, en las zonas marginales de Lima, abrazando vastos sectores populares y capas medias. La moderna cultura andina se expande en todo el país, constituyéndose en el componente mayoritario del pueblo peruano, y en el principal elemento de afirmación de su identidad.
Al enunciar esto sobre la cultura andina, evidentemente no nos estamos refiriendo a la subsistencia de las culturas precolombinas, o a su retorno, como pretenden algunos; ellas constituyen nuestras raíces y herencia cultural; pero, no son nuestro presente. Tampoco nos referimos, exclusivamente, a las presentes comunidades y pueblos campesinos, que en verdad en la actualidad están en acelerada integración al mundo exterior.

CARACTERÍSTICAS DEL POSTMODERNISMO QUE CONFLUYEN CON LA PRACTICA DEL SIKURI
• Pluralismo de estilos y lenguajes
• No se adscribe a una clase social determinada
• Por el proceso de globalización los géneros musicales creados en una cultura son aceptados por otros.
• No considera a la música como autónoma, sino como relevante para los contextos culturales, sociales y políticos.
• Parafrasea y hace referencia a músicas de muchas tradiciones y culturas.
• Considera la tecnología no solo como un medio para preservar y transmitir la música, sino también como algo que esta profanamente implicado en la producción y la esencia de la música.
• Abarca el pluralismo y el eclecticismo.
• Presenta múltiples significados y múltiples temporalidades. Localiza el significado e incluso la estructura en los oyentes más que en las partituras, las interpretaciones o los compositores.
CONCLUSIONES
1. El Siku, es un instrumento de música de viento de la cultura andina de origen ancestral, cultivada por diversas culturas pre-inkas e inka del pasado histórico del Perú. En la actualidad se encuentra bien asentada en el altiplano Peruano Boliviano, parte de Chile y Argentina. Sus características principales son: el dialogo musical y el colectivismo.
2. El sikuri es una manifestación ancestral de los andes que se escuchan en las calles, plazas y diversos escenarios de Lima, Ginebra, Buenos Aires, París, Santiago de Chile, Washington DC, Cali, Roma, Nueva Jersey, Tokio, Helsinsky, Berlín, Madrid, y otras ciudades del mundo.
3. El sikuri permite una práctica viva con creación artística, musical y humana, que permite en alguna medida combatir valores individualistas, la injusticia social, la subordinación cultural y la violencia política.
4. El concepto de interculturalidad apunta a describir la interacción entre dos o más culturas de un modo horizontal y sinérgico. Esto supone que ninguno de los conjuntos se encuentra por encima de otro, una condición que favorece la integración y la convivencia armónica de todos los individuos. 
5. El sikuri confluye con las características del posmodernismo musical como son: 
• No considera a la música como autónoma, sino como relevante para los contextos culturales, sociales y políticos.
• No se adscribe a una clase social determinada
• Pluralismo de estilos y lenguajes
• Por el proceso de globalización los géneros musicales creados en una cultura son aceptados por otros.
• Parafrasea y hace referencia a músicas de muchas tradiciones y culturas.
• Considera la tecnología no solo como un medio para preservar y transmitir la música, sino también como algo que esta profanamente implicado en la producción y la esencia de la música.
• Abarca el pluralismo y el eclecticismo.
• Presenta múltiples significados y múltiples temporalidades. Localiza el significado e incluso la estructura en los oyentes más que en las partituras, las interpretaciones o los compositores.

BIBLIOGRAFIA
1. Alcina Franch José(compilador), Indianismo e indigenismo en América.España: Alianza
2. Apaza Rubén (2007) El Siku en la Cosmovisión Aymara. Tesis de Grado. 
Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco. Facultad de Ciencias Sociales – Antropología.Cusco.
3. Baumann M. (2000). Cosmología cosmología y música en los andes. España: Iberoamericana.
4. Bellinger Xavier, El espacio musical dandino. Lima: IEP
5. Bolaños Cesar (1988) Las antaras de Nazca. Lima INDEA.
6. Bueno O. (2009) Trascendencia del Siku una interpretación etnomusicológica Empresa de generación eléctrica San Gabán S.A.
7. Cámara E. (2004) Etnomusicología Ed. ICCMU Madrid
8. Enríquez, S. Porfirio (2006). Cultura andina. Puno: CARE-PERU.
9. Folklore , arte cultura sociedad. (2007) Revista UNMSM
10. Gonzales L. Y. (2011) Identidad, interculturalidad, y globalización Lima
11. Haylli (2012). Boletín Oficial del Centro Universitario de Folklore-UMSM Julio 
12. Interculturalidad, Año 5, Nº5, vol. 4: 1-4. 2009. Disponible en:http://www.interculturalidad.org/…/0308-_sikuri_en_la_globa…
13. Lomax, A. Folk Song Style and Culture. WA. American Association for the Advance of Science.
14. Merrian A. P.(2004) Antropología de la música Ed. ICCMU Madrid.
15. Nettl, B. (1964)The Anthropology of Music. Northwestern University pres.
16. Revista cultural electrónica (2011)20. Año7. N°6/7. Noviembre Lima Perú
17. Ponce A. Ricardo (2000). Elementos del desarrollo social. Puno: UNA.
18. Timaná La Rosa, Ruth. (2010) El sikuri, cultura Aymara, en un mundo globalizado. Ruth.pdf. 
WEBGRAFIA

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LA ECLOSIÓN DE LOS SIKURIS DE LA UNIVERSIDAD

NACIONAL DEL ALTIPLANO

Por César Suaña Zenteno (1)

Los primeros conjuntos de sikuris universitarios no aparecieron en Puno. Lo hicieron en Lima. Puede resultar contradictorio y hasta un contrasentido pues siendo la región Puno la cuna de la música sikuriana, era lógico pensar que donde primero los universitarios debían empezar a tocar el siku debía ser en la entonces Universidad Nacional Técnica del Altiplano (UNTA).
Pero no. El primer conjunto universitario de sikuris apareció en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1977), luego en la Universidad Nacional de Ingeniería y posteriormente en otras universidades de la capital y el interior del país.
¿Por qué ocurrió este fenómeno? La explicación es simple. En Lima apareció en 1970 la Asociación Juvenil Puno y en 1972 se formó su conjunto de sikuris, el que después se denominaría “27 de Junio” (2). El conjunto, compuesto por jóvenes puneños migrantes y en su mayoría universitarios, tenía como eje de actividad musical las universidades, sindicatos obreros, pueblos jóvenes, escenarios populares y entre las instituciones puneñas conformadas por los migrantes, en las que se denunciaban los hechos ocurridos en Puno el 27 de junio de 1972 durante la dictadura del general Velazco Alvarado.
La fuerza musical del siku despertó bastante simpatía entre los estudiantes, los cuales decidieron también ejecutar este instrumento y formaron conjuntos de sikuris, a pesar de que casi la totalidad de ellos no eran puneños, no conocían nuestra ciudad ni las principales festividades regionales donde se ejecutaba la música sikuriana.
Los sikuris de la UNA Puno
Cuando se produjo la inmensa movilización estudiantil rechazando la declaratoria del estado de emergencia decretado por el gobierno de Alejandro Toledo y se produce la lamentable muerte del estudiante universitario Edy Quilca Cruz el 29 de mayo del 2003, apareció un conjunto de sikuris de la Universidad Nacional del Altiplano para acompañar el cortejo fúnebre. Todos pensamos que este conjunto iba a tener continuidad y llevar como nombre la fecha del lamentable suceso. Pero eso no ocurrió.

Tuvieron que pasar varios años hasta que, el año 2012 se convocó al primer concurso de sikuris universitario durante la gestión del entonces Rector Dr. Lucio Ávila Rojas, para que se produjera una verdadera eclosión musical generada por los estudiantes y directivos de las diversas Facultades y Escuelas Profesionales de la Universidad Nacional del Altiplano.
Los miembros de la comisión organizadora del primer concurso nos confesaron que esperaban a lo mucho una decena de conjuntos y lo consideraban un éxito; pero no estaba en sus cálculos que 25 conjuntos de sikuris participaran en esta primera versión, incluido un conjunto de los trabajadores administrativos de la UNA.
Al año siguiente participaron del concurso 31 conjuntos de sikuris ejecutando los estilos más populares de la región, mientras que el año 2014 participaron 32 conjuntos en su tercera versión.
Si la aparición del conjunto de sikuris de la UNA el año 2003 fue fugaz, hoy los conjuntos de las diversas escuelas y facultades de la UNA además de participar del concurso de sikuris universitario, han empezado a tener una presencia más permanente y algunos de ellos desarrollan una febril actividad, al extremo que han logrado dar un salto e inscribirse en la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno y participar de los concursos regionales codeándose de igual a igual con los conjuntos más tradicionales de Puno.
Si bien los conjuntos de sikuris de la Universidad Nacional del Altiplano llegaron a conformarse muy tarde, sin embargo la enorme cantidad de conjuntos, ejecutantes, danzarinas, organizadores y alrededor de ellos constructores de sikus, bombos y confeccionistas de trajes, han permitido cerrar esa distancia histórica y han logrado afirmar a la universidad puneña como el centro musical sikuriano más importante a nivel universitario en el país.
Este concurso debe tener un mayor respaldo por parte de las autoridades universitarias y debe comprometer a las demás autoridades a sumarse a este esfuerzo y garantizar su permanencia en el futuro, pues hoy en día la música de los Sikus se ha convertido en el símbolo musical de los puneños no sólo a nivel nacional sino también en el mundo entero.
(1) Integrante de Sikuris 27 de Junio Nueva Era
(2) El autor de estas líneas, estudiante sanmarquino, fue su primer guía “Ira” mientras que “su pareja”, Dante Vilca Maydana, fue el primer guía “Arca”.

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Presentación del IV Concurso de Sikuri Universitario


La Universidad Nacional del Altiplano preocupada por la integración cultural de la región Puno viene promocionando el IV Concurso de Sikuris Universitario denominado por la identidad e interculturalidad, con el único fin de incentivar, promover, preservar y desarrollar la práctica del sikuri tanto en docentes, estudiantes, administrativos, egresados y público en general.
La presentación oficial de este concurso se realizó en las instalaciones del centro de idiomas del Parque Pino, y contó con la presencia de Luperio Onofre presidente de la comisión organizadora del presente año, Raúl Portillo miembro de la comisión Organizadora y Edgar Callohuanca ex Presidente de la comisión organizadora 2014.
El recorrido de la presente edición del Sikuri Universitario, tendrá como inicio el Arco Deustua de nuestra ciudad, para posteriormente seguir por el Jr. Independencia, Jr. Lima, Jr. Deustua, Jr. Ayacucho, Jr. Puno, para finalmente culminar en el Parque Mariátegui. A su vez se realizó la presentación de la Revista de investigación cultural Sikuphusirinaka, que informa acerca de la belleza, colorido y tradición del sikuris.

ORDEN DE PRESENTACIÓN DEL IV CONCURSO DE SIKURIS UNIVERSITARIO 2015

EXHIBICION
1. Sikuris Todopoderosos de Ingenierías (egresados)

2. E.P. Ciencias Físico Matemáticas - Sikumoreno Sentimiento FISIMAT
3. Fac. de Ing. Química - Radiactivo Sikuris de Química
CONCURSO
1. E.P. Administración - Sikumoreno de Administracion

2 E.P Electrónica - Sikumoreno Soldado Palla Palla
3 E.P. Enfermería - Sikuris De Enfermeria
4 E.P. Derecho - Sikuris De Derecho
5 E.P. Arte - Sikuris Arte
6 E.P. Estadística E Informática - Sikuris de la Facultad de Estadistica e Informatica Antara Magica
7 E.P. Arquitectura - Asociacion de Arte Y Folclore Arquisikuris
8 E.P. Antropología - Sikuri Sentimiento Antropologico
9 E.P. Biología - Sikuris Sentimiento Biologia
10 E.P. Agricola - Sikuris de la Facultad de Ing Agricola
11 E.P. Agroindustrial - Sikuri Juventud Agronindustrial
12 E.P. Agronomía - Sikuris Expresion Cultural Suma Arusa de Ing Agronomica
13 E.P. Económica - Ayarachis de Cuyo Cuyo
14 E.P. Civil - Sentimientos Sikuris de Ing Civil
15 E.P. Odontología - Odontosikuris
16 E.P. Sistemas - Sikuris Sentimiento de Sistemas
17 E.P. Turismo - Indomables Sikuris Turismo
18 E.P. Mecánica Eléctrica - Centro Cultural Zampoñistas Ing Mecanica Electrica
19 E.P. Mecánica Eléctrica - Sikuris Epime
20 E.P. Ciencias de La Comunicación - Sikuris Comunicacional
21 Facultad de Trabajo Social - Sikuris de Trabajo Social
22 Facultad Sociología - Sikuris Sociologico
23 E.P. Medicina Veterinaria Y Zootécnia - Sikuris Fuerza Veterinaria
24 E.P. Ing Metalurgica - Sikuris de la Esculea Profesional de Metalúrgica
25 E.P. Geología - Sikuris de de la Esculea Profesional de Ing Geologica
26 E.P. Minas - Sikuris Sentimiento Minero
27 Trabajadores Administrativos UNAP - Sikumoreno 29 de Agosto
28 E.P. Topografía Y Agrimensura - Sikuris de Topografia
29 Facultad de Educación - Sikuris de Educacion
30 E.P. Ciencias Contables - Sikuris Armonia Contable

lunes, 16 de noviembre de 2015

Historia, presente y futuro de Puno y Juliaca

04 de noviembre: Historia, presente y futuro de Puno y Juliaca


Escribe: Diario Los Andes de Puno | Cultural - 08 nov 2015
Las pugnas entre puneños y juliaqueños, que más tienen que ver con el orgullo que con la realidad, se acentúan cada 04 noviembre, cuando los primeros celebran un aniversario más de su fundación como ciudad, mientras que los segundos conmemoran un año más de la histórica gesta de 1965, en donde varios ciudadanos perdieron la vida reclamando obras para su localidad.
11 de mayo de 1964. Esa es la fecha en que comenzó la división entre puneños y juliaqueños. Y fue Natividad Soto Ruelas, dama juliaqueña que residía en Arequipa, quien originó todo. Ella, al sentir que su tierra natal estaba abandonada, difundió la idea que Juliaca fuese la capital de un nuevo departamento en el Diario "Noticias" de la Ciudad Blanca.
Fue tal el impacto de esta petición, que ese mismo mes la Liga de Fútbol de San Román y luego la de Vóley, rompen con sus similares en Puno. De esta manera, el que fuera en principio un pueblo fuerte, grande y rico, comenzaría una fragmentación espiritual que si bien no llegó nunca a materializarse, sí melló hondamente en el orgullo de sus pobladores.
Remigio Cabala, entonces alcalde de Puno, fue el primero en pronunciarse al respecto: le pidió una explicación al Municipio de San Román, de modo que se aclarara el asunto, pero no fue atendido. Ante ello, convocó y realizó un mitin el 23 de mayo de 1964, donde se acusó a las autoridades municipales y parlamentarios de Juliaca de divisionistas.
Tras de ello, se pronunció por la defensa de la integridad departamental y decidió declarar la recordación, cada 23 de mayo, del “Día de la unidad e integridad del departamento”. Desgraciadamente, no caló en los juliaqueños, quienes liderados por su alcalde de turno (Luis Cáceres Velásquez), decidieron hacer caso omiso de todo lo propuesto.
Y es que, entre otras cosas, los calceteros adolecían de muchas atenciones para su localidad. Pero no tanto porque hubiera centralismo en la capital departamental, sino porque el sistema que se aplicaba en la CORPUNO (la que cumplía la labor de la actual Gobernación Regional de Puno), tenía muchas deficiencias y era excesivamente burocrática.
El problema cardinal de Juliaca, en aquella época, era que no había un plan conjunto de servicio de agua potable (esta se venía instalando fragmentariamente desde 1955), por lo que carecía de servicios de agua y desagüe. En tal sentido, los pobladores reclamaban la canalización y drenaje de los riachuelos que atravesaban la ciudad, urgentemente.
Algo que fue puesto en agenda por la CORPUNO desde agosto de 1963, pero que no llegó a efectivizarse oportunamente, debido a lo cual el costo de las obras se comenzó a incrementar. Además de ello, estaba el hecho de que en Juliaca, sin motivos, desde 1961, el motor nuevo de luz no era puesto en funcionamiento, por lo que el servicio de luz era precario, entre otros problemas.
EL 04 DE NOVIEMBRE DE 1965
Tras una reunión infructuosa (ocurrida en Puno el 30 de junio de 1964) sobre la Unidad Departamental, puneños y juliaqueños fueron protagonistas de una intensa lucha que, además de involucrar a sus respectivas autoridades, los iba envaneciendo cada vez más respecto de su importancia para el desarrollo regional.
Los líderes del departamento de Puno se habían dividido entre los que buscaban mantener el centralismo administrativo en la ciudad capital, y los Cáceres y sus seguidores, que buscaban descentralizar esta administración, en beneficio del crecimiento de la ciudad de Juliaca.
Todo llegó a su punto más álgido cuando, en el aniversario calcetero de 1965 (el 24 de octubre), en una muestra de oposición a los planes de la CORPUNO, Luis Cáceres colocó la primera piedra del Parque Industrial de Juliaca (con un dinero dado por la CORPUNO para otros fines).
Esa noche, en sesión solemne, al alcalde calcetero afirmó que la administración puneña no había inaugurado ninguna obra en la Ciudad de los Vientos y que, si eso continuaba así, San Román y otras provincias se separarían de Puno y se anexarían a Arequipa.
El alcalde de entonces de Arequipa, Ulrich Neisser, que era invitado especial de la ceremonia, como para avivar las diferencias, señaló que “Arequipa los recibiría (a los juliaqueños) con los brazos abiertos". Y como prueba protocolar de aquello, le entregó un ladrillo de sillar al alcalde calcetero, lo que fue aplaudido por la concurrencia.
Días después, el 28 de octubre, Luis Cáceres y sus concejales acordaron realizar un paro de 24 horas o de 48 horas, para el 4 y 5 de noviembre, para mostrar que los directivos de CORPUNO no dejaban hacer las obras que querían y que habían abandonado a Juliaca.
Conocedores de ello, en Puno hubo alarma y las autoridades pidieron ayuda policial, argumentando que el paro estaba siendo preparado por comunistas. En consecuencia, cerca de un centenar de policías de asalto llegaron de Lima a Juliaca, el 30 de octubre, según el historiador René Calsín (esto mismo, para Hugo Apaza, sucede el 1 de noviembre).
Luego, el 3 de noviembre, el ministro de Gobierno y Policía, Javier Alva Orlandini, acompañado de otros Ministros y tres Diputados, llega al aeropuerto de Juliaca, pero ignora todo cuanto sucede en esta ciudad, aduciendo que había llegado a inaugurar obras en Puno, aunque se dio el tiempo de pedir a Luis Cáceres que disuadiera a los pobladores calceteros de su protesta.
Esto agrió más los ánimos de los juliaqueños, quienes decidieron y realizaron un paro contundente el 04 de noviembre. En tanto, en Puno, con motivo de su aniversario, desde las 9 de la mañana hasta las 12.30 de la tarde, se desarrolló un desfile escolar, militar y cívico, en la Plaza de Armas.
LA REPRESIÓN
Entre las 2 y 3 de la tarde de ese día se dio la confrontación fatal, cuando los pobladores se enteraron de que los tractores del Estado limpiaban las vías que ellos habían bloqueado. Debido a que los pobladores apedreaban las unidades vehiculares (lo habían hecho también en horas de la mañana), la policía abrió fuego sin temor, hiriendo a varios huelguistas.
Allí, Luis Cáceres y otros 18 cabecillas fueron brutalmente arrestados e introducidos en un vehículo. Entre esos otros detenidos estaban: Víctor Sáfferson, Sergio Dávila, Angel Aragonés, Luis Cervantes Ticona, Sixto Sáfferson, Luis Arfinengo, Mauro Catacora, Adrián Huamán, J. Aragón Núñez, Jorge Monzón Pezantes, Fredy Zuñiga, Alfonso Calatayud Yañez y Andrés Valero Miranda.
Poco después, a las 4.20 de la tarde, la población se reconcentró en la Plaza Bolognesi y la Comisaría Policial fue rodeada por una muchedumbre que pedía la libertad de su alcalde, atención a sus demandas y justicia. Entonces, nuevamente, se produjo el desborde: un vehículo policial empezó a ser apedreado, al tiempo que una botella con gasolina fue lanzada contra un carro de la Guardia Civil.
Al instante la policía salió disparando sus metralletas y sus ametralladoras ligeras al cuerpo de los manifestantes. Tuvo que pasar media hora para que la Plaza Bolognesi fuese controlada.
Cuatro personas murieron ese día: Santiago Mamani López (estudiante del Instituto Nacional Comercio Nº 32), Eulogio Patricio Quispe Quispe (obrero de Construcción Civil), Germán Humpiri Humpiri (obrero), y Mariano Pandia Arce.
Luego de los funestos hechos, en la noche del mismo día, el Ministro de Gobierno y Policía, Javier Alva Orlandini, que daba las instrucciones desde la Comandancia de la Guardia Civil, ordenó que las garantías Constitucionales se suspendieran por 30 días en Juliaca y estableció el toque de queda.
Así terminó el 04 de noviembre de 1965 en Juliaca. En Puno, en tanto, estas noticias sobresaltaron a algunos, mientras que otros continuaban los festejos de un aniversario más de fundación de su ciudad, alegres y risueños.
EL PRESENTE Y EL FUTURO
El panorama que hoy se vislumbra entre ambas ciudades, a 50 años de estos sucesos, es diferente y hasta aleccionador, aunque solo superficialmente. En efecto, hay juliaqueños que, merced a sus condiciones laborales, hacen su vida en Puno, como hay puneños que encontraron todo lo que necesitaban en Juliaca.
No obstante esto, el espíritu que gobierna en ellos, muchas veces, es uno que peca de un chauvinismo risible, enojoso y hasta vulgar, pues nada hay que nos distancie ni nos diferencie, como sí muchas cosas y aspectos que nos unen y que son sobradamente conocidos por todos, como nuestra identidad, por ejemplo, o que ambas ciudades se necesitan para innumerables propósitos.
Unidos por una historia común, que comienza a corregirse y encaminarse después de tantos años, las ciudades de Puno y Juliaca, hoy más que nunca, son los ejes fundamentales de una región que, hace ya tiempo, se distingue de las demás por su tesón y su voluntad inacabable. No dejemos, por ello, que problemas separatistas y obtusos, obnubilen nuestro objetivo común: el desarrollo integral de cada uno de nuestros pueblos.

sábado, 14 de noviembre de 2015

CAMIOS EN PUNO Capitulo1


Institutfrançaisd’étudesandines

François Bourricaud

Cambios en Puno


Capítulo 1. Presentación de la ciudad de Puno en 1953

p. 43-80

Texteintégral

  • 1 Censo nacional de población de 1940, Dep. Cuzco, Puno.
1La ciudad de Puno, capital del departamento del mismo nombre, cuenta según el censo de 1940 con una población de 15.000 habitantes.1 Esta cifra motiva dos comentarios. El censo a que nos referimos se remonta a más de 10 años y es de presumir que las cosas hayan cambiado algo después de 1940. Dos barrios periféricos, Laicacota y Bellavista, el primero situado al norte y el segundo al sur, se han desarrollado considerablemente, si se juzga por el número de casas recientes o actualmente en vías de construcción. Como las dificultades con que tropezaron los empadronadores fueron graves, se decidió, teniendo en cuenta la importancia de la población flotante, aplicar a la población censada un coeficiente de omisión censal, que en Puno alcanzó la cifra de 1605, la más elevada de todo el territorio peruano. El capítulo IX del primer volumen, donde están consignados los resultados del censo de 1940, presenta y comenta la fórmula de Demangeon que permite el coeficiente de omisión, al cual agrega un segundo coeficiente de omisión por analfabetismo. En resumen, Puno, con una población efectivamente censada de 13.786 habitantes, aparece registrado con una de 15.000.
2Se llega a Puno en auto o en camión desde Arequipa, Cuzco, Moquegua y aun de la frontera con Bolivia. Un ferrocarril, propiedad de la compañía británica PeruvianCorporation en la que diversas empresas de transporte han adquirido participaciones, asegura la unión entre Puno y Arequipa y Puno y Cuzco (la estación de bifurcación está en Juliaca, a unos 50 km al norte, donde se cruzan las dos líneas Cuzco-Puno, Puno-Arequipa). Hay que señalar también que la PeruvianCorporation pone a disposición de sus clientes, dos veces por semana, un servicio de barcos que los conduce a través del lago  (3)  Titicaca hasta Guaqui, en la costa boliviana del lago, y de Guaqui en ferrocarril hasta La Paz. Los extranjeros, pues, no son raros en Puno. Los lunes, miércoles y viernes, cuando llega hacia las 18 horas el tren de Cuzco o el de Arequipa, hay una cierta animación en los alrededores de la estación. Los cargadores se afanan alrededor de los pasajeros, entre los cuales hay a veces una decena de turistas, sobre todo “gringos” (es decir extranjeros, aunque la expresión casi se ha convertido en sinónima de norteamericanos), atraídos por la reputación del lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, según el título de una publicación reciente del doctor Washington Cano.
  • 2 La diferencia entre el invierno y el verano no solo está asociada a una diferencia de temperatura (...)
4Sin embargo, la misma ciudad de Puno podría bien decepcionar a nuestro turista; ella no atrae como el Cuzco por la profusión de sus monumentos. Sin duda, la catedral es una obra digna de estima, los temas autóctonos, los loros, los frutos tropicales esculpidos en las columnas de la fachada, reconocen el sabor de la arquitectura española del siglo xvi; pero esta constituye prácticamente todo el tesoro arquitectónico de la ciudad. Puno, además, es azotada por un clima muy rudo. La malicia de algunos se refleja en los dos sentidos de la palabra estación; aseguran que en Puno hay solamente dos estaciones, la del invierno y la del ferrocarril. En realidad, se puede distinguir muy generalmente una estación de fuertes lluvias, que comienza más o menos en diciembre y se extiende hasta marzo, y una estación más seca y fría de mayo a agosto. Entre esos dos extremos hay climas intermedios, de fines del periodo lluvioso hasta el invierno,2 es decir de marzo a mayo, la temperatura se enfría progresivamente y el cielo se aclara hasta el punto de alcanzar en lo más fuerte del invierno una transparencia y una pureza mediterráneas. Después de la helada, que alcanza su máximo en junio y julio, se levantan los vientos y cada tarde el cielo se carga poco a poco de gruesas nubes. Así, el viajero no tiene sino pocas oportunidades de escapar a uno u otro de estos males: los rigores de la helada o las incomodidades de las lluvias tropicales.

Descripción de la ciudad

5 El viajero se resarciría si se decidiera observar la ciudad y sus habitantes. En primer lugar, notará que se extiende en las pendientes de una colina que desciende hasta el lago. No llega hasta sus orillas, las cuales en parte están consagradas al cultivo de plantas allí familiares: papa y cebada, o abandonadas como pasto a las ovejas. Sin embargo, la ciudad parece tocar y ganar este borde litoral, aunque las casas que más se aproximan al lago todavía distan de él un centenar de metros. Así, Puno se extiende sobre un arco de círculo que aproximadamente, aunque un tanto de lejos, sigue la orilla del lago. Agreguemos, por otra parte, que la carretera panamericana que desciende por Chucuito, llave y Yunguyo o Desaguadero, hasta la frontera boliviana, atraviesa Puno en dirección norte-sur y aproximadamente sigue el frente que la ciudad expone al lago. La colina en cuyas faldas se construye Puno está dominada a la izquierda, es decir hacia el sur, por un pico de más o menos 4000 m, el Cancharani, y a la derecha por el Azoguini; y el puesto instalado por la Guardia Civil para controlar las idas y venidas en la ruta de Juliaca, no está sino a unas cincuenta casas. Por el contrario, en el noroeste, a lo largo de la vía férrea, se desarrolla un nuevo barrio de fuerte predominio indígena, Bellavista. Al sur, en la ruta a Chucuito, los límites son más indecisos. Más allá del cementerio, después del segundo puesto de la Guardia Civil (que controla la salida de Puno y la circulación tanto por la carretera Panamericana como por la carretera a Moquegua) se observan pequeños grupos de casas, casi pueblos, que están más o menos unidos a Puno en el sentido de que sus habitantes van allí diariamente a trabajar y a negociar, pero manifiestan un carácter rural más acentuado, es decir, que constituyen una especie de suburbio. Igualmente, en el mismo Puno, hacia el oeste, se pasa en transición casi insensible de la ciudad al campo; el famoso barrio Manazo, tan original, tan lleno de color, o aun Piripiruani, pertenecen sin duda a Puno, pero habría dificultades en decidir si sus habitantes son citadinos o campesinos que viven de su comercio de legumbres y de carne con la ciudad.
6 Los límites de Puno no son, pues, fáciles de fijar. Aparte del núcleo central en el que se desarrollan y concentran dos grupos de actividades propiamente urbanas, el comercio y el conjunto de funciones políticas, administrativas y judiciales; los suburbios se consagran a trabajos que se podrían calificar de campestres. Observemos que estos suburbios tienen un carácter étnico muy pronunciado. La mayoría de Laicacota habla aimara, la mayoría de Bellavista habla quechua e, igualmente, Manazo es de lengua quechua. Los habitantes de estos últimos barrios van vestidos como los indígenas del campo; sus casas están construidas y dispuestas de manera muy semejante. En resumen, se puede hablar de una localización étnica, porque el grupo aimara parece vivir en el extremo sur de la ciudad, mientras que el grupo quechua domina hacia el norte y el oeste.

El núcleo y la periferia

7 Si ahora paseamos por la parte central de Puno, es decir, entre la Plaza de Armas y el Parque Pino (en honor de un notable puneño muerto durante los combates de la Guerra del Pacífico), nuestra impresión cambia. En la Plaza de Armas, amplio rectángulo de casi 100 por 50 m, se destaca la Catedral. A la derecha, la Prefectura; al frente, la Corte Superior de Justicia, con su edificio de construcción reciente y sobria. A algunos pasos de la Prefectura, el edificio de la Municipalidad; un poco más abajo, la Biblioteca y el Museo. Del mismo lado de la Corte, los servicios del Ministerio de Agricultura. Sobre el lado del rectángulo que hace frente a la Catedral, un cinema, el Colón (el único en 1953), un poco más lejos, una farmacia; después, una librería. En el Parque Pino —el nombre de parque no debe entusiasmarnos: cuatro pequeños pinos enclenques en cada esquina de la plaza son los únicos que han logrado resistir la aspereza del clima, mientras que la Plaza de Armas, mejor cuidada, es alegrada por eucaliptos—, el colegio de varones, San Carlos, amplio edificio que acoge a más de 600 estudiantes secundarios, ocupa todo el este. Al sur, notamos el inmueble de la Caja de Recaudaciones. Haciéndole frente, el Club de la Unión, del que se enorgullecen ser miembros las personas de importancia de la ciudad, o como ahí se dice, la “gente”: abogados, médicos, comerciantes notables. Las dos plazas se unen por la calle Lima, la arteria comercial de Puno. En casi todas las casas hay un comercio. Sobre un poco más de 150 m están concentradas cinco tiendas de tejidos (casi todas le agregan a esta actividad otras más o menos vinculadas, como el comercio de calzado o aun la venta de aparatos fotográficos o radiofónicos), una tienda de periódicos y libros, una miscelánea donde también se venden artículos domésticos, ferretería y sombreros; y las sucursales de los principales bancos peruanos, el Banco de Crédito y el Banco Popular.
Descripción: http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6481/img-1-small517.jpgLas primeras cuadras de la calle Lima, la principal de la ciudad en la que se ubican las más importantes casas de comercio y que la atraviesa longitudinalmente, de norte a sur. Al fondo el cerro Cancharani.
  • 3 Vestido sin mangas de uso común entre los indígenas de la región andina.
8Sería evidentemente inexacto imaginar Puno como compuesto por un centro consagrado a actividades comerciales y administrativas y por barrios periféricos en los que predominan las actividades y el modo de vida indígena. En primer lugar, el indígena está en todo lugar; se le encuentra con su poncho,3 descalzo, cruzándose en la calle Lima con abogados y médicos, es decir, con los "doctores", sus mujeres y sus hijos, o sea, con la población blanca y mestiza que, como lo veremos, ocupa la cima de la jerarquía social. Entra en las tiendas, especialmente en la miscelánea y en la farmacia, y cuando se trata de telas discute con aire sospechoso los precios y la calidad. Los más pobres (porque la población indígena conoce también, como veremos después, toda una gama de prestigio en función de sus ingresos y profesiones), los cargadores, transportan mercaderías muchas veces pesadas y otras simples paquetes porque las damas y los caballeros de la buena sociedad no se dignarían a hacerlo (un caballero, en efecto, se expondría al ridículo o tal vez a una sanción más grave si fuera encontrado con manos y brazos ocupados). La prescripción es tan rigurosa y su área de aplicación tan extensa, que un mozo de hotel con el que salí para que me ayudara en mis compras espontáneamente contrató a un cargador desde que hicimos la primera. Así nos dirigimos al hotel, con el mozo escoltándome a buena distancia, mientras que el cargador se doblaba bajo el peso de mis paquetes; me abstuve de ayudar al desafortunado por cuidar las conveniencias y el único remedio fue contratar a otro cargador, que por otra parte resultó muy barato. Además del cargador, que ocupa el último escalón de la jerarquía, se encuentra al indio en la tienda del pequeño artesano, sastre, sombrerero —aunque en este caso antes que como indio sería calificado de cholo, denominación difícil de emplear y comprender y en la que nos detendremos después—. En resumen, el indígena se difunde por toda la ciudad. No está estrictamente confinado a un área y, si predomina en los barrios en vía de expansión, como Bellavista o Laicacota, no es porque el misti lo rechace hacia la periferia de Puno con una deliberada política de segregación, sino porque en el centro falta terreno para construir nuevas casas, mientras que este abunda en los bordes de los campos. Aunque el indio esté en todos lados, lo encontramos en primer lugar en el mercado y no es exagerado decir que controla la alimentación de Puno.

El mercado

9El mercado está a dos pasos del Parque Pino. El colegio San Carlos, cuya fachada da al Parque Pino, en su parte posterior da al mercado, un rectángulo de 60 m sobre aproximadamente 15. Una especie de sala o mercado cubierto ocupa el centro de ese rectángulo. En esa sala están las vendedoras que pagan a la municipalidad un derecho bastante elevado por sus puestos y venden carne, especialmente de carnero; legumbres, como las famosas cebollas de Ichu, pequeña comunidad de indígenas a unos quince kilómetros de Puno que encontraremos después; papas que resisten a las fuertes heladas de Puno; zanahorias, que son transportadas por el ferrocarril; y, durante la estación, naranjas que provienen de los valles cálidos, y hasta paltas y chirimoyas; a veces pescado y los famosos camarones que el tren trae de Arequipa. Al centro del mercado, en una especie de plataforma, se instala un funcionario municipal encargado de asegurar que los precios no excedan al máximo fijado por la municipalidad y con la ayuda de una balanza controla que las cantidades hayan sido correctamente pesadas por las vendedoras. En ese mercado, nuestro viajero europeo o norteamericano encontrará sin mucha dificultad los alimentos que le son familiares; el único matiz de exotismo lo ofrecen los frutos tropicales que hemos mencionado. Notemos, sin embargo, que vendedoras y compradoras tienen tipo físico y llevan vestidos que nuestro viajero calificaría de indígenas (son las sirvientas quienes hacen el mercado; las damas, en general, se abstienen).
  • 4 Pequeños peces del lago que los indígenas secan al sol.
  • 5 Papas deshidratadas, cuya preparación ha sido descrita por un cronista del siglo xvi, el P. Cobo, (...)
  • 6 “Es una planta”, nos dice Cobo (libro IV, cap. 59), “muy parecida a los bledos” (trigo). Es de tie (...)
  • 7 Véase Cobo, ob. cit., libro IV, cap. 14: "Son las ocas una raíces comestibles que se dan en las ti (...)
  • 8 Tres veces por semana parte un barco para Guaqui.
10Pero, si salimos del interior y nos paseamos por el mercado al aire libre, el espectáculo cambia completamente. Observamos inmediatamente dos diferencias: la ropa de las vendedoras y la naturaleza de los productos negociados. Considerábamos que las carnicerías del interior eran para indígenas. En realidad, un puneño nos diría que son “de las cholas” y nos informaría que la mayoría vive en Manazo (encontramos por segunda vez la expresión cholo). Pero las mujeres sentadas que nos ofrecen, por ejemplo, peces del lago, bogas,4 chuño,5 granos de quinua,6 ocas,7 coca, granos de maíz seco (mote) no son cholas, y nuestro viajero, si se lo hacemos notar, concederá por lo menos que son “más indias que las primeras”. Estas tienen, en general, dificultad para hablar español y llevan un vestido y usan un sombrero de tipo “melón” o una montera chata que permiten al puneño reconocer a unas como provenientes de Capachica y a las otras de Ichu. Estos grupos diversos, por otra parte, ocupan lugares fijos que les son asignados por la tradición: las mujeres de Ichu se sientan al lado de la puerta norte del mercado, las de Capachica en la puerta este; entre las dos se ubica la gente de Pucará que vende su cerámica. Es, pues, característica notable, la especialización de los productos según los pueblos o comunidades de los que proceden las vendedoras: Ichu ofrece cebollas y legumbres; Capachica, y la gente de las islas Taquile y Amantaní, que llegan a fin de semana, pescado. Según la naturaleza de los productos que ponen en venta varía la clientela: las de Capachica venden sobre todo a los indígenas, pues el pescado que ofrecen es de sabor un poco fuerte, mientras que las vendedoras de legumbres de Ichu encuentran compradores en todos los grupos de la población. Notemos aun que la mayor parte de estos comerciantes indígenas no viven en Puno, se quedan todo el día —porque el mercado se prolonga hasta bien avanzada la tarde— y llegan a pie o en camión como las mujeres de Ichu, en tren los vendedores de cerámica de Pucará, o en botes como la gente de Capachica. Sin embargo, parte de ellos vive en la misma ciudad; se contentan con vender la mercadería que los parientes o amigos de su pueblo les ceden con la esperanza de conseguir así algo de dinero en efectivo (este es el caso, principalmente, de la gente de Capachica, de la que una fuerte colonia habita en la zona del puerto). Los hombres trabajan en el muelle de la Peruvian8 como peones, o los menos favorecidos como cargadores, y las mujeres para completar sus pobres ingresos van al mercado a vender el pescado que adquieren de los pescadores que llegan de paso. Notamos, por último, que la inmensa mayoría de las transacciones está en manos de las mujeres. No hay sino dos artículos en los que dominen los hombres: el de las ojotas, especie de sandalias de caucho cortadas de las llantas usadas, de las que los hombres de Ichu han hecho una especialidad y para la región casi una exclusividad, y la cerámica de Pucará. Un sector del mercado al aire libre escapa así a las mujeres; en el lado este se encuentran los tejidos, camisas multicolores de gusto americano en lana o algodón, zapatos, y algunos artículos de menaje; allí los vendedores ya no son indígenas, sino mestizos o cholos. Debe señalarse que, desde 1952, el mercado de Puno ya no es un mercado indígena, como todavía hoy lo podemos observar en días de feria en llave o en Taraco. Las transacciones en su mayor parte se realizan en efectivo y en el intercambio total los bienes aportados y vendidos por los indígenas: pescado, legumbres, yerbas y medicinas populares cuentan menos que los ofrecidos por los comerciantes cholos: tejidos y zapatos. A este respecto, es bien diferente el mercado de un pequeño centro urbano, como el de una capital de distrito.
Descripción: http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6481/img-2-small517.jpgMujeres de la península de Capachica, área quechua, vendiendo sus productos en el mercado de Puno.
En Taraco, el jueves desde que comienza el día, la plaza se llena y la animación dura hasta las primeras horas de la tarde. Los camiones llegan de Juliaca con mujeres que traen en su atado velas, caramelos, galletas, yerbas medicinales y algunas telas. Disponen sus bienes sobre los chales que extienden delante de ellas, y después esperan sentadas en cuclillas. Una mujer se acerca y, a menudo sin hablar una palabra, de su mano entreabierta deja escapar algunos granos de quinua. Cuando el montón parece suficientemente provisto, la vendedora cuenta algunos caramelos o algunas velas que equilibran la transacción. Pero aun en Taraco los intercambios monetarios son más numerosos: el pan que un panadero trae desde juliaca, los chicharrones (trozos de cerdo), los anticuchos (visceras ensartadas en palitos y cocidas a la brasa, de corazón, hígado o riñones, fuertemente avinagrados) se pagan en moneda.
11Esta breve descripción nos muestra que la tesis de la que habíamos partido, la oposición entre un centro en el que vivirían blancos y mestizos y los barrios periféricos indígenas (que, grosso modo, es exacta si se considera la zona residencial) no debe ser tomada al pie de la letra. El indígena se mezcla en la vida del blanco y del mestizo: le sirve en su casa, en el mercado, le vende sus alimentos en las tiendas, lo aprovisiona de azúcar, arroz (que tienen un lugar importante en la alimentación) y de pan. Las calles de Puno, aun las del centro, hormiguean de tiendas. En general, los clientes hacen muy pequeñas compras; cada día se adquieren las provisiones y aun varias veces al día. Si falta un limón, un poco de sal, se envía un niño a la tienda en la que se demora y encuentra a otros niños de su edad con los que se entretendrá en el caprichoso camino de regreso. Los niños en edad escolar a los que preguntaba por los servicios que realizan en sus casas me contestaban, por lo menos los que viven en Puno con su familia, que su madre o su abuela los envían a hacer compras, y estos mismos, a los que preguntaba si tenían camaradas a quienes veían fuera de la escuela, mencionaban a los amigos que encontraban "al ir a hacer las compras". En general, la tienda está administrada por una mujer. La gama de productos que ofrece a los consumidores se diversifica según su emplazamiento y la clientela. En los barrios periféricos, en Laicacota por ejemplo, se encuentra coca, a veces chicha y siempre alcohol. La tienda, al mismo tiempo que de bodega sirve de bar, y los hombres se encuentran allí para beber y conversar. Por el contrario, un establecimiento que observé en la parte norte de la calle Lima no ofrecía sino productos que podían interesar a blancos y mestizos: arroz, azúcar, té, chocolate y pan. El indígena no está solamente en la tienda (apresurémonos en agregar que no todos los tenderos son indígenas). También es artesano, esencialmente sastre y en menor medida sombrerero (las mismas reservas que se aplican respecto de los tenderos son válidas para los artesanos).
12Estamos ahora en condiciones de percibir los grupos principales entre los que a primera vista se reparte la población de Puno. Inmediatamente se aprecia el contraste entre el misti y el indio. El primero está vestido a la europea, cumple funciones u ocupa un empleo que no se distinguen inmediatamente de las funciones y empleos que observamos en nuestras sociedades. Es abogado, profesor, médico, comerciante mayorista o también un gran propietario que posee en Puno una gran casa o, bien, un alojamiento. En el otro extremo, el indio va descalzo o se contenta con ojotas, viste un poncho de lana que tal vez haya tejido él mismo y un sombrero de fieltro, que también puede ser de su fabricación; vive en parte de su trabajo, del salario que gana como cargador, como empleado de la estación o del muelle y de las ventas que su mujer realiza en el mercado. Esta oposición es muy marcada. Implica que los sistemas de clase y casta se superponen exactamente: la casta indígena —los naturales, como dicen los indios hablando de sí mismos— estaría dedicada a las tareas menos apreciadas, remunerada con los salarios más bajos; en resumen, constituiría la clase de trabajadores manuales. De hecho, el indígena, aun cuando resida en Puno, en cierta forma vive un poco de la tierra, muchos siguen siendo campesinos. Para convencernos, hagamos una pequeña gira a Bellavista o Laicacota. Las casas, bastante alejadas unas de otras, están construidas en terrenos aislados por pequeños muros. En estos terrenos cultivan algunos surcos de papas. Todas las familias crían algunos carneros, que pastan alrededor de la casa. Aquí una segunda observación trivial, pero igualmente interesante: dudábamos en clasificar como indios a los individuos que, instalados en la periferia de Puno, conservan mucho del género de vida agrícola, aunque se dedican en forma más o menos irregular a ocupaciones urbanas. Ahora ¿qué diremos de sus hijos? Van a la escuela y sueñan con algún empleo mecánico. Así, en una misma familia, los padres podrían ser considerados como indios y los hijos como mestizos o cholos. Finalmente, uno se da cuenta de que la clasificación de cholo es completamente Descripción: http://books.openedition.org/ifea/docannexe/image/6481/img-3-small517.jpgambigua.

Mujeres que venden sus productos en el mercado de Puno. La de la izquierda con el sombrero hongo es aimara; la otra es de la península de Capachica y lleva su característica montera.

