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miércoles, 28 de julio de 2010

27 DE JUNIO DE 1972

El 27 de junio de 1972 en Puno, nos ayudó a “ser libres”
Escribe: Bruno Medina Enríquez
Publicado en el diario Los Andes de Puno 28 de Julio 2010
http://www.losandes.com.pe/Regional/20100728/38996.html



QUÉ SIGNIFICA EL “27 DE JUNIO”.
Esa fecha es muy recordada desde entonces en Puno como un divisa de la resistencia popular y blasón emblemático de la lucha del pueblo puneño; quienes en 1970 formaron la Asociación Juvenil Puno, estudiantes puneños de sectores populares en Lima, instituyeron tropas de Sikuris, que en sus inicios de 1971 era dirigida por Dante Vilca Maydana, entonces estudiante de la UNI, el grupo de zampoñas era conocido como el “Juvenil Puno”, pero luego de los sucesos que recordamos, tomaron esa fecha, “27 de junio”, como nombre para denominar a la tropa de Sikuris que la tenían formada, posteriormente esos mismos jóvenes de los años 70, bautizaron con el nombre de “Candelaria Herrera”, a su elenco de danzas, Candelaria fue el nombre de una señora vendedora que trabajaba en el mercado central, y que murió como consecuencia de una bala disparada en aquella ocasión; otro grupo de muchachotes que habían sido parte de la AJP, formaron la Agrupación de Sikuris “27 de Junio” Nueva Era, en la Universidad de Puno los estudiantes recuerdan permanentemente esta fecha, hasta alguna organización estudiantil toma la fecha como su nombre.

En verdad esa fecha es simbólica y representativa para la población puneña, entonces eran tiempo de la “Revolución Peruana”, que era dirigida por el General Juan Velazco, mediante una dictadura militar que había derrocado al gobierno de la superconvivencia que presidiera Fernando Belaunde hasta octubre de 1968; el gobierno militar de Juan Velazco, había promulgado en 1969, una Ley de Reforma Agraria muy radical respecto a la propiedad de la tierra en el campo, así como dictó otras medidas de carácter reivindicativo para los sectores populares, en especial, en este caso, para el campesino que durante siglos había sido un siervo, a quienes Velasco les había pregonado que “El Patrón no comerá más de tu pobreza”, y copiando una consigna agrarista de la Revolución Mexicana de principios de siglo, decía en forma desafiante “La Tierra es de quien la trabaja”.

En pleno fulgor de la “Revolución Peruana”, de la dictadura militar, en Puno departamento donde el gamonalismo era preponderante y la propiedad de la tierra estaba en manos de pocos, la Reforma Agraria había calado profundamente en la población campesina, la población popular del departamento de Puno, había esperado que algún día alguien por lo menos le dijera “ahora eres libre y eres dueño de la tierra que trabajas”, por ello desde las altas esferas del gobierno se preparó una gran celebración en todo el Perú, por el tercer aniversario de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, y Velazco le tomó mucho interés a Puno, y autorizó el viaje de una comitiva oficial encabezada por su Esposa Consuelo, en verdad quería revertir la opinión desfavorable que tenia de la población urbana, que según él debería estar más que agradecida, ahora que la propiedad de las fincas y grandes haciendas estaban pasando a las manos de los pobres del campo.
Sin embargo, no había considerado que un gran sector de estudiantes universitarios, profesores, sectores medios en Puno, no estaban de acuerdo con la política seguida por una dictadura militar, venga de donde viniera, haga lo que hiciera, para algunos estudiantes de los sectores de izquierda radical, tanto en Puno como en diversos lugares del país, el gobierno de Velazco no era mas que un títere de “Imperialismo Norteamericano”, y el gobierno militar no era mas que otro de los tantos que durante años habían gobernado el país para beneficio personal o de las clases poderosas dueñas del Perú.
Su servicio de inteligencia lo tenia bien informado de las opiniones de ese sector de estudiantes que en varias universidades del país, realizaban manifestaciones en contra del gobierno, y como es históricamente conocido, es en el sur del Perú donde desde muchísimos años se ha manifestado una animadversión contra todos los gobiernos, más aun si es militar, porque el sur peruano en este caso Puno, además de ser parte de los Andes, también es una región por siglos olvidada por quienes tienen el deber buscar su bienestar y desarrollo en tanto que son gobernantes del país y solo recordado cuando hay sequía, inundación o friaje, gran ocasión para destinar ayuda “solidaria”, promover campañas de recolección de víveres, ropa, en fin, campañas en busca de “donaciones”, que pretenden disimular, el fin principal que deberían tener los gobernantes, nacionales o regionales, trabajar por el bienestar y el desarrollo del país o región que gobiernan.
Pero vamos a 1972, Puno era uno de los departamentos en los que con más empeño se había aplicado la Reforma Agraria, después de los departamentos de la costa norte peruana, aunque por cierto, faltaban y siempre han faltado técnicos y profesionales para desde esta nueva visión de la tenencia o propiedad de la tierra, brinden sus aportes para su real aplicación en beneficio del campesino, claro eso es otra cosa y merece otra atención; lo cierto es que en junio de 1972 había que celebrar el tercer aniversario de la promulgación de dicha Ley, y por eso Velazco envió a sus “representantes” a diversos lugares del país, a Puno llegó “la Primera Dama” y esa celebración fue apañada por una serie de protestas estudiantiles que motivaron la intervención de la fuerza publica y el ejercito, hecho que devino en consecuencias de heridos y muertos.


UNIVERSITARIOS DE ENTONCES
Debe comprenderse que para ese tiempo quienes accedían a estudiar en la Universidad Técnica del Altiplano, solo era, en su gran mayoría hijos de propietarios de la tierra, o hijos de funcionarios, empleados, es decir clase media, estudiantes de esa extracción social fueron los principales protagonistas de esas manifestaciones antigubernamentales, aunