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Tu amigo Bruno Medina Enríquez, Director de la Revista ASWAN QHARI, te da la bienvenida para que juntos construyamos los enlaces que nos ayudan a revalorar nuestra cultura y auspiciar un futuro promisorio, en la búsqueda de alcanzar el Sumac Causay, que nos hará libres en una nueva sociedad!!!



miércoles, 4 de noviembre de 2015

4 DE NOVIEMBRE, FUNDACIÓN DE PUNO?

HUBO FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE PUNO???

Solo fue un traslado de los mineros de San Luis de Alva al pueblo de Puno que ya existía como pueblo de indígenas y de españoles??. fue la fundación de un pueblo?

Las famosas minas de Laykakota fueron descubiertas y explotadas en 1657 por los hermanos Gaspar y José Salcedo, que en poco tiempo se convirtieron en los hombres más adinerados del Virreynato. Se llegó a decir que la riqueza de Laykakota no era igualada en América por la cantidad de plata que se podía extraer finalmente de los mencionados yacimientos. 
Aunque se les tenía por hombres generosos y desprendidos, la actitud autoritaria, su ambición por ganar posiciones sociales y políticas; y su menosprecio por personas que se consideraban importantes, originó malestar y descontento contra ellos. 
Según afirman algunos, los hermanos Salcedo fundaron la ciudad de Puno a la usanza española, con el nombre de San Juan Bautista, de ahí la iglesia cuando descubrieron las minas de Laykakota en mayo de 1657, y la historia y cronistas de la época lo quisieron reconocer, por haber sido contrarios al Rey, de quien decían no eran dependientes.... 
No existe acta, ni documento que compruebe la fundación de Puno, pero es evidente, según han señalado varios autores, que al lado de las minas de Laykakota se formó otra población que adquirió gran importancia, llamada San Luis de Alba, que llegó según algunos a tener hasta 10 000 habitantes  mas de 3000 casas, y que fue designada capital de la provincia de Paucarcolla que así se llamaba entonces Puno. 
El descontento de la población contra los hermanos Salcedo originó el recrudecimiento de una tradicional rivalidad entre andaluces y vascongados, momentáneamente aplacada cuando los españoles se vieron obligados a unirse para defenderse de la rebelión indígena iniciada en la Paz en 1661; en el curso de la cual los rebeldes asaltaron y saquearon Laykakota, San Juan Bautista y otras poblaciones. 
Pero restablecida la autoridad de los españoles se acentuó la división entre ellos, generándose los graves disturbios que se iniciaron en 1665, siendo Virrey el Conde de Santisteban, quien designó Gobernador al Conde Angel de Peredo, que perdió la vida en los sangrientos sucesos, así como otras personas de la localidad, entre ellas un jesuita, lo que contribuyó a aumentar entre los grupos rivales. 
Este fue uno de los graves asuntos que encontró el Conde de Lemus al hacerse cargo del Virreinato, por lo que decidió viajar a Puno para pacificar en el mismo sitio la pretendida rebelión de la corona, de los Aalcedo. 

Drásticamente puso fin al caos, mandando a ejecutar a José Salcedo y otros protagonistas de los sucesos. 
El Virrey mandó destruir la ciudad de Laykakota, San Luis de Alva y ordenó que la capital se trasladara a San Juan Bautista de Puno, dándole el nombre de Villa, con el nombre de Villa de la  Concepción y San Carlos de Puno.

 Este hecho originó la creencia de que el Conde de Lemus había fundado la ciudad. 
Se afirma que cuando el Virrey llegó a Puno, ya existía una población con sus calles, la Capilla San Juan Bautista para indígenas, la Villa de la Concepción que era para españoles y mestizos, sobre la que después se edificó la Catedral. En la actualidad existe la casa en que dicen qye se alojó el Virrey, conocida como la casa de Conde de Lemus. 
Como se observa por los párrafos antes relatados, sobre la fundación de Puno, existe controversias históricas y seguirá en debate tal hecho histórico en tanto no se encuentre el acta o documento de fundación. 
Según la tradición señala como fecha de fundación el 4 de Noviembre de 1668. Por bando del 3 de Noviembre del citado año, Puno fue elevado a rango de Villa con el nombre de Villa de la Cocepción y San Carlos Borromeo de Puno, en Homenaje al Rey Carlos II y a San Carlos Borromeo. El 4 de Noviembre de 1668, se oficializa el hecho con una misa solemne celebrada en la Capilla de la Inmaculada Concepción. Es asi que dicho pueblo sufre una modificacion considerable a consecuencia del traslado de la poblacion de Laykakota por efecto de enfrentamiento entre mineros españoles.

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La “verdadera” fundación de Puno.

La fundación de Puno es un tema sobre el cual siempre ha habido discrepancia entre los estudiosos e intelectuales locales. Se ha cuestionado si hubo en realidad una fundación de la ciudad en la época colonial. Al respecto hay dos posiciones: que sí hubo una fundación propiamente dicha en 1668, por órdenes del Virrey Conde de Lemos; o que la villa de San Carlos de Puno fué elevada al rango de ciudad posteriormente. Es en torno a este tema que se desarrolla esta primera colaboración del historiador Nicanor Domínguez en Cabildo Abierto.

Parte I

La colonización española de Latinoamérica tuvo desde sus inicios una base urbana. Las ciudades fundadas en los nuevos territorios sirvieron tres propósitos fundamentales: (a) garantizar la autoridad del grupo conquistador sobre el territorio, evitando reclamos de otros grupos de conquistadores rivales; (b) asegurar el dominio sobre los recursos naturales y humanos de ese territorio; y, (c) servir de centro de colonización cultural, reproduciendo la forma de vida española en el Nuevo Mundo, incluyendo destacadamente la religión Católica.

La forma de los asentamientos urbanos españoles en América seguió un diseño que facilitaba la defensa militar: un plano en cuadrícula, con calles perpendiculares extendiendose desde una plaza central de forma cuadrangular, como un “damero” o “tablero de ajedrez”. En torno a esta plaza central se construían los edificios públicos principales: la casa de la autoridad española local, el templo o iglesia, la casa del organismo municipal que administraba el asentamiento, y las casas de los vecinos más importantes.

Este diseño básico lo compartieron los tres tipos de asentamientos urbanos coloniales: (a) las ciudades, fundadas en los Andes entre 1532 y 1550 por los conquistadores Pizarro, Almagro, o sus subordinados, o por órdenes del “pacificador” Gasca; (b) las villas, fundadas por los virreyes del siglo XVI o inicios del siglo XVII para asentar pobladores españoles en valles agrícolas o centros mineros; y, (c) los pueblos de indios, fundados masivamente en la década de 1570 por órdenes del Virrey Francisco de Toledo, llamadas “reducciones toledanas” porque los dispersos asentamientos indígenas pre-hispánicos fueron concentrados (“reducidos”) en estos nuevos asentamientos coloniales.

Para supervisar estos pueblos de indios, el Virrey Toledo dividió el territorio andino en unas 50-60 provincias. Cada una reunía unos 10-20 pueblos. Como supervisor de cada provincia se nombró un “corregidor”, de ahí que las provincias también fueran llamadas “corregimientos”. En el Altiplano del Titicaca las reformas toledanas establecieron 6 provincias: Lampa, Azángaro, Paucarcolla, Chucuito, Omasuyos y Pacajes. En 1573 se estableció la reducción de San Juan Bautista de Puno (fiesta: junio 24), parte del corregimiento de Paucarcolla.

Durante la época colonial, aparte de la ciudad de La Paz (fundada en 1548-49), existió en el Altiplano la ciudad de Chucuito, llamada por el Virrey Toledo “Ciudad de los Reyes de Chucuito”. Desde 1578 la provincia de Chucuito fue administrada por un gobernador nombrado en España, hasta el establecimiento del sistema de Intendencias en la década de 1780.