(13) Un mismo individuo que es designado como indio, en otro caso será tratado como cholo.
(14) En Puno, el único grupo que en todo caso merece esa designación —sin que signifique aun implícitamente ninguna apreciación desfavorable— es el de los carniceros y de las vendedoras del interior del mercado, integrado por familias de comerciantes, tal vez las más ricas y consideradas.
  • 9 Observamos que los grandes ganaderos, especialmente los de la región de Azángaro, venden a comerci (...)
(15) Así, la procesión de la Virgen de la Candelaria, la patrona de Puno, se detiene en los altares que se levantan delante del mercado. Los hombres, en su mayoría, son comerciantes en carne, y por eso van a las llanuras de los alrededores, a la de Paucarcolla, distante de Puno alrededor de 15 kilómetros donde, además de caballos, se crían bueyes y vacas, y donde cada miércoles funciona un mercado que si bien es triste en la estación seca, resulta muy animado a partir de junio y julio, cuando el ganado ya gordo está en buenas condiciones de venderse; van también a llave, a unos 50 kilómetros hacia el suroeste, en el que todos los domingos hay un mercado muy importante (la pampa de llave, llanura de población muy densa que se extiende hasta los bordes del lago, es una buena región ganadera), y de esos sitios consiguen el ganado que venden en el mercado de Puno.9Estos, a menudo, son bastante ricos o por lo menos, como allí se dice “bien acomodados”. Una familia de las que conocimos invirtió parte de sus beneficios comprando un auto, del que ha hecho un taxi. El auto lo alquilan y pasean, mediante una remuneración muy provechosa, a los “gringos” que están de paso en las riberas del lago. Otro de estos carniceros enriquecidos, en el límite oeste de Manazo, ha construido una casa rodeada por un jardín encantador. Este grupo, que en primer lugar se define con una doble negación —no es indio para los indígenas, no es blanco o mestizo para los individuos del grupo dominante, y que encuentra en este doble rechazo su único criterio de identificación—, merece una mención especial. Apresurémonos en agregar que en ninguna otra ciudad de la región sobre la que tengamos alguna información es tan marcado el caso como en Puno. Sin duda, esto se debe a que este estatus se ha simbolizado allí tanto en un grupo profesional como en una residencia geográfica. Insistimos en el caso de los de Manazo para convencer al lector de que no todo lo que no es blanco o mestizo es necesariamente indio.

Cholos y mestizos

  • 10 “El arte popular religioso y la cultura mestiza”. En Revista del Museo.
16Generalicemos y precisemos estas observaciones: es alrededor de las profesiones artesanales que la cultura mestiza tradicional se ha constituido primero y mantenido después. La sociedad colonial reservó un lugar escogido a ciertos oficios que aseguraban a la vez prestigio y remuneración. Todavía hoy, en Ayacucho y en el Cuzco, se encuentran pintores, escultores, talabarteros y ceramistas que conservan la tradición de la vieja cultura mestiza y que en el pleno sentido del término son maestros artesanos; tal como Joaquín López, artesano de Ayacucho, a quien José María Arguedas ha consagrado un artículo:10
  • 11 Arguedas, ob. cit., p. 150.
Don Joaquín López Ancay pertenece a una familia de origen español, del lado de su madre es indio, no un indio vulgar o común (ellutan runa), sino pequeño propietario (allin ruma). De su abuela materna aprendió su oficio. Domina el quechua y el español y esta lengua la habla con corrección. Como un visitante de Lima se burlara de la manera como López pronunciaba una palabra en español, con altivez el artista replicó al impertinente: “cada uno de nosotros, señor, tiene su manera de hablar”.11
17Desgraciadamente, en Puno no hemos encontrado traza alguna de esas tradiciones artesanales y el mestizo clásico del que bosquejamos el retrato solo lo encontramos entre los carniceros y las vendedoras del interior del mercado. Señalemos que una profesión como la del carnicero es relativamente abierta. No requiere, como en el caso del artesano de Ayacucho, de una preparación muy larga ni de un talento particular. Por eso este grupo profesional, a pesar de todo, es relativamente accesible. En todo caso, hay que subrayar hasta qué punto el mestizo tradicional es diferente del cholo. Decíamos antes que para los de la buena sociedad, los carniceros de Manazo son cholos: sin embargo, la identidad del término no debe engañarnos. El mestizo tradicional ejerce un arte (como en Ayacucho) o un oficio (es carnicero, como en Puno) que le asigna un estatus; su formación profesional la recibe de su familia: se es escultor de padre a hijo; don Joaquín López se educó en el taller de su abuelo. Lo que caracteriza la condición del cholo y la distingue del mestizo tradicional es que él se beneficia con una promoción individual, mientras que la dignidad del mestizo se desprende de su oficio y de su profesión. El chofer de camión, el mecánico o el aprendiz de sastre han pasado por la escuela primaria: hablan más o menos el castellano y desean conocer mucho más el país y ganar dinero que ejercer un arte o un oficio. Tal individuo es esencialmente móvil: hoy en Puno, mañana en el Cuzco, siempre en ruta. Mientras que el mestizo tradicional es un maestro artesano, el cholo sirve para todo, entra en todos los empleos de los que se pueda ofrecer. No se distingue por su amor al trabajo bien hecho; hace de todo porque es hábil, pero al mismo tiempo es desordenado y discontinuo en su esfuerzo. ¿En qué profesiones se le encuentra? Tal vez da lo mejor de sí en la mecánica; además de que el motor goza de gran prestigio, la preparación que necesita un chofer no es muy exigente. Muy rápido adquiere el conocimiento suficiente para desenvolverse. El empleo es relativamente lucrativo, ofrece numerosas ocasiones para conocer el país y para hacerse de relaciones. Es decir que ofrece un canal completamente preparado al individuo ambicioso e inquieto que no tiene recursos ni calificación. ¿Hasta qué punto este cholo es diferente del mestizo tradicional? Por el momento es difícil decirlo. Contentémonos con una observación: mientras que el maestro artesano florece en una sociedad provinciana, más o menos cerrada, más o menos satisfecha de sí misma, el cholo sufre y difunde la influencia de los grandes centros urbanos. Tal vez nunca haya ido a Lima; tal vez no sueñe con establecerse allí. Pero escucha la radio, las canciones, lee las tiras cómicas como si viviera en un suburbio de la capital. La vieja cultura mestiza era una cultura regional: el actual proceso de cholificación prepara una cultura nacional más homogénea, en la que los difusores de masas —radio, prensa y cinema— formarán individuos indiferentes a las viejas costumbres y sensibles a las exigencias del nuevo estilo de consumo. Probablemente los notables de Puno todavía no se han dado cuenta de este interesante proceso; por eso continúan designando con la misma denominación despectiva de “cholo” a los carniceros de Manazo y a los jóvenes que dejan sus pueblos para ir a la ciudad a trabajar en lo que puedan.

La heterogeneidad del grupo indígena

  • 12 En general, las calles de Puno se nominan según el nombre de los departamentos (La Libertad, Lamba (...)
18Por otra parte, el grupo indígena no es tampoco muy homogéneo y es difícil distinguir al indio del cholo. En los extremos de la escala la distinción se hace sin dificultad: en lo más bajo de la jerarquía colocaríamos a los cargadores —pobre gente en harapos y con la boca deformada por la bola de coca—, que se ganan la vida llevando a la espalda grandes cargas. Muchos son capachiqueños, viven en el barrio del muelle y en Puno; para todo el mundo, esos son los indios. Pero no generalicemos tan rápido. ¿Qué sucede cuando estos cargadores pasan a ser empleados de la estación en la que trabajan como peones? Uno de ellos es conocido por su poder entre los indígenas, en cierto modo es el equivalente, aunque en un nivel muy inferior, del caudillo de Manazo a quien nos hemos referido. Cuando, una vez, averigüé sobre los signos y causas de tal poder, mi interlocutor no tuvo sino una palabra: “entre los indígenas es el que de lejos tiene el mayor número de compadres”. La influencia de este hombre popular me fue confirmada por uno de mis amigos, un sacerdote, quien me confió que para convencer a tal o cual pareja de indígenas que vive en concubinato (convivientes, como allí se dice) muy a menudo recurría a sus buenos oficios. Tendremos ocasión de ver cómo la preocupación por afirmarse, por imponerse, es muy marcada en la sociedad indígena. Por otra parte, sería sorprendente que un grupo, aun el menos favorecido, fuera perfectamente homogéneo e indiferenciado. Entre el cargador y el pequeño artesano indígena o el comerciante hay una distancia casi infinita. Tuve ocasión de visitar varias casas de los barrios populares en compañía de una asistente social del Centro Materno Infantil. En la avenida del Sol, cuatro familias capachiqueñas viven amontonadas en cuatro piezas, madrigueras en las que la luz no penetra sino por una puerta, por otra parte protegida con una cerradura Yale de fabricación norteamericana. Esas cuatro piezas dan sobre un corral de poco menos 10 metros de largo y de 3 a 4 metros de ancho. En el fondo del corral hay una construcción abierta a todos los vientos y a la que no se penetra sino encorvándose: es la cocina que sirve a las cuatro familias. Ese mismo día visité una casa del barrio Bellavista, en el que la población está constituida por indígenas, generalmente de la región de Paucarcolla, también de lengua quechua y en su mayor parte recientemente instalados en Puno. También tuve ocasión de constatar, en un viaje a Paucarcolla, este hecho interesante. Una casa, en la que mi intérprete creyó que encontraríamos una familia conocida suya, estaba cerrada. Preguntamos a los vecinos por los propietarios: “En Puno, nos respondieron, viven en Puno; pero vienen aquí de tiempo en tiempo para ocuparse de sus campos”. La casa que debíamos visitar estaba ocupada por un sastre, su mujer y sus tres hijos. Las paredes eran de adobe y el techo de paja. Dos piezas, una donde trabaja el padre, bastante amplia, sin ventanas y en la que duerme la familia y, en el otro extremo del patio, la cocina. Las incomodidades de estas instalaciones son menos sensibles por la manera como esta familia, cuyo caso sin duda es típico, emplea su tiempo: los niños están en la escuela o se divierten en la calle, la mujer es vendedora en el mercado y en el tiempo que le queda libre es lavandera; para su felicidad, la pareja no tiene un hijo recién nacido. El padre dispone así de la pieza como taller. Noto la presencia de dos camas, una para el hombre y la mujer y la segunda para todos los niños. Por lo demás, no hay colchón, almohada, ni sábanas y, como cubierta, unos ponchos. Esta segunda casa no dispone, como la primera, de agua corriente, pero sin duda es bastante más habitable. El emplazamiento y el volumen de aire accesibles a la familia son casi el doble que aquellos de los que dispone la otra casa con cuatro familias. ¿Este pequeño sastre es todavía un indio? Es difícil decidirlo. Habla mal el castellano, está fuertemente ligado a su pueblo, al que regresa a visitar a sus padres y a darles una ayuda durante el periodo de los trabajos. No es imposible que regrese a establecerse en Paucarcolla. En cuanto a sus hijos, lo más probable es que cuando terminen la escuela busquen un trabajo en la ciudad. Si pasamos ahora por el centro, encontraremos en la calle Moquegua, La Libertad o Lambayeque12la casa del sastre para el que trabaja nuestro artesano como subtratante. El maestro, término de cortesía que se aplica a todos los artesanos, sastres, mecánicos, carpinteros, que hace juego con el de doctor al que tienen derecho los miembros de las profesiones liberales, trabaja rodeado de sus compañeros, pues emplea a cuatro o cinco; si es próspero, incluso recurre a trabajadores temporales. A menudo, él mismo es indígena y, aunque haya dejado su pueblo recientemente, ya se ha abierto camino. En primer lugar se viste, si no tan bien como sus clientes, por lo menos como ellos. Sus vestidos son de casimir y no de lana como los del indio (vestirse de casimir es una ambición grande, ambición que ha logrado su primera finalidad), tal vez use corbata y hable más o menos correctamente el español. En efecto, la lengua y el vestido son las dos primeras características con las que se distingue de su medio original el indígena en vía de ascenso. Pero entre los cargueros reducidos a empleos temporales, muy a menudo inciertos de su mañana, y el sastre, se encuentra a individuos de actividades mal definidas; los trabajadores de hoteles, restaurantes, los empleados de categoría inferior, grupo de empleados que no es homogéneo ni social ni culturalmente. Los más educados, los que trabajan en los bancos, en las organizaciones públicas, el correo y la prefectura, pertenecen o más bien están en posibilidad de acceso al grupo dominante y se benefician del prestigio que se otorga a esta categoría social; los otros, cuyo empleo es casi manual, muchachos que hacen compras, empleados subalternos, constituyen una franja incierta relativamente móvil, de la que unos salen para elevarse y otros para caer más bajo.

El mundo misti

19El grupo social y culturalmente dominante que hasta aquí hemos calificado de blancos y mestizos, el misti, no es tampoco muy homogéneo. Notemos inmediatamente que está constituido exclusivamente por individuos que se consagran a actividades terciarias. No hay industria en Puno y el mismo comercio —nos referimos al comercio mayorista— no está muy desarrollado. Por ejemplo, las transacciones en lana se hacen en Juliaca mucho más que en Puno y las empresas comerciales más importantes, salvo dos o tres excepciones, son sucursales de las casas de Arequipa. El grupo socialmente dominante está esencialmente constituido por las profesiones liberales, los empleados de alto rango de la administración pública, dos o tres comerciantes notables y algunos hacendados que, aunque no vivan de manera constante en Puno, conservan allí una casa confortable y, a veces, un simple alojamiento. El contingente de profesiones liberales se recluta entre los médicos y farmacéuticos, abogados y hombres de ley. La relación de fuerzas entre esos dos grupos es desigual. En Puno funciona, además de un Tribunal de Primera Instancia, una Corte Superior de justicia, que juzga en apelación todos los asuntos que se desprenden de la jurisdicción del Departamento, el cual se encuentra adjunto al departamento selvático de Madre de Dios. Doce vocales (la ley peruana no conoce el jurado) juzgan los asuntos que les son sometidos. Se reúnen en secciones especializadas y, cada año, de entre ellos eligen a un presidente. La importancia y el volumen de los asuntos de los que tiene que conocer esta Corte explica el gran número de abogados, escribanos y notarios que hay instalados en Puno; más de 70 hombres de ley para una ciudad de menos de 15.000 habitantes gravitan alrededor de la Corte. La posición de abogado significa prestigio, pero no todos los hombres de ley ganan, necesariamente, mucho dinero. Sin embargo, si se contempla desde la parte alta de la calle Lima, entre la Plaza de Armas y la plaza donde están la prisión y el hospital (dirigido en 1953 por una hermana francesa de San Vicente de Paul) a los indios que en pequeños grupos esperan en las calles para penetrar en el despacho de un abogado, uno puede imaginar que la profesión judicial encuentra en el carácter pleitista de los indios, en las querellas de límites que sin cesar los enfrentan a unos contra los otros o que los oponen a los propietarios mistis, una fuente y un alimento inextinguibles. Sin embargo, el observador mejor informado reconocerá que el abogado, muy a menudo, tiene una vida dura y, sobre todo, que la multiplicidad de asuntos no es siempre un signo cierto de prosperidad. Los mejores abogados de Puno prefieren, sin duda, los procesos en los que se encuentran implicados algunos grandes intereses mineros o algunos grandes propietarios, a los asuntos en los que debaten los indígenas.

Los abogados

  • 13 El mundo es ancho y ajeno, cap. 3.
  • 14 No hemos hecho diferencia entre abogados y magistrados, porque entre estas dos categorías los inte (...)
20Aun cuando solo obtenga un ingreso relativamente módico, el abogado es allí una persona de importancia o, como se dice en Puno, de categoría. Es saludado con el título de doctor. A este mismo título tienen derecho, por otra parte, los médicos, profesores, maestros y aun los sacerdotes; en resumen, todas las personas que, por su profesión, parecen haber recibido una preparación intelectual particularmente cuidadosa, y esta denominación cortés nos parece de un gran valor por el respeto de que se rodea en Puno a las actividades intelectuales. El abogado ocupa un lugar preeminente, no solamente porque es instruido, sino en razón misma de sus funciones y, si se puede decir, de su utilidad. Sin duda, escuchamos a menudo denunciar la vanidad de la profesión judicial: "Ellos enredan el proceso a propósito y sacan ventaja de la confusión". He tenido ocasión de registrar varias veces esta observación y cada vez me ha venido a la memoria la fórmula francesa, "más vale un mal arreglo que un buen proceso", que me he esforzado en comunicar a mis interlocutores y todos, indios, blancos y mestizos, se declararon de acuerdo con esta máxima. Sin embargo, la mayor parte de estos escépticos había tenido ya que recurrir al abogado, entablar largos y costosos procedimientos, no obstante la desconfianza y la aversión que proclamaban tan fuertes respecto de la maquinaria judicial. Es que en un país, como es el caso del Perú, donde los derechos son a menudo confusos, sobre todo en lo que concierne a la propiedad de tierras, los recursos al juez a veces resultan inevitables, cualesquiera sean, por otra parte, los deseos o intenciones de los individuos y sus intereses. Entre las pretensiones contradictorias, a menudo mal fundadas y a veces violentas, su mediación se impone inevitablemente, sobre todo cuando ninguna de las partes está en capacidad, por su única fuerza, de imponer su voluntad a su rival. El juez y el abogado que representa a las partes son personajes esenciales en todo sistema social, pero su importancia es todavía más marcada en una sociedad como la peruana, donde la mezcla y el conflicto de culturas hace más difícil la determinación de los derechos y deberes de cada quien. Agreguemos que el abogado, porque puede resolver problemas insolubles para sus clientes, es para ellos un técnico, en el sentido de que dispone de una competencia y de una actitud de la que están desprovistos; y en cierto modo un mago, en el sentido en que actúa sobre una materia en la que los comportamientos y reacciones, pues se trata de conductas humanas, no están determinadas sino en forma incompleta. Así, para el cliente, el poder del abogado se acrecienta en razón misma de esta indeterminación y piensa espontáneamente “sólo él puede sacarme de este mal paso; si él quiere, él puede, o más bien no tiene sino que querer para poder”, del mismo modo que el canceroso incurable se aferra a la esperanza del especialista famoso que puede hacer un milagro en su provecho —este punto está bien ilustrado, por ejemplo, en Ciro Alegría13—. Así, el abogado tiene una clientela en los dos sentidos que generalmente se atribuyen a esta palabra; los clientes recurren a sus servicios y, si gana el proceso, se convierten en sus obligados, en sus clientes, en el sentido romano del término, porque el servicio que les ha ofrecido, que escapa a toda determinación rigurosa, no se deja medir exactamente con la remuneración monetaria que en intercambio ellos le proporcionan. El mismo fenómeno tiene lugar en nuestras sociedades con el médico; si un médico nos salva la vida, o nos arranca de una grave enfermedad, su servicio vale más o, más bien, no tiene la misma medida que los honorarios que le pagamos. El abogado no es, pues, un proveedor cualquiera de servicios, es un defensor, un aliado o un enemigo a la vez que un técnico del procedimiento, es un especialista de las relaciones personales. Hemos tenido ocasión, en lo referente a algunos asuntos judiciales de orden civil (dos sucesiones de familias de indígenas de Ichu y otro que enfrentaba a hermana y hermano de una importante familia misti de Puno), de interrogar a los interesados, pertenecientes a cualquiera de los grupos sociales, sobre el desarrollo de uno y otro de estos asuntos. La primera explicación, propuesta espontáneamente (salvo en un caso, en el que la persona interrogada era la beneficiaria del juicio), se refirió siempre a la disposición del juez con respecto a los litigantes. El hecho que mencionamos tiene simplemente un valor indicativo, y los asuntos a los cuales nos referimos estaban pasablemente embrollados. En un proceso criminal en el que el acusado estaría inculpado de homicidio, debidamente constatado, tal vez obtendríamos respuestas diferentes. Ocurriría lo mismo incluso para un asunto civil, si las pretensiones de uno de los litigantes aparecieran manifiestamente como irrazonables o evidentemente demasiado contrarias a las disposiciones más comúnmente conocidas de la ley y de la costumbre. Pero en las situaciones intermedias, aquellas precisamente cuya indeterminación suscita y alimenta la mayor parte de los procesos, la habilidad del abogado y, finalmente, la voluntad del juez son, más que el espíritu o la letra de la ley, tenidas como razón última de la sentencia. Una mujer del pueblo de Ichu me contaba sus litigios con un hermano por un campo que les venía de su padre y, para explicarme cómo su hermano había vencido a su marido en este largo y confuso proceso, dijo: “¿Cómo podíamos ganarle a mi hermano? Su abogado era compadre del juez”. El abogado y el juez son, pues, hombres poderosos, aunque no sean siempre ricos, porque su voluntad tiene la oportunidad de imponerse y de decir la última palabra. La mayor parte de los magistrados y de los abogados de Puno son originarios de la región; hay pocos forasteros, como se dice en español, lengua que distingue entre extranjero, persona de otra nacionalidad, y forastero, persona que, aunque pertenezca a la misma nacionalidad, vive en otra ciudad o en otra región. Así algunos, entre los más ricos, agregan a los recursos de la profesión judicial los ingresos de alguna propiedad que poseen en la región. En la mesa de familia se sirve el queso o la mantequilla provenientes de la hacienda. Cuando el fundo no está demasiado alejado de Puno, de tiempo en tiempo va el abogado a supervisarlo, pero muy a menudo es retenido en la ciudad por sus obligaciones profesionales y la propiedad queda confiada a un mayordomo, especie de intendente que la administra con más o menos autonomía a nombre, aunque no siempre en provecho, del propietario.14

Los médicos y sus enfermos

·         15 He aquí otra observación que confirma que el recurso a los servicios médicos es hasta ahora casi u (...)
21En Puno, como vimos, la corte, los jueces y los abogados tienen un lugar considerable. Los médicos —para una población de 15.000 habitantes que, además, deben velar por la salud de la población del departamento— constituyen también un grupo profesional que goza de gran prestigio. Lo que hemos dicho de los lazos que unen al abogado a sus clientes no se aplica a las relaciones entre el médico y sus enfermos. En primer lugar, el médico en Puno cumple con frecuencia funciones que lo asemejan a un funcionario. El servicio departamental, que tiene a su cargo un programa muy vasto de lucha contra las enfermedades infecciosas, lo necesita a menudo. Además, su clientela se limita más estrechamente a la población urbana, y aun a los grupos blanco, mestizo o cholo de esa población. El indígena y el cholo recurren más fácilmente al curandero o al brujo e, incluso, una buena parte de la gente no desdeña estos servicios. ¿Es igual el prestigio del médico al del abogado? No es fácil medir el prestigio de que goza una profesión. Sin embargo, dos índices permiten al observador hacerse una idea, aunque sea indirectamente. En primer lugar, el número de niños o jóvenes interrogados sobre la profesión que a su gusto elegirían. En la encuesta que desarrollamos en una escuela de Puno y sobre la que tendremos ocasión de volver a hablar, la profesión jurídica es preferida con mucho a la del médico. Los interrogados pertenecen a un medio social relativamente homogéneo; todos son hijos de familias pobres, la única diferencia inmediatamente significativa, en cuanto a su origen social, es su lugar de nacimiento y de origen (rural o Puno). He aquí un segundo índice de interpretación, por otra parte muy incómodo, porque no permite distinguir si el prestigio de un individuo se debe a sus cualidades personales o a la profesión que ejerce. Incidentalmente, en el curso de conversaciones amistosas, pedimos a varias personas indicarnos cinco notabilidades locales según un orden jerárquico. Las respuestas testimonian una notable convergencia. La misma persona ocupa el número 1 en las 8 respuestas que obtuvimos. También es notable que ninguna de las personalidades designadas por nuestros interlocutores para ocupar los puestos 2, 3, 4 o 5 encuentren el mismo rango en la opinión de sus conciudadanos, aunque solo se mencionaran 7 nombres diferentes. Agreguemos que la significación del rango atribuido a un individuo es muy variable y difícilmente captable. El que ocupa el número 1, sin ninguna duda, dispone de un prestigio personal bien establecido. En cuanto a la diferencia entre los números 2, 3,4 o 5 es muy sutil y hemos tenido cuidado de interrogar a personas que, aunque bien al corriente de los asuntos de la ciudad, no pertenecían a la élite de prestigio, por lo que les era difícil la determinación exacta de las diferencias que, en más o en menos, afectan el estatus de tal notable en relación con el de tal otro. Como quiera que sea, 5 sobre 7 de los designados eran abogados, un solo médico fue mencionado y la más popular de las personalidades de Puno muy evidentemente debía esta designación más a sus cualidades personales que a sus funciones. Insistamos un poco en el paralelo entre la situación del médico y la del abogado. En primer lugar, el abogado y el magistrado son personajes familiares tanto al indio como al misti. No hay campesino, por pobre que sea, que no haya tenido una experiencia personal, de sus padres o amigos, de querellas de herencia o de límites. Por el contrario, puede que pase toda su vida sin ver al médico. La profesión jurídica no solo está presente en Puno, capital del departamento; en Azángaro, capital de provincia, o en Juli, hay un tribunal a cuyo alrededor se afanan los abogados; las capitales de distrito tienen un juez de paz. Los médicos, por el contrario, residen en las ciudades. La ley dispone que cada provincia deba estar provista de por lo menos uno. Como las provincias son tan vastas, para la gran mayoría de la población rural el médico resulta un personaje lejano, localizado muy claramente en el universo del misti. Esta asociación se ve reforzada por las condiciones en las que se cumple la difusión de las prácticas de higiene en el medio rural. Los equipos del Ministerio de Salud Pública, organizados para luchar contra las epidemias de tifo, pasan por los poblados, desinfectan las casas y enseñan a los habitantes las virtudes del DDT. Esa intervención muchas veces es considerada como una amenaza o, por lo menos, como una intrusión. Los educadores de higiene, muy a menudo, son también mal acogidos. Las casas se vacían cuando ellos se aproximan. De esta resistencia del indio respecto de la medicina hemos tenido numerosos ejemplos en la misma ciudad de Puno. Hay un centro organizado para la protección de la infancia, y hemos tenido ocasión de conversar con las enfermeras y el médico que lo tienen a su cargo. Antes de acoger a un lactante, el centro procede a una encuesta sobre los recursos de la familia, su composición, su modo de vida. Las enfermeras ofrecen en esta ocasión consejos en cuanto a los cuidados que debe observar la mujer que espera un niño y a la alimentación de los niños de poca edad. También pueden "seguir" a la madre y asistirla en sus embarazos. La resistencia que sufre la obstetriz misti es señalada unánimemente por nuestras informantes. Esta se explica por la desconfianza respecto de todo lo que viene del misti —"No queremos nada con usted", es una respuesta que con frecuencia reciben los educadores de higiene—, y por el apego a antiguas costumbres cuya ineficacia no es mejor percibida que la eficacia de los nuevos métodos.15
22Además, las relaciones entre el médico y el enfermo están limitadas a sectores definidos de la salud. En numerosos casos en los que nosotros recurriríamos al médico, en Puno el enfermo adopta una actitud resignada o, bien, busca el consejo de un curandero. Por otra parte, los mismos mistis dan prueba de una resignación similar: los médicos la estimulan. Al sentir malestar y un estado algo febril, uno de nuestros amigos, sacerdote de Maryknoll, visitó a un médico de Puno, hombre de renombre y mérito. Como el paciente estaba ya aclimatado a la altura, el médico no manifestó ninguna inquietud y claramente le aconsejó esperar que la indisposición pasara por sí misma. Como no pasara sino lentamente y muy mal, el médico reconsideró su punto de vista y aconsejó al enfermo “bajar a Arequipa”. Este escepticismo terapéutico no impide, en otros casos, el recurso a los “grandes medios”. Al estar ligeramente agripado, con una fuerte fiebre y un violento dolor de garganta, fui tratado con penicilina como si se tratara de una grave enfermedad infecciosa. En la medida en que la medicina es concebida como preventiva, por ejemplo, si se trata de evitar o detener una epidemia de tifo, la relación entre el médico y el enfermo es percibida como impersonal y abstracta; o casi quirúrgica en la medida en que la medicina es una cirugía cuando interviene en el tratamiento de enfermedades con manifestaciones impresionantes (para el enfermo o el médico), caso en el que es percibida como una solución excepcional a una situación extrema. En uno y otro caso, la medicina no está integrada a la experiencia cotidiana. El recurso al médico, aun para los individuos a quienes esta solución es posible o fácil, conserva un carácter excepcional. Muy raramente se establece entre el médico y el enfermo el tipo de relaciones personales que sirven de base, en nuestras familias burguesas, a la autoridad del médico de la familia, conservador de secretos y proveedor de consejos, o a la sólida popularidad del médico rural cuyo éxito hace que pronto se le consagre como un “notable”. No emprenderemos aquí una digresión sobre la magia indígena, de la que hablaremos largamente en el capítulo 3. Sin embargo, necesitamos subrayar que el círculo de sus adeptos sobrepasa grandemente a la población india. Uno de nuestros amigos de Puno, hombre de los más cultivados, de gran reputación intelectual, que gustaba iniciar nuestras conversaciones con algunas frases que mostraban su conocimiento de nuestra lengua y literatura, sostenía que varios de sus numerosos hijos se habían librado de sus enfermedades infantiles con los cuidados de un curandero de Acora.

Ingenieros y funcionarios

23Nos parece que el hombre de ley le gana en prestigio al médico: una serie de notas confirma la preeminencia del hombre que sabe hablar, del especialista en relaciones humanas sobre el técnico. Preguntémonos de qué crédito dispone el ingeniero. El título se concede libremente y, en cierto modo, nos parece equivalente al de doctor, que se da a toda persona instruida. Entre los ingenieros señalemos al jefe de Servicio de Puentes y Caminos y al agrónomo director del Servicio Agrícola, en los dos casos funcionarios de rango medio, estimados y apreciados, pero que no figuran entre las personas más populares de la ciudad. Algunos de entre los grandes propietarios de tierras —que han proseguido estudios de agronomía—, son llamados con este título; manera más solemne de dirigirse hacia ellos que el don: seguido del nombre, más o menos equivalente al sir, con el cual la persona que habla manifiesta en forma respetuosa, pero clara, cierta intimidad con un personaje de importancia o al que quiere halagar. Con algunas raras excepciones, no se trata sino de un signo de cortesía. Sin embargo, a medida que los servicios administrativos se desarrollan, el número de técnicos y de ingenieros aumenta. En general, son forasteros que se instalan por un periodo más o menos largo. Sin embargo, los hay, como el jefe del Servicio Agrícola, que son originarios de la ciudad. En realidad es solo con reservas, y no plenamente, que se les admite en la élite. De todos modos se busca su amistad, sobre todo si a sus funciones técnicas se agrega el poder de recibir o recomendar la distribución de créditos o subvenciones.
24El grupo profesional de abogados y de médicos no es el único que constituye la élite de Puno. Cierto número de familias ricas con tierras en los alrededores tienen una casa en la capital del departamento. Algunas veces esta casa permanece cerrada o alquilada; el gran propietario habita en Arequipa o Lima, y no viene sino raramente a visitar sus propiedades y, más raramente todavía, a Puno.