Parte II

El descubrimiento en 1657 de ricos yacimientos de plata en los cerros al suroeste del pueblo de indios de Puno dió origen a la famosa mina de Laicacota. En la década entre 1657 y 1668 la producción de Laicacota sobrepasó la de otros centros mineros más antiguos (Potosí, Oruro, Caylloma, San Antonio de Esquilache) y convirtió a sus descubridores y principales dueños, los hermanos Joseph y Gaspar de Salcedo, en los hombres mas ricos del Virreinato del Perú.

La riqueza de Laicacota atrajo numerosos pobladores (españoles, criollos, mestizos, indios y algunos esclavos africanos), que se establecieron en los alrededores de la mina, formando un asentamiento espontáneo en las laderas de los cerros que llegó a tener unas 2000-3000 casas. Como la mina se descubrió en época del Virrey Conde de Alba de Liste (1655-1661), el asentamiento recibió el nombre oficial de San Luis de Alba de Laicacota (o, a veces, San Luis de Alba de Puno).

Los conflictos entre españoles de origen vasco y andaluz, éstos liderados por Gaspar de Salcedo, culminaron el 3 de agosto de 1668 con la ocupación militar de Laicacota por el Virrey Conde de Lemos (1667-1672). Fue éste virrey el que decidió despoblar San Luis de Alba y establecer una villa de españoles al lado del pueblo de indios de Puno. Los pobladores trasladados desde la mina fueron los primeros habitantes de la “Villa de la Concepción y San Carlos de Puno”.

No es muy claro cuándo exactamente se fundó esta “villa de Puno”. El historiador Guillermo Lohmann precisa que la orden de despoblar Laicacota fue dada por el virrey el 7 de setiembre de 1668. El cronista cuzqueño Diego de Esquivel y Navia, escribiendo hacia 1740, indicaba: “Después de demolida Laycacota, hizo el [Virrey] Conde [de Lemos] ciertas ordenanzas para la nueva población, su fecha en Puno en 9 de septiembre, las que están en el libro 12 de Provisiones de esta ciudad [del Cuzco]”. Esto indicaría que la villa debió ser fundada en la segunda semana del mes de setiembre de 1668.

Por otro lado, el nombre escogido combinaba la advocación de la Inmaculada Concepción de la Virgen María (fiesta: diciembre 8), con el nombre del rey español de la época, Carlos II, nacido el 6 de noviembre de 1661, quien gobernó oficialmente entre el 17 de setiembre de 1665 y el 1ro de noviembre de 1700, fecha en que murió.

La tradición puneña celebra la fundación de la ciudad (en realidad “villa de españoles” en 1668) el 4 de noviembre, fiesta de San Carlos Borromeo (1538-1584), santo italiano canonizado en 1610.

Estrictamente hablando, la villa de Puno fue elevada a la categoría de ciudad sólo en 1805, por órdenes del rey Carlos IV. Por tanto, si se quisiera imponer la “verdad histórica” por encima de la tradición local, habría que celebrar la fundación de la “ciudad” de Puno en una de dos fechas: o el día de la firma de la real cédula por Carlos IV, cuando la villa de Puno fue oficialmente elevada a rango de ciudad; o el día en que la orden llegó a Puno y fue efectivamente cumplida.

• Publicado originalmente en: Cabildo Abierto (Puno), núm. 2 (Noviembre 2004), pp. 12-13.

Diez conclusiones sobre la fundación de Puno.
El  3 de noviembre 2005, cuando Puno comenzaba a celebrar su 337mo aniversario de fundación, la Asociación SER, en celebración de sus 25 años de existencia, invitó al historiador Nicanor Domínguez, a un Conversatorio sobre Historia Regional titulado “Las minas de Laycacota y la fundación de Puno”, en la Casa del Corregidor, la transcripción de la versión grabada del Conversatorio ha aparecido ya en el portal de La Casa del Corregidor, en la sección “Tertulias” (*).