Los hacendados

25En los otros casos, sobre todo cuando sus tierras están próximas a la ciudad, el propietario vive en Puno, desde donde puede vigilar sus bienes sin exponerse a las incomodidades y a los rigores de una estancia prolongada en su hacienda. En general, vive en una casa con techo de teja (la teja es más seca que la paja), con paredes de adobe que protegen bien contra los rigores del clima. El plano de la casa es cuadrangular. De la puerta o del portal, al que se llega desde la calle, se penetra en un patio empedrado con pequeñas piedras de las islas del lago. Muy a menudo, la casa no tiene sino un piso, y las diversas piezas dan a un patio; solo las casas muy amplias tienen dos patios. Un propietario adinerado a veces le agrega un piso al cuerpo del edificio primitivo. Dispone, así, en un ala de la casa, de una especie de torre. Si es abogado, instalará allí su bufete, no aquel en el que recibe a sus clientes, sino la pieza donde guarda sus libros y sus viejos papeles. En este caso, domina las otras casas y puede abarcar de una sola vista el panorama del lago. Ese hombre rico, además de su casa en la ciudad, posee tal vez una quinta, especie de villa en las afueras de Puno, por ejemplo al lado de Manazo, que muy a menudo cuenta con un jardín, pobre y árido a causa de los rigores del clima, aun cuando algunos logren en esas huertas algunos árboles frutales.
26Pero, en general, el gran propietario no hace sino pasar por Puno, donde casi siempre goza de gran prestigio a causa de su riqueza y de sus relaciones con el mundo o con los poderosos de la ciudad de Lima.
27Al mismo tiempo suscita reacciones de hostilidad muy viva porque, en el fondo, no es de Puno. Su centro de interés está en Lima, en Arequipa, o en su hacienda. De todos modos permanece un poco al margen de la ciudad a la que a veces aparenta despreciar, al igual que el parisino desdeña la provincia. Con frecuencia se escucha en Puno la queja de que los grandes propietarios ignoran el departamento, que no piensan mucho en su tierra, como allí se dice. Más de veinte veces me han dicho “si la ciudad no tiene hoy bellos inmuebles como Arequipa es porque toda la gente rica que obtiene sus ingresos de su propiedad en el departamento los gastan en otras ciudades”. Y el ciudadano de Puno, sobre todo si es comerciante, no está lejos de considerar este uso que de sus ingresos hacen los grandes propietarios como una injusticia, de la que personalmente es víctima.
28Tal vez podamos comprender por qué el patriotismo local está menos afirmado en este grupo que en Cuzco o Arequipa. El gran propietario de Puno reside rara vez en sus tierras. Ni por asomo piensa en instalarse en la capital del departamento. Por eso la vida provincial se organiza sin él; y en consecuencia manifiesta la tendencia a retirarse de ella.
29No vayamos a creer, sin embargo, como no cesan de repetirlo nuestros amigos, que Puno es la “eterna olvidada”. En modo alguno tiene el rango de capital provincial que exhiben Arequipa o Cuzco. Y es en la estructura de su élite y en la heterogeneidad social de su población donde principalmente debemos buscar la causa.

Los intelectuales

  • 16 Páginas 411-415 de la edición de Aguilar.
  • 17 Cuya querella con el emperador Pachacútec, por los favores de una princesa de sangre real, se cuen (...)
30El hacendado se reconoce por su riqueza y su poderío; que muchas veces se debe a las relaciones que ha sabido entablar en la capital. Al grupo social y culturalmente dominante pertenece también la categoría de los "intelectuales" que, sin embargo, no dispone de mucha riqueza ni de mucho poder. Ya hemos tenido ocasión de señalar el prestigio de que están rodeadas las actividades intelectuales. En Puno florece una sociedad histórica, el Instituto de Arte Americano, se imprimen versos, cuentos; en resumen, se manifiesta inquietud por las cosas del espíritu. El pasado de la ciudad retiene la atención de los intelectuales que gustan destacar su originalidad, en relación con el de otras ciudades de la sierra, como Cuzco, o la vecina metrópoli de Arequipa. Se puede hablar, así, de cierto regionalismo, tal vez quisquilloso —como lo muestra una reciente polémica entre los Andes y un cronista del periódico de Lima El Comercio—, que los intelectuales explotan en los discursos de orden, especie de conferencias escritas que se leen en las reuniones solemnes de las diversas sociedades. Las bellezas del lago, la fundación y los orígenes misteriosos de Puno les sirven con frecuencia de tema. Un texto muchas veces citado es el capítulo “El Justicia Mayor de Laikakota”, en las Tradiciones peruanas,16 donde Ricardo Palma cuenta cómo una descendiente del gran general Ollantay17 reveló a un joven soldado español, de origen andaluz, la presencia de oro y plata en cantidades fabulosas y cómo el virrey Conde de Lemos se apoderó de esa fortuna. Sin embargo, las actividades intelectuales son difusas, poco especializadas y para decirlo todo, literarias. Son la obra de personas que solo disponen del poco tiempo libre que les dejan sus profesiones. Se puede entender al grupo "intelectual" en un sentido más restringido. Puno posee un Colegio Nacional, colocado bajo el patronato de San Carlos. Hasta hace aproximadamente 20 años, parte de la enseñanza estaba a cargo de personas que actuaban como profesores en sus momentos perdidos, generalmente abogados que enseñaban la historia universal o la lengua española. El personal a tiempo completo lo constituye un núcleo de intelectuales profesionales, cuya posición social es interesante aunque difícil de determinar, e integrado por los maestros de enseñanza primaria y los profesores de la escuela normal; una de las cuales, la de varones, está a cargo de religiosos salesianos. El maestro goza del prestigio que se otorga a aquel que sabe y que enseña. Es, por excelencia, el agente de trasmisión de una cultura en la que todos, más o menos inconscientemente, tratan de participar. Por otra parte, sus mediocres ingresos no les permiten igualarse con las personas más visibles de la ciudad, frente a las cuales bien pueden sentirse por momentos iguales o superiores. Además, el grupo de educadores no es homogéneo; entre un profesor de San Carlos, miembro de alguna sociedad científica y la maestra de una pequeña escuela, frecuentada por los niños de Manazo, la distancia es grande. El primero se considera antes que nada un intelectual —un doctor—, la segunda se gana la vida como pedagoga. Los acerca su papel de educadores y cierta fe en las virtudes de la instrucción y en los beneficios que de ella obtendrá la nación. Por eso el educador no deja de suscitar algo de desconfianza, puede ser tachado de radical o se le acusará de nutrir o difundir ideas peligrosas, sobre todo en una ciudad como Puno, donde la población escolar incluye en gran parte jóvenes indígenas, recientemente llegados de sus pueblos, y en la que los problemas de la educación no son separables de los problemas raciales y culturales. Por otra parte, el "indigenismo" recluta a muchos de sus adeptos entre los maestros rurales, o más generalmente entre los maestros que tienen experiencia en la vida campesina. Ahora bien, el interés por los indígenas despierta cierta desconfianza entre los más conservadores. Mientras todo quede en la evocación de un pasado glorioso y pintoresco, el indigenismo folclorizante no suscita sino poco temor. Pero muy a menudo se tiñe de apreciaciones críticas respecto de la organización actual de la sociedad y se atreve a algunos planes de reforma más o menos aventurados.

Castas y clases en Puno

  • 18 Gente de lengua aimara o de lengua quechua.
31Ninguno de los tres grupos que hemos reconocido en el primer examen es homogéneo. Desde el punto de vista de las actividades profesionales vemos, por ejemplo, que aunque las profesiones liberales están ampliamente representadas, la élite de Puno cuenta con grandes propietarios que gastan la mayor parte de sus ingresos en Arequipa o Lima y que no están ligados a la ciudad sino por lazos muy débiles; que acoge a intelectuales y funcionarios, muy a menudo hostiles a los primeros y que, en todo caso, se distinguen de manera evidente por su modo de vida. El grupo indígena no es más simple. Incluye la mano de obra y a empleados, quechwistas y aymaristas.18
32Tiene sus pobres y sus ricos. Veremos después que en ciertos sectores está profundamente desorganizado y desmoralizado, mientras que en otros ha sabido preservar las reglas de una organización estable y coherente. Sería, pues, erróneo imaginar a Puno como a una tranquila ciudad de provincia donde no pasa nada. Sin duda, los movimientos aparecen en un principio en forma muy atenuada. Lo que ocurre es que no hay industria alguna, aun de proporciones modestas, que atraiga a los indígenas, ninguna fábrica que les proponga empleo, ni transforme sus hábitos de consumo. Puno, como lo hemos dicho, se dedica a actividades terciarias: comercio y administración son palabras que resumen casi completamente toda la vida de la ciudad. Parecería que olvidamos a los artesanos, pero el indígena que deja sus campos para ir a Puno encontrará un medio social que no es muy diferente del que deja. Las casas de Bellavista o de Laicacota son muy parecidas a las de una aglomeración indígena; no disponen de ninguna comodidad urbana. Sin duda, la vida que lleva el recién llegado de Paucarcolla o de Capachica es diferente de la que tenía en su comunidad; el comercio reemplaza a la agricultura, mejor dicho las transacciones irregulares, que entrecortan una vida perezosa, reemplazan a la serie rítmica de los trabajos agrícolas. Pero, por otra parte, especialmente en el barrio de Manazo, y más aun en la región todavía completamente rural que se integra poco a poco y se agrega a Manazo, hay numerosas familias indígenas que viven del producto de sus campos, y del cual una parte va al mercado. Allí, la transición entre la vida rural y la vida urbana es casi imperceptible. Sin embargo, Puno cambia al indígena y transforma su condición.
33Por eso estas breves notas nos presentan, en resumen, la mayor parte de los problemas que vamos a estudiar. La multiplicidad de formas que reviste la condición indígena, las relaciones del indígena con los otros grupos raciales, la estructura de esos grupos y las relaciones de estos, entre ellos son evocadas en las páginas anteriores. Estas lograrán su objetivo si convencen al lector de que el estudio de la condición indígena es inseparable del estudio de sus relaciones con los otros grupos sociales con los que vive en contacto. Debemos formular una excepción. De ninguna manera presentamos a Puno como representativa de las ciudades del departamento. Sin duda, presenta similitudes notables con otras, por ejemplo, con Juli: la misma importancia de la función judicial, la misma mezcla de costumbres urbanas y rurales y, grosso modo, la misma división de la población en los tres grupos que hemos reconocido en Puno. Pero las diferencias no son menos notables. Juliaca, por ejemplo, a unos cincuenta kilómetros hacia el norte, en la intersección de la línea Cuzco-Puno y Arequipa-Puno, es un centro comercial. Las transacciones son en lana y carne y el movimiento comercial es mucho más fuerte que en Puno. La estructura de la élite de Juliaca es muy diferente de la de Puno; allí no vive ninguna gran familia de hacendados y las profesiones judiciales están poco representadas. Por el contrario, el dinero circula en forma más abundante y los nuevos ricos tienen una posición de privilegio. Hay que citar aquí el caso de una promoción muy notable. Un modesto recolector de lana, indígena, en menos de treinta años se ha convertido en uno de los hombres más ricos de la ciudad. Ha construido un hotel y un cinema, sin descuidar sus negocios de lana. Este hombre rico no es recibido por la sociedad de Puno, mientras que en Juliaca es un notable. Por lo demás, pasa buena parte de su tiempo en Arequipa, donde está instalada su familia y donde sus hijos siguen estudios en la universidad.
  • 19 Se sabe, según estos autores (Caste and Class in a Southern Town), que el sistema de castas se def (...)
34¿Cómo caracterizar la organización social en Puno, de la que brevemente hemos señalado algunas características? En primer lugar, hay que subrayar que no puede ser asimilada a un sistema de castas, como el que Dollard y Miller han observado en una ciudad del sur de los Estados Unidos.19 La presencia de un carácter racial, o de cierto número de caracteres raciales, no basta en Puno para ubicar a un individuo en una casta de la que, en razón de los dichos caracteres, no podría evadirse, ni a excluirlo de otra casta y de todo contacto con los individuos que pertenecen a esta. Repitamos que la jerarquía social de ninguna manera reproduce la gama de diferencias raciales. Hemos subrayado cómo un individuo que, desde el punto de vista físico, no se distingue de un indio de Ichu, en razón de su profesión en Puno puede ser calificado como cholo o mestizo. La relatividad de esta calificación se aprecia mejor si se tiene en cuenta que el mismo individuo que en Puno sería aceptado como misti y reconocido, aunque no completamente, como gente, en la sociedad de Arequipa, cuya vanidad, no sin amargura, ha sido mencionada frecuentemente, sería tratado desdeñosamente como cholo; o de serrano, por el primer limeño que encuentre, orgulloso de su condición de “criollo”. Sin embargo, no se debe sacar como conclusión que los rasgos raciales inmediatamente perceptibles no afectan el estatus de los individuos, y que la jerarquía social de Puno reposa sobre una distinción de clases más o menos comparable a la que se encontraría en una gran ciudad, en Lima, por ejemplo.
35Aun en nuestras sociedades, la noción de clase es de difícil manejo. El mismo Marx la tomó en múltiples sentidos, más o menos compatibles; sin embargo, hay un uso que ha terminado por imponerse. El pertenecer a la burguesía o a la clase obrera se prejuzgaría por la posición del individuo en el proceso de la producción industrial. A la burguesía correspondería la posesión y el control del capital técnico y financiero. La clase obrera constituiría la mano de obra o, si se quiere, la fuerza de trabajo que emplea la burguesía y que, según otros, explota. Max Weber no se aparta en nada de este punto de vista cuando propone considerar a las clases sociales según la posición que ocupan en el mercado del trabajo: los burgueses piden, los obreros ofrecen trabajo. ¿Es posible explicar, teniendo en cuenta la posición de un individuo en el mercado del trabajo, todas las características que definen su conducta en todos los otros sectores de su actividad? El ingreso no es solamente la remuneración de un factor de producción: la manera como es gastado nos enseña tanto como la forma en que es ganado y la multiplicidad de tipos de gasto rompe la relativa unidad de dos clases antagónicas. Todo estudio de clases navega entre los dos escollos de una descripción y de una interpretación cuidadosa de las diferencias que, en el interior de la burguesía y del proletariado, permiten identificar a los grupos más o menos individualizados, y la explicación de que, bajo la multiplicidad de conductas y costumbres, se encuentra el juego de un factor único y poderoso. Lo que nunca queda claro en tales trabajos es si el desarrollo de las clases y la intensidad de la lucha no exigen una sociedad cultural-mente muy homogénea para reconocer los mismos símbolos de prestigio y de rango (por ejemplo, el dinero), para admitir en la base los mismos principios de selección (el mérito personal) y para estilizar y depurar los conflictos particulares, en una lucha o debate, entre dos antagonistas o dos interlocutores. El escándalo de la explotación burguesa no es plenamente perceptible sino por individuos abiertos a una ideología racionalista, o sensibles a las exigencias de la caridad cristiana: me parece escandaloso vivir del trabajo de otros porque estoy persuadido de que valen tanto como yo, y que los hombres son iguales, ya en razón de su carácter de seres razonables, ya porque son los hijos de un mismo creador. Resistiría mejor la mala conciencia si tuviera la seguridad de pertenecer a una élite que solo debe rendir cuentas a ella misma y que no reconoce deberes respecto de los inferiores.
36En las sociedades donde todavía coexisten culturas muy diferentes, las relaciones entre grupos dominantes y grupos dominados son de otra naturaleza. Los dominados no tienen reivindicaciones que presentar a los dominantes. Por otra parte, la perspectiva simple y dramática que impone la lucha a muerte del proletariado contra la burguesía casi no tiene eco en Puno. Allí no encontramos ningún mercado de trabajo y, en las tensiones sociales que podemos observar, la parte de las reivindicaciones de salario casi no tiene lugar. La heterogeneidad cultural, que a veces llega hasta la ausencia de una lengua común, entre el indio que no sabe castellano y el funcionario que no habla ninguna de las dos lenguas indígenas, introduce un elemento que basta para distinguir, sin equívoco, tal organización social de todo sistema de clase, si por esa expresión se comprende una forma de organización en la que predominan los tipos de conflicto observables en nuestras sociedades industriales. Precisemos el alcance de esta observación. No decimos que toda organización de clases esté ausente de la sociedad peruana; decimos solamente que esta no aparece en Puno. Se la encontraría en Lima, Cuzco y Arequipa, aunque en forma diferente a la que se acostumbra en Europa; si no la percibimos en Puno, en lugar de forzar los hechos, es mejor señalar su ausencia. Desgraciadamente, las monografías de las ciudades o de las comunidades tienen un grave inconveniente: en Lima se toman las principales decisiones que poco a poco cambian la figura de Puno; por eso, la observación de la vida social en Puno no puede enseñarnos todo lo que deseamos saber sobre la sociedad peruana. Al limitarse a la descripción de grupos bien circunscritos, aunque estrechos, nos inclinan a creer que la estructura de una sociedad como la del Perú de hoy es idéntica a la de una capital de departamento.

Relaciones interpersonales: entre mistis, prudencia y duplicidad

37En Puno no hay, en sentido estricto, ni casta ni clase; si es así ¿cómo describir el sistema de estratificación de tal ciudad? Nada nos autoriza a imaginar Puno como una ciudad sin conflictos ni tensiones; pero esos conflictos se expresan más bien entre los individuos, las familias o las pandillas que entre los grupos socioeconómicos o raciales. Las relaciones personales están marcadas por una gran cortesía aparente. La afabilidad es la norma. Cuando dos amigos se encuentran, la conversación se abre con un intercambio de preguntas largas y minuciosas sobre la salud de todos y cada uno de los miembros de la familia de los dos interlocutores. Pero estas demostraciones no logran siempre esconder la desconfianza ni la envidia. Las personas de la buena sociedad se someten unas a otras a un profundo examen crítico del menor de sus actos; los estatus son incesantemente replanteados. Uno de los hombres más notorios de la ciudad, que parecía gozar de una popularidad muy sólida y amplia, nos ofrecerá un ejemplo. Había organizado una institución caritativa que recogía a menores, generalmente indígenas, abandonados por sus familias. Esta iniciativa había acrecentado la estima que en general se tenía hacia este bien establecido abogado. En siete meses tuvimos tiempo de asistir a la declinación y casi a la caída de su reputación. Cuando en 1952 llegué a Puno, él dejaba un cargo en la Corte, honorífico e importante; lo conocimos en la reunión de un club en la que pronunció con gran elocuencia el discurso de orden, especie de arenga muy patética, a la memoria del héroe nacional Miguel Grau. Las cosas comenzaron a ir mal cuando los fondos ofrecidos por Lima para el mantenimiento de esta pequeña institución, tantas veces prometidos y hasta entonces distribuidos con parsimonia, dejaron completamente de llegar. Una campaña de rumores sembró dudas sobre la administración de este hombre al que hasta la víspera se le tenía, o se le pretendía tener, por filántropo. No hemos podido remontarnos a un origen único por ser tantos los rumores que a la vez florecían espontáneamente por todos lados. El sospechoso no encontraba sino sonrisas y, al mismo tiempo, se evitaba darle las pruebas explícitas de confianza y estima que él habría querido usar como arma contra sus detractores. Más tarde, en una reunión del mismo club donde tuvo la osadía de presentarse —audacia que fue comentada en forma diversa—, fui testigo de sus esfuerzos por aclarar las cosas mientras sus interlocutores lo esquivaban y apartadamente comentaban con discreción el tema: “no hay humo sin fuego”. En nuestro siguiente paso por Puno, dos meses después, supe que, aprovechando las vacaciones judiciales, había viajado a Lima para curarse de una enfermedad que todo el mundo juzgó diplomática. Este ejemplo creemos que ilustra muy bien el juego, a veces duro y cruel, que se desarrolla bajo las apariencias de la más tierna amistad. “Hermano”, es un título con el cual se saluda corrientemente. Es prudente no tomarlo sino con mucha circunspección.

Entre indios: accesos de violencia

38Por el contrario, entre indígenas —especialmente aimara—, las relaciones personales están marcadas por accesos de violencia y por una gran inestabilidad. Una nimiedad es suficiente para provocar incidentes muy graves. Poco tiempo antes de nuestra llegada a Puno, el barrio de Laicacota había sido testigo de un crimen que nos ejemplifica un poco sobre estos movimientos de violencia. Un joven de Acora, aunque instalado en Laicacota, había enviado a sus amigos para pedir a una joven ante sus padres, con la cual se quería casar. El pedido fue rechazado. Los embajadores, al ir a comunicárselo, fueron por él insultados y tratados de “mujeres”. Estos, furiosos, lo atacaron y golpearon hasta matarlo.
39Estas observaciones no interesan sino a las relaciones interpersonales y no a las relaciones entre grupos. Repitamos que, en la ciudad de Puno, las líneas de división entre indios y mistis no están claramente trazadas como, por ejemplo, en la hacienda, donde el propietario, acompañado de su administrador y caporales, hace frente a la masa de pastores indígenas. No hay en Puno segregación por barrios, aunque de todos modos en Laicacota o en Bellavista el predominio indígena es manifiesto. Pero el misti no está excluido, como tampoco lo está el indígena de los barrios del centro. La oposición entre grupos étnicos no está rígidamente institucionalizada. Es difusa antes que específica. La tierra se ha convertido para el campesino indígena en símbolo de su lucha contra el misti. Por el contrario, en la ciudad no hay un símbolo tan explícito por cuya identificación puedan distinguirse y oponerse blancos y mistis. Estaríamos tentados de presentar la hipótesis de que los conflictos entre mistis e indios son mucho más intensos en el marco de la comunidad o de la hacienda que en una ciudad como Puno; digamos aún que en Puno no son sino el reflejo de las tensiones y conflictos que desgarran a la sociedad agraria.
40Presentemos ahora una segunda hipótesis: en Puno la tensión más fuerte no se da entre el grupo indígena y los mistis, sino en el interior de cada uno de los grupos y, más particularmente, en el interior del grupo misti. Hemos intentado ya señalar a sus principales componentes: abogados, médicos, grandes propietarios. Es entre estos diversos grupos, a veces reducidos a algunas unidades, donde se libra la rivalidad más áspera. Ahora bien, esta guerra, como mejor lo veremos después, es mucho menos por la conquista de ventajas materiales definidas que por el prestigio. Nuestra tercera hipótesis la formularíamos así: como el éxito no se mide claramente y menos todavía exclusivamente en términos del logro económico, el prestigio es en especial difícil de medir y continuamente discutido.
41Para comprender el alcance de la hipótesis de que los conflictos son más intensos en el interior de los grupos que entre los grupos mismos, sería necesario distinguir entre la expresión manifiesta del conflicto y su realidad latente. A un indio, la agresividad abierta contra un misti no le está, social ni culturalmente, permitida. No dejaría de sufrir sanciones muy duras. Por eso el indio tiene, por el contrario, tendencia a exagerar su sumisión. Los únicos casos en los que expresará su agresividad contra el misti serán cuando pierde todo control, cuando una situación de fuerza se crea a su favor, provisional o permanentemente o, por último, cuando tiene el sentimiento de estar en su casa, atrincherado en su comunidad.

El prestigio

42Si queremos interpretar la estratificación de una comunidad como Puno, nos parece más simple establecer una lista de símbolos de prestigio y de estatus; después, estaríamos en capacidad de decidir qué representación de la jerarquía social es implicada por el empleo de los criterios que espontáneamente usan nuestros amigos de Puno para clasificar a sus conciudadanos. Entre las personas de la sociedad (la gente, como allí se dice) el dinero, la profesión, el nacimiento y la educación son una y otra vez invocados para decidir el estatus. La fortuna es, evidentemente, considerada con respeto. Pero parece que su uso, es decir el gasto, atrae la atención al igual que su origen y fuente. Un hombre rico es el que no retrocede ante el gasto y que trata con esplendidez a sus amigos. Riqueza y gasto son casi equivalentes y parecería que en Puno el único empleo de los ingresos excedentes fuera el consumo ostentoso. Sin embargo, la prodigalidad no le cede a la avaricia, y el gasto está estrictamente circunscrito. La conservación de las casas y su mejoramiento no parecen tener sino muy poca importancia en las preocupaciones de la gente de Puno; el mobiliario casi no se menciona en las conversaciones. Quedan los gastos suntuarios colectivos, de los que los hombres son, por otra parte, los agentes principales cuando no los exclusivos. Esta obligación de munificencia tal vez explica que las gentes de Puno se muestren en este punto susceptibles al reproche de avaricia. Aquel que no trata a sus amigos con la misma largueza y, si es posible, con mayor despliegue aun de como ha sido tratado por ellos es rápidamente tildado de tacaño y criticado como tal. Por supuesto que no se trata sino de consumos en el club y en el hotel de turistas, pero el estatus de más de un notable ha salido dañado o reforzado de esas reuniones donde, a fuerza de “vueltas”, las billeteras sufren. En relación con esta actitud respecto del consumo se desarrollan dos desviaciones que son, una y otra, sancionadas: el hombre rico que se abstiene de gastar y el hombre de pocos recursos que quiere deslumbrar a sus amigos y conocidos. Del primer tipo hemos conocido una muestra, del que se burlaban bajo el nombre de “pobre millonario”. Para excusar su avaricia, este hombre, conocido por su fortuna, no cesaba de gemir y anunciar su inminente ruina. El segundo tipo se encuentra sobre todo entre los individuos que, por razones de su nacimiento o de su profesión, pretenden una posición que, desgraciadamente, no es sostenida por sus mediocres ingresos. De todos modos, es raro que el dinero baste para establecer y mantener un estatus de gran prestigio. La expresión de “burro cargado de plata” es muy corriente en Puno y señala al hombre a quien un golpe de fortuna ha provisto de ingresos de los que hace un uso ridículo. La fortuna está claramente considerada como una ocasión y un pretexto o aun como una obligación de gastar para hacerse de amigos y conservarlos. También el nacimiento es evocado a menudo; pertenecer a una "buena familia" es, de todos modos, de gran valor. Pero es difícil decir cómo se reconocen las buenas o grandes familias. ¿Por títulos de propiedad concedidos por un virrey?, ¿o por la participación de un antepasado en el movimiento de la Independencia? La aplicación brutal de esta prueba podría diezmar las filas de la muy buena sociedad, la que Warner llama upper-upper. Solamente algunas familias de Puno pueden con cierta verosimilitud enorgullecerse de tales orígenes. Y muchos de los que pertenecen a la muy buena sociedad son, y por buenas razones, discretos sobre el particular. Además, como ya lo hemos señalado, muchas de las más ilustres entre las familias originarias de Puno no están allí sino de paso, pues viven lejos de ella la mayor parte de su vida. Esta es una característica notable de las sociedades centralizadas, de las que llamaríamos "naciones de capitales" (como Francia o el Perú), donde la capital atrae y fija a los notables que, en su mayor parte, consideran que la posesión de una casa o de un departamento en París o Lima es uno de los signos menos ambiguos de su importancia y de su éxito; de este modo, las ciudades de provincia se encuentran decapitadas, privadas de su “buena sociedad”.