1.- Primero que nada, habría que comenzar señalando que el orgullo local de los habitantes de Puno no tendría por qué verse disminuido por el hecho de que la ciudad no fuera una de las primeras fundadas por los españoles al inicio de la época colonial. Por otro lado, tampoco tendría por qué preocupar el que no existan pruebas arqueológicas de que alguna vez haya habido un asentamiento prehispánico importante en donde hoy se levanta la ciudad. Como espero poder explicar en una futura colaboración para Cabildo Abierto, la “encomienda de indios” de Puno había formado parte de un grupo mayor, el que antes de la conquista Inca del Altiplano era el Reino Colla (los otros dos Reinos altiplánicos conquistados por los Incas fueron el de los Lupacas y los Pacajes).

2.- Antes de la campaña de reasentamiento de la población indígena en los Andes (la fudación de nuevos “pueblos de indios” o “reducciones toledanas”) en la década de 1570, Puno figura en la documentación como una “encomienda de indios” y como un “tambo” en el camino entre Cuzco y La Plata (hoy Sucre, en Bolivia). Hasta 1668, las únicas dos ciudades españolas existentes en el Altiplano eran La Paz (fundada en 1548-49 por órdenes del Pacificador Pedro de la Gasca) y Chucuito (establecida hacia 1575-78 por el Virrey Toledo). La diferencia legal entre una “ciudad” y una “villa” era que las ciudades tenían un “cabildo” o consejo municipal con alcaldes y regidores seleccionados entre los vecinos (al inicio, los vecinos eran los encomenderos).

3.- La fundación hecha por el Conde de Lemos en 1668 fue la de una “villa de españoles”. Dado el carácter legalista y ceremonial de la época, debió haber habido una ceremonia oficial de fundación con la presencia del propio virrey. Por desgracia, la documentación generada por esa ceremonia nos es aún desconocida. Podría ser que se haya perdido con el paso de los años, o podría también ser que se encuentre en algún archivo en el Perú, en Bolivia, o en España, por lo que habría que considerar el tema aún abierto a más investigaciones.

4.- La fecha exacta de la fundación en 1668 está aún por definirse con total claridad. Como indiqué en el Conversatorio, la investigación que me condujo a Puno no fué diseñada como una Historia Urbana de la actual ciudad, por lo que no dediqué especiales esfuerzos a buscar el “acta de fundación” que el Conde de Lemos debió mandar redactar luego de decidir despoblar “San Luis de Alba” y fundar la “Villa de la Concepción y San Carlos” en la segunda semana de setiembre de 1668 (ver el artículo “La “verdadera” fundación de Puno”, en Cabildo Abierto, núm. 2, noviembre 2004). Como lo señaló René Calsín durante el debate, el padre Rubén Vargas Ugarte, en su Historia General del Perú (1954, 1966-70), precisa que el Virrey Lemos fundó la villa de Puno el día 9 de setiembre de 1668.

5.- La fuente de Vargas Ugarte es una carta del virrey del 27 de diciembre de 1668. A falta de un “acta de fundación”, como las que existen publicadas de ciudades fundadas en el siglo XVI como Lima, Cuzco, Arequipa, o La Paz, esa carta sería la fuente principal para sostener la veracidad de la fecha setiembre 9. El siguiente paso será, entonces, buscar la carta en el Archivo General de Indias de Sevilla, o entre los papeles que dejó el jesuita Vargas Ugarte, y que hoy se conservan en la Universidad “Ruiz de Montoya” en Lima.

6.- Estrictamente hablando, la “ciudad” de Puno sólo adquiere esa categoría en el año 1805. Hasta ahora no se sabía la fecha de la Real Cédula en la que el rey español Carlos IV había elevado de categoría a Puno, de “villa” a “ciudad”. Gracias a la acusiosidad de René Calsín, que encontró una referencia publicada en Arequipa en 1865, sabemos ahora que esa disposición legal fué emitida el 14 de octubre de 1805. Su contribución, con el título de “Bicentenario de la ciudad de Puno”, está publicada en el portal de la Casa del Corregidor (ver:http://www.casadelcorregidor.com.pe/_biblio_Calsin.php).

7.- Por ello, este año 2005, se han celebrado los 200 años de la promoción legal de Puno a la categoría de “ciudad” (el 14 de octubre), así como los 337 años de la fundación de la “villa” por el Conde de Lemos. La primera efemérides fué conmemorada con una conferencia de René Calsín en el local del “Instituto Americano de Arte” de Puno. La segunda efemérides, como todos sabemos, fué celebrada masivamente durante la “Semana de Puno” a inicios del mes de noviembre, teniendo como día central el viernes 4.

8.- La celebración del “Día de Puno” se ha convertido en una gran fiesta para los puneños desde hace 60 años, ya que es una “tradición inventada” sólo en 1945 (sobre la noción de “invención de la tradición”, ver el artículo “La actual “bandera del Tawantinsuyo”, ¿se inspiró en el Altiplano?”, en Cabildo Abierto, núm. 6, abril-mayo 2005).

En sesión del 16 de agosto de 1945, el Concejo Provincial de Puno decidió establecer el 4 de noviembre como el “Día Cívico” de la ciudad. El nombre “San Carlos” puesto por el Virrey Lemos se escogió en honor al rey español de la época, Carlos III. Sin embargo, la fecha 4 de noviembre fué escogida en 1945 porque es la fecha de la fiesta religiosa de San Carlos Borromeo. En ese sentido, es un error histórico, pues todo apunta a que la fundación de la “Villa de la Concepción y San Carlos” ocurrió el 9 de setiembre de 1668.

9.- Así, resulta que este año 2015 se cumplen 347 años de la fundación de la “villa” de Puno, 200 años de su elevación a “ciudad”, y 60 años de la creación del “Día de Puno”, los días 9 de setiembre, 14 de octubre, y 16 de agosto, respectivamente. Sin embargo, el 4 de noviembre ha sido la fecha celebrada oficialmente.

10.- ¿Debería, entonces, cambiarse el “Día de Puno” del 4 de noviembre al 9 de setiembre? Dado que la celebración en noviembre ya es parte de un calendario de festividades que tiene más de medio siglo de existencia, quizás la fecha deba mantenerse. Por otro lado, mover la fiesta al mes de setiembre la haría algo más equidistante de la otra gran fiesta puneña, la de la Virgen de la Candelaria (2 de febrero), pues se celebraría 7 meses después (y 5 meses antes). ¿Y qué decir del 14 de octubre? Es algo que sólo los propios puneños deberán evaluar y decidir.


• Publicado originalmente en: Cabildo Abierto (Puno), núm. 11 (Noviembre-Diciembre 2005), pp. 16-17.

• Ver: http://www.ser.org.pe/index.php?option=com_remository&op=ListarDocumentos&id=4&inicio=0
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http://www.punonet.com/origendepuno/

HUBO FUNDACION DE PUNO???
Para encontrar la verdad del origen de nuestra ciudad lacustre, el autor de la presente nota (Julian Barra Catacora) se constituyó en el Archivo de Indias de Sevilla para obtener una copia del Informe del Virrey Conde de Lemos al Rey Carlos V de España sobre lo que ha obrado en el asiento de Puno. Fechado el 27 de Diciembre de 1668 en el que de su puño y letra "da cuenta de lo que ha obrado en el asiento de Puno, que ha hecho de los culpables en las sediciones y alborotos del asiento de Laycacota, con cuya ocasión quedó el reino gozando de la paz y quietud que conviene".

Da cuenta a su majestad sobre el miserable estado en que hallo ese reino, los disturbios de casi todas sus provincias, ocasionados por la sedición y alboroto del asiento de Puno, las muertes y robos que hubo desde el gobierno del Conde de Santisteban hasta que entro en esa ciudad.

Relata su estratagema para que Gaspar de Salcedo viajase a Lima y que habiéndolo concebido junto con Juan Salazar los puso presos en distintos cuartos del Palacio Virreinal con guardia y custodia para evitar que "con su influencias y fuerza del dinero" fugaran de las cárceles.

El mismo sustanció estas causas reservando su conocimiento como Virrey, Gobernador y Capitán General y para evitar la contienda de jurisdicciones pues estimaba que los que resultarán reos pertenecían unos a la audiencia de Chuquisaca en cuyo distrito cometieron también delitos, y otros por la misma razón pertenecían a la Sala del crimen de Lima.
A modo de justificación precisaba el Virrey que existían antecedentes jurídicos, puesto que del mismo modo procedió el Marqués de Guadalcazar en el año de 1624 en los disturbios que hubo entre Viscaynos y Extremeños, cuando entraron a matar a don Felipe Manrique, Corregidor de Potosí.

Da cuenta el virrey, que nombró cuatro asesores que fueron: don Diego Messia y don Álvaro Ocampo, oidores de la Real Audiencia de Lima, don Pedro de Ovalle Alcalde del crimen y de Don Diego de León fiscal protector y asesor general del español, todos a juicio del Virrey independientes "sin mezcla ni dependencia en esta materia" que se vio en público, para que tipificados los delitos sirviese el castigo ejemplar.
Los cuatro asesores oídas las partes, fueron de parecer que ambas causas, se recibiesen a prueba con el término de Puno.

En la sustanciación del proceso, se percató el Virrey de sus alternativas; si enviaba un Juez, se generarían nuevos disturbios y si dejaba de enviarlo, quedaban sin castigo "tantos y tan enormes delitos de muertes y robos, de haber perdido la reverencia al santísimo sacramento, a la justicia y a la total falta de respeto al apellido de su majestad que al escuchar su nombre prorrumpían en gritos manifestando que el Rey no era un hombre más que ellos.

Sostiene el Virrey que halló cuatro ministros de la Real Audiencia de Lima complicados en el proceso, puesto que habían escrito cartas de agasajo a Gaspar de Salcedo que los envanecieron y resultó ser el motivo de su osadía que debieron excusarse en el proceso lo que dio lugar a que Gaspar de Salcedo no llegara a comparecer en la ciudad de Lima al llamamiento del Conde de Santisteban, haciendo caso omiso a una prohibición que se despacho y cuya ejecución se encomendó al Licenciado don Andrés Flores de la Parra, quien por entonces se hallaba en la ciudad del Cuzco.

Es por todos estos inconvenientes que el Virrey resolvió ir en persona a aquellos asientos a castigar a los culpados y poner en posesión a los dueños legítimos de las minas a asegurar el respeto y la obediencia que se debe a los ministros y justicia de su Majestad el Rey.

Relata que muchas personas de celo por su salud y por su integridad física procuraron distraerlo de semejante intento argumentando que exponía por la mala calidad de los climas, rigurosos caminos y muy especialmente por la abundancia en estas tierras de hierbas y piedras venenosas por cuya causa habían perecido algunos prelados y que de suceder así, quedaría el reino en una mayor turbación debiéndose recelar por mayores en inconvenientes si se producía su falta o desaparición.

Cada día el Virrey buscaba el remedio a tantos males y recibía diferentes cartas en que le avisaban de la poca seguridad y peligro de los caminos y se dio cuenta que con la vacilación el disimulo y la demora, crecía mas el daño por eso le parecía mas el daño, por eso le pareció necesario ir en persona a castigar a los culpados y componer las provincias llamadas "de arriba" (hoy altiplano) reduciéndolos en obediencia, paz, y quietud de la que antes gozaba.

Refiere el virrey que el 07 de julio de 1668 se embarcó en "la capitana" para el puerto de Hilay (hoy islay) considerado en ese entonces el mas cercano al asiento de Puno, llevó consigo a Gaspar de Salcedo, a Juan de Salazar y a 240 soldados del presidio del Callao, fuera de sus criados y otras personas que le acompañaron. Nombró como jefe de campo de la gente de la milicia que lo acompañó, a don Blas Ramiro Maldonado, corregidor de Trujillo, habiendo llegado al puerto de Hilay después de 33 días de navegación, pasó a la ciudad de Arequipa y de allí al asiento de Puno a donde llevo por asesor a don Pedro García de Ovalle, Alcalde del crimen, y al Licenciado don Diego de Baeza, que ha desempeñado el oficio de fiscal en estas causas.

A su llegada tuvo noticias de que estaba ya hecha una convocatoria para resistir su entrada, emboscarlo y "cogerlo en un paraje fragoso y de difícil salida, por donde precisamente tenía que pasar" con el intento de secuestrarlo y obligarlo a conceder un indulto general para quedarse por este medio, sin castigo para continuar después con los excesos a los que con impunidad estaban acostumbrados.

Todos esto se verificó posteriormente mediante la acumulación de bastante información donde consta que Joseph de Salcedo, hermano de Gaspar de Salcedo era el autor de esta nueva sedición, probada al encontrarse una carta en la que Gaspar de Salcedo escribió a su hermano con instrucciones precisas en vista de que no se les había concedido el perdón. También se verificó que Joseph de Salcedo reforzó un fuerte cuya construcción la inició don Joseph de Avellaneda en su calidad de Corregidor de aquel asiento, fue continuado por Gaspar de Salcedo posesionándoselo Joseph de Salcedo aprovechando que se hallaba desempeñando el cargo de Justicia Mayor del Asiento contra orden expresa del gobierno que le ordenó que no prosiguiese en su empeño, más por el contrario; la guarneció con gente de su séquito, la fortificó con bocas de fuego, balas y pólvora para resistir la entrada del Virrey, quien refiere que prendió a Joseph de Salcedo y a todos los que fueron identificados como responsables de la sedición y disturbios de Laycacota y a cuyo efecto fueron sustanciadas sus causas y tuvieron el término competente para sus descargos mandando a ahorcar a Joseph de Salcedo así por las razones referidas como por hallarle culpable de organizar la sedición que se ha referido declarándolo por eso traidor a la corona con la confiscación de sus bienes y su mina.

También condenó a muerte a 64 de los más culpables de los cuales se habían ejecutado a 28 en diferentes partes del reino y en un bajel que tenía preparado en el puerto de Islay, envío 23 que no le parecían tan culpables, al presidio de Valdivia.

A criterio del Virrey, con este castigo ejemplar se comenzaron a componer las provincias y a respetar la justicia del Rey por que todos temían, incluso por este tiempo andaba un cuarterón de mulato llamado don Juan de Vargas Machuca; conocido también con el nombre falso de Domingo Rodríguez del Campo; causando temor e inquietando las tierras con muchísimos hombres que le seguían. Lo hizo acometer por tres frentes con gente de milicia y lo obligó a retirarse hacia La Paz donde fue apresado por el Marqués de Mayo, Corregidor de La Paz quien hizo justicia y remitió la cabeza del sujeto que el Virrey Conde de Lemos mandó poner en la Plaza de Puno.

Con este suceso se pacificó y sosegaron todos los puntos del Reino promulgando un bando que establecía pena de muerte a todo aquél que trajese bocas de fuego a Puno.

Hizo derribar la población de Laykakota "Sin embargo de constar de más de 2000 casas", por haberse fabricado contra ordenanza sobre el cerro rico y bocas de las minas, y mandó hacer la población media legua del asiento minero distribuyendo solares a los vecinos con lo que vino a quedar aquella población similar a la Villa de Potosí.
El Virrey juzgaba prudente retirarse a Lima" después de haber asegurado este reino por segunda vez para la corona" (pues según su criterio lo halló con posibilidades de perderse), cuando tuvo noticias de otra inquietud en la ciudad del Cusco, ocasionada por el obispo y premisor de aquella ciudad, suscitada porque habiendo el Virrey mandado prender en Quispicanche a don Cristóbal de Ixar y Mendoza por haber matado alevosamente a su mujer, los clérigos y religiosos del Cusco se convocaron para sustraerlo de la justicia, y lo dejaron sin ejecutar, por haber sabido que lo sacaron de una iglesia en la que logró refugiarse y que de allí lo llevaron preso.

El eclesiástico pidió a don Cristóbal, y luego no lo entregó al corregidor, contradijo y puso entredichos despreciando la prohibición y cédula Real de los ochenta días, aunque ofreció caución juratoria de "no innovar" (reincidir).

Con este incidente y al escribir el corregidor del Cusco al Virrey que aquella ciudad estaba inquieta, y que en Quispicanche, quitaron dos presos de los culpados en la sedición y disturbios de Laykakota, mandando con las manos vacías a los guardas, que estaban con ellos, consideró el Virrey la necesidad de pasar al Cusco, sin embargo de estar distante más de 70 leguas del paraje en que se hallaba, y ser malos y rigurosos los caminos, no excusó trabajo ni riesgo para componer y sosegar estos reinos. Llegado a la ciudad del Cusco para significarle al obispo su desacierto y poca prudencia en haber ocasionado aquella inquietud, no obstante haberle escrito antes una carta de mucha ponderación.

Multó a dos asesores del corregidor, por que de su parecer y sin orden del Virrey entregó al preso, y exhortó al obispo al orden, a que mandase al premisor y fiscal eclesiástico compareciesen en Lima, para remitirlos a España.

Con lo cual y después de haberse informado el Virrey de algunas cosas muy de servicio de su Majestad, bajó a Arequipa, de allí pasó a embarcarse en el puerto de Islay, llevando consigo algunos presos, entre ellos Gaspar de Salcedo y Juan de Salazar, dejando otros en el Castillo y Fuerte de Puno, para que hiciesen justicia de los bandidos, que siendo llamados por edictos y pregones, no quisieron comparecer, y fueron condenados a muerte por los graves y atroces delitos, que cometieron en la sedición admitiéndoles procedan en esto conforme a derecho.

Nombró por corregidor de Puno a don Joseph Ordóñez del Aguila, caballero de la orden de Calatrava, persona independiente y de toda entereza.

Ajustadas estas diligencias, se hizo a la vela, y desembarcó en el puerto del Callao el 02 de Diciembre de 1668 muy satisfecho de haber conseguido, lo que deseaban los buenos y lo que lamentaban otros celosos vasallos y ministros del Rey, esto es, las confiscaciones de Gaspar y Joseph de Salcedo que importaron "mucha cantidad de pesos", manifestó que esperaba, que las minas que se han confiscado han de rendir mucho fruto en los asuntos de la Real Hacienda, y con el parecer del presidente don Alvaro de Ibarra, que le informó de los buenos procedimientos de don Juan Ramírez de Orellana, corregidor de Condesuyos, dejó a este como superintendente de los ingenios y las minas de los Salcedo.

Finalmente, transcribimos literalmente la versión del Virrey respecto a sus cuentas de viaje..

"La junta general de Hacienda me señaló de ayuda de costa, para este viaje treinta mil pesos a costa de culpados, considerando los grandes gastos que había de tener en esta jornada que admitir, y de vuelta, viendo el mucho tiempo, que me detuve, la crecida familia, que llevé para guarda y custodia de mi persona, y excesivos gastos, que se recrecieron con ir de una provincia a otra y la suma tan considerable, que importa las confiscaciones, me señalaron otros treinta mil pesos, también a costa de culpados, que no quise admitir sin orden expresa de vuestra Majestad, y solo dispuse que mi contador hiciese la cuenta de lo que gasté de los treinta mil pesos, con que solo admití lo más que gasté de los treinta mil pesos que me señalaron, reservando a la justa censura de vuestra Majestad la que fuera servida de concederme, que servirá de alivio a los empeños de mi persona y casa especialmente, siendo el salario que devengo tan moderado, que apenas alcanza al sustento ordinario, sin tener más intereses, ni otro cuidado que el mayor servicio a vuestra majestad cuya C.R.P. guarde mi señor, como la cristiandad a menester.

Lima, 27 de Diciembre de 1668.

Firmado por el Virrey Conde de Lemos