Los clubs y la sociedad

43¿Cuáles son los requisitos para pertenecer a una buena familia? ¿Basta con ser rico? ¿Ejercer tal o cual profesión? El criterio profesional es ambiguo, porque todos los abogados están lejos de pertenecer a la muy buena sociedad. Esta condición no es cierta, por la sola razón de la profesión, si no es para los jueces de la Corte y para dos o tres abogados, por otra parte antiguos magistrados. En Puno se exige a todos ciertas maneras, cierta educación que rige el acceso a la buena sociedad más estrictamente que ninguno de los tres criterios hasta ahora mencionados. Un hombre, aun rico, cualesquiera sean su familia o profesión, podrá difícilmente establecer y conservar un rango si no es reconocido como caballero. Pertenecer a los clubs puede ser uno de los signos más instructivos en cuanto al reclutamiento y a la composición de esta sociedad. Sin embargo, las personas que tienen conciencia de pertenecer al grupo escogido en general se abstienen de tales afiliaciones y se mantienen, en razón de su elevada posición, un tanto apartadas. El temor de mezclarse les impide los contactos. No encontrando quiénes les sean iguales, están condenadas, o se condenan a sí mismas, a un tipo de soledad más o menos decorativa. Se piensa de una manera completamente natural en el famoso dicho que se aplica a dos familias muy antiguas de Boston: “Los Cabot les hablan solamente a los Lodge y los Lodge solamente a Dios”. Pero, aparte de estas excepciones, la mayor parte de las personas que pertenecen al grupo, aun las más cerradas, consagran parte de su tiempo a lo que en Puno se llama "actividades sociales". Puno tiene una filial del Club de la Unión, otra del Rotario y otra del de Leones. Entre estos últimos grupos reina una cordialidad que, por ser ruidosa y demostrativa, carece tal vez de espontaneidad. Un club de tiro, el Kúntur, recibe indiferentemente a los miembros de los Leones y del Rotario. La vida de la ciudad y sus problemas son discutidos en las reuniones de estas sociedades. En 1953 se deseaba la construcción de un hotel en Moliendo, playa cercana a Arequipa, donde la gente de la buena sociedad de Puno pasa sus vacaciones; y un mejor mantenimiento de los caminos y calles de la ciudad. Las señoras de los Leones se dedicaban a proveer de víveres y ropa a los niños más desheredados. Esta solicitud a veces se manifiesta con ostentación. El comité de los Leones, en junio de 1953, hacía cantar una misa por un sacerdote de Maryknoll que pertenecía al club. A la salida de la misa, bajo el pórtico de San Juan, una tómbola adjudicaba una máquina de coser a una madre de familia, meritoria y necesitada. Los clubs organizan bailes y fiestas, en especial con ocasión del carnaval. Pero, aparte de estas manifestaciones más o menos excepcionales, almuerzos y comidas, reúnen a las sociedades una o dos veces por mes.
44La lista de individuos que pertenecen a uno u otro, o simultáneamente a varios de estos clubs, no constituye un censo exacto y completo de la buena sociedad; porque, como ya lo hemos dicho, los “mejores”, que viven muy poco en Puno, no se dignan a afiliar. Por otra parte, cierto número de miembros es admitido por tolerancia o complacencia. Algunos pequeños funcionarios, algunos abogados de rango incierto se codean allí con las personas de importancia. Ninguno de los clubs es homogéneo. Sería fácil establecer una estratificación. El fenómeno se observa cuando se elige a la directiva. De hecho, ciertos miembros se encuentran excluidos de toda esperanza de llegar a los puestos directivos. Esta distinción tácita entre miembros activos y miembros pasivos es, tal vez, más manifiesta en el Club de Leones, donde la política de reclutamiento ha sido bastante liberal: si las puertas están ampliamente abiertas, queda implícitamente convenido que los recién llegados o los admitidos por complacencia serán discretos o sabrán estar en su lugar, que no es, evidentemente, el primero.
45Con estas reservas, pertenecer a uno de los cinco clubs arriba mencionados constituye uno de los criterios más seguros, o menos engañosos, de la afiliación a la “muy buena” o, por lo menos, a la “buena sociedad”. Se trazaría un bosquejo de la estratificación social en Puno consiguiendo el inventario de los otros clubs y organizaciones con que cuenta la ciudad porque los indígenas, los cholos, o aun los menos encumbrados entre los mestizos, a defecto de clubs (esta palabra tiene en Puno una connotación de prestigio] tienen sus sociedades. Tales agrupamientos presentan, según nuestra opinión, dos caracteres que los distinguen de las instituciones análogas donde se reúnen los de la alta sociedad. Están consagrados más explícitamente a actividades de recreación que a fines de beneficencia (esta última toma la forma de la ayuda mutua); por ejemplo, entre los jugadores de fútbol ese aspecto de servicio social, que los Leones subrayan con énfasis, allí está casi completamente ausente y estos se reclutan casi exclusivamente entre los adolescentes y hombres jóvenes. En ocasión de las fiestas de carnaval se forman grupos más notables, las famosas pandillas, especie de pequeñas orquestas, reclutadas entre gentes de una misma vecindad, que recorren las calles y hacen bailar a los transeúntes.
46Es en el club donde se puede con más facilidad apreciar las maneras de un individuo, decidir si es o no un verdadero caballero. El observador se pregunta a menudo en cuál de los grupos donde participa el individuo puede este hacerse reconocer e imponerse a la consideración de los demás. En Puno, como en otras partes, el éxito profesional decide a veces el estatus. Delante de un médico eminente, de un abogado de renombre, de un ingeniero cuya competencia es reconocida, se abren las puertas. Pero, repitámoslo, el éxito profesional produce todos sus efectos favorables solamente si el abogado de renombre o si el médico hábil agrega a todas sus calificaciones modales de caballero. Ninguno de los criterios que hemos mencionado, la fortuna considerada desde el aspecto del gasto, profesión o género de vida, basta para determinar el estatus de un individuo y para decidir si pertenece o no a la muy buena sociedad. Pero de todos modos, nos parece que para pertenecer se requiere una participación importante y notable en las actividades llamadas sociales. Quisiéramos concluir este apartado con dos observaciones. Sería interesante verificar si una situación análoga se observa en los otros grupos. En Manazo, por ejemplo, el estatus de un curioso personaje, Inocencio Mamani, se apoya en el prestigio que ha adquirido en el barrio como autor de poemas y dramas quechwas y como iniciador de un movimiento que ha logrado la construcción de una escuela. Si la importancia de las actividades sociales y de diversión, como factor de estatus, se verificase en los tres grupos sociales que hemos distinguido, tendríamos entonces que buscar la causa de este fenómeno. Ahora bien, no parece que podría buscarse con éxito en la débil circulación que hay entre estos grupos, al mismo tiempo que en la ambigüedad del criterio profesional y del criterio de la afiliación familiar. Para un individuo no es imposible el paso de un grupo al otro. El hijo de un cholo puede, si tiene las aptitudes intelectuales y su padre los medios, emprender estudios que lo convertirán en abogado, notario u hombre de ley. Pero las vías de ascenso son de todos modos estrechas. Uno de los medios empleados con más frecuencia por un joven inteligente y despierto es el ejército, la policía o la guardia civil (en 1953, el gobierno estaba presidido por un general; el presidente del Consejo de Ministros también era general). La masa de soldados es indígena; están exceptuados del servicio todos los poseedores de un diploma de enseñanza secundaria. En cuanto a los oficiales, por cercanos que sean sus orígenes indígenas, su conocimiento del español, su asistencia a las escuelas militares rápidamente los han convertido en mistis. Las oportunidades de un indígena para convertirse en oficial, o por lo menos suboficial, no son de desechar si él se califica. Por eso, cuando decimos que el ejército constituye un canal que se ofrece a los ambiciosos de modesto origen, debe precisarse que esta vía de acceso no está abierta ampliamente. La policía, por el contrario, y sobre todo la guardia civil —especie de gendarmería que se ocupa de la seguridad de los caminos y controla el acceso a cada población, y cuyos puestos se encuentran hasta en los más pequeños pueblos del distrito—, está casi completamente, o por lo menos en la escala media y superior, en las manos de estos individuos, que a menudo provienen de un medio muy próximo al indígena, pero que se separa y hasta reniega de él. Por otra parte, la guardia civil es un tanto desdeñada por la gente. En 1953, ningún oficial de policía o de la guardia civil pertenecía a un club de Puno, mientras que los oficiales de la guarnición de Pomata eran todos admitidos. En ocasión de las fiestas de carnaval, un alto oficial de marina casi hizo un escándalo porque, en un banquete, en su misma mesa había sido invitado a tomar asiento uno de los jefes de la policía del departamento. Sin embargo, la guardia civil es envidiada, temida y aun odiada por los indígenas y, en general, por todos aquellos sobre los que ejerce su autoridad.

La movilidad social en Puno

47Si se considera ahora la promoción social en su aspecto local y geográfico, estaríamos tentados a decir que, para los individuos menos dotados, esta consiste en instalarse en Puno para vivir y, para quienes ya ocupan una posición más elevada, en alejarse de la ciudad. Por promoción o movilidad social entendemos la probabilidad que tiene un individuo o un grupo de individuos de cambiar de estatus sea por caída o por ascenso. La naturaleza del fenómeno varía, evidentemente, según la edad del individuo, según sus aptitudes, según los elementos que hemos dado en la definición de su estatus y, si se trata de un grupo, según la posición de dicho grupo respecto de sus adversarios o rivales. El indígena de Paucarcolla que llega a instalarse a Puno gana algunas oportunidades en relación con el que se queda. Enviará a su hijo a la escuela, ganará algo de dinero trabajando con un artesano, con un sastre, por ejemplo. Si las circunstancias le son favorables, si encuentra trabajo sin mucho esfuerzo, si uno u otro de sus hijos logra resultados en la escuela, nuestro indígena va mejorando su estatus y el de su familia. Consideremos ahora el caso de un joven hijo de familia. Terminará su ciclo de estudios secundarios en el colegio de San Carlos y alrededor de los veinte años se matriculará en la Universidad de Arequipa, del Cuzco o de Lima para obtener su título de abogado. ¿Regresará para instalarse en Puno? Es posible. Sin duda, puede esperar labrarse un futuro en la plaza, ya colmada, de la profesión judicial, pero las oportunidades de tal promoción parecen escasas, sobre todo la recompensa por un éxito eventual se ve muy mediocre. Puno, lo repetimos, es una ciudad sin industria que se dedica a un comercio un tanto lánguido, que no sabe retener a sus hijos.
48Esta relativa pobreza de oportunidades locales deprecia el criterio profesional, que pierde importancia para la determinación del prestigio y del estatus. De muchos se puede predecir que, a causa de su fortuna o de la posición de la familia, no pueden tener otras profesiones que las que efectivamente tienen. Naturalmente que todo hijo de abogado no está destinado al foro. Pero para la mayor parte de ellos esta carga no constituye una conquista, ante cuya vista la opinión debe conferirles un diploma de méritos. Además, el criterio de nacimiento no es, al igual que el mérito profesional, un signo muy claro ni muy manifiesto. La importancia del mestizaje, la continuidad de este fenómeno, el ausentismo de las grandes familias, impiden evidentemente que la calidad de miembro de una familia baste para decidir el status de los individuos.
  • 20 Esto no quiere decir que, en su conjunto, la sociedad peruana merezca tal calificativo. Digamos qu (...)
49Calificamos a Puno como una ciudad de débil movilidad social,20 en la que el estatus depende ampliamente de la parte que toma el individuo y del lugar que él logra conquistar en los agrupamientos consagrados a las actividades sociales y a la diversión. No se nos oculta que la expresión movilidad débil o fuerte carece de precisión mientras no midamos este fenómeno, y mientras no comparemos el fenómeno así observado y constituido con otros de la misma naturaleza y sometidos a la misma medida. Habría que evaluar, por ejemplo, las oportunidades de promoción para un indígena en Puno y en una gran ciudad como Lima. Por el momento, estamos reducidos a la conjetura y a la impresión. La observación puramente cualitativa nos sugiere, sin embargo, algunas hipótesis. Por lo demás, es muy probable que un observador europeo o norteamericano tenga tendencia a atribuir una importancia, sin duda excesiva, al primer elemento y a descuidar el segundo. Por supuesto, es más fácil evaluar el estatus en función del criterio profesional que en función de la participación en actividades sociales y de recreación. Reconocer quién es abogado, médico o ingeniero no necesita gran perspicacia. Pero apreciar si es reconocido en su club o entre sus amigos como hombre de talento, como un individuo que satisface los ideales del grupo es, de todos, menos fácil. Es la misma precipitación que nos induce a creer que X, porque es miembro de tal o cual familia, dispone seguramente del prestigio que se concede a esa ilustre prosapia. Aquí, el observador deberá darse cuenta de la diferencia que acarrea el pertenecer a una familia extensa (como es el caso de Puno), o a una familia restringida. Cuanto más estrecho es el círculo de una familia, el estatus es más común a cada uno de sus miembros: mi mujer, mi hijo, se benefician directamente de mi prestigio o comparten el oprobio que se achaca a mi conducta. Pero si los primos en quinto grado continúan siendo considerados en mi grupo, es probable que la homogeneidad de este, en cuanto al prestigio, se vea alterada. No me beneficia sino muy poco el prestigio que se concede a la calidad de mariscal o de embajador, si uno u otro de esos títulos recaen sobre un primo lejano de mi mujer. Así, se llega a distinguir entre los colaterales y, entre ellos, a los afortunados de los parientes pobres. Estas observaciones bastan para mostrarnos cuánta dificultad encuentra el que quiere juzgar el rango de un individuo únicamente por sus afiliaciones familiares. Para la gran mayoría, un apellido famoso no basta en Puno para consagrar a un hombre. Los estatus se diferencian según criterios más sutiles y creemos que, por esto, la ciudad de Puno puede ser calificada como de movilidad débil. Los símbolos por cuya participación se confiere el prestigio no afectan sino lentamente y a largo plazo la repartición de este. No es de un día al otro que se aprende el español o que se adquieren los modales de la gente. Además, esos símbolos definen maneras de ser o de comportarse; cualidades, antes que maneras de actuar o de producir realizaciones. La razón de la débil movilidad de Puno es que, como lo hemos señalado, ofrece muy poco campo para iniciativas económicas de cierta amplitud. Tal vez deberíamos introducir aquí una distinción. En la cima de la jerarquía social, nuestra observación se aplica en forma aproximada. Los más ambiciosos entre la gente de Puno se expatrian y van a hacer carrera afuera. Las pequeñas ciudades dormidas se privan así de sus ciudadanos más emprendedores, que las abandonan por escenarios más vastos de los que esperan sean más favorables a sus ambiciones.
50  No vayamos a creer, sobre todo, que Puno es una ciudad típica de todas las “ciudades medias” peruanas. No pretendemos que otras ciudades del interior como Cuzco, Arequipa o Cajamarca repitan el modelo de Puno. Arequipa cuenta ahora con algunas fábricas textiles y tenerías. La mano de obra indígena que allí se instala se abre a las ideas nuevas. Ya en los primeros meses de 1953 se manifestaba cierta agitación sindical y política. Pero la buena sociedad continúa creyendo —por lo menos de palabra— que a un hombre se le distingue por el ocio y las buenas maneras. Por otra parte, el que un habitante de Puno, por eminente que sea ante los ojos de sus paisanos, pueda estar provisto plenamente y sin restricciones de virtudes tan exquisitas, sería para un caballero de Arequipa extraño y, por lo demás, muy improbable.

Notes

1 Censo nacional de población de 1940, Dep. Cuzco, Puno.
2 La diferencia entre el invierno y el verano no solo está asociada a una diferencia de temperatura sino, también, a una diferencia en el régimen de lluvias.
3 Vestido sin mangas de uso común entre los indígenas de la región andina.
4 Pequeños peces del lago que los indígenas secan al sol.
5 Papas deshidratadas, cuya preparación ha sido descrita por un cronista del siglo xvi, el P. Cobo, quien ofrece una descripción minuciosa: “El tiempo de la cosecha de las papas es por los meses de mayo y junio [...] pues en cogiéndolas, las tienden en el suelo, donde les dé de día el sol y de noche los hielos, y al cabo de doce o quince días se ponen algo arrugadas, pero todavía muy aguanosas; entonces, para exprimirles toda el agua que en sí tienen, las pisan muy bien y las dejan al sol y al hielo por otros quince o veinte días, con que quedan tan secas y livianas como un corcho, muy densas, empedernidas y tan encogidas...”. Cobo, Historia del Nuevo Mundo, libro IV, cap. 13.
6 “Es una planta”, nos dice Cobo (libro IV, cap. 59), “muy parecida a los bledos” (trigo). Es de tierra fría. “Es esta una semilla de la que sufre más el frío de cuantas nacen en estas Indias, así de las naturales de acá como de las traídas de España”.
7 Véase Cobo, ob. cit., libro IV, cap. 14: "Son las ocas una raíces comestibles que se dan en las tierras frías donde las papas".
8 Tres veces por semana parte un barco para Guaqui.
9 Observamos que los grandes ganaderos, especialmente los de la región de Azángaro, venden a comerciantes que llevan el ganado hasta Arequipa y de allí a Lima, embarcándolo en Moliendo. Los carniceros de Manazo en general le compran a los indígenas, a los familiares, a los amigos, a los compadres que tienen en los pueblos. He podido verificarlo a partir de algunos casos en Puno y aun en Paucarcolla. El 23 de diciembre de 1952, al visitar una familia indígena, la mujer me informó que su marido había ido a Puno a entregar a su hermano, carnicero de Manazo, algunas ovejas que este necesitaba para cumplir con su clientela en vísperas de Navidad.
10 “El arte popular religioso y la cultura mestiza”. En Revista del Museo.
11 Arguedas, ob. cit., p. 150.
12 En general, las calles de Puno se nominan según el nombre de los departamentos (La Libertad, Lambayeque) o de una ciudad importante (Lima, Arequipa, Cajamarca). Hay algunas excepciones en favor de muertos célebres: Deza, Deustua.
13 El mundo es ancho y ajeno, cap. 3.
14 No hemos hecho diferencia entre abogados y magistrados, porque entre estas dos categorías los intercambios son continuos. En general, el magistrado es un abogado elegido por sus pares, o a su proposición designado por otros magistrados de rango superior. Los jueces de la Corte Superior de Puno son designados por los de la Corte Suprema de Lima. El Juez de Paz de una capital de distrito, como Acora, es designado por los magistrados de Puno.
15 He aquí otra observación que confirma que el recurso a los servicios médicos es hasta ahora casi un privilegio del misti. En el hospital de Puno no encontramos sino muy pocos indígenas, casi todos víctimas de accidentes de tránsito.
16 Páginas 411-415 de la edición de Aguilar.
17 Cuya querella con el emperador Pachacútec, por los favores de una princesa de sangre real, se cuenta en un famoso drama escrito en quechua hacia fines del siglo xviii.
18 Gente de lengua aimara o de lengua quechua.
19 Se sabe, según estos autores (Caste and Class in a Southern Town), que el sistema de castas se define por la total prohibición del matrimonio entre negros y blancos, por el rechazo de los mestizos en la casta negra, y por la organización de un sistema de clases en el interior de cada una de las castas. La rigidez de esta dicotomía se mantiene por el tratamiento despiadado reservado a los mestizos que tratan de introducirse en la casta blanca.
20 Esto no quiere decir que, en su conjunto, la sociedad peruana merezca tal calificativo. Digamos que la promoción del puneño no tiene lugar en Puno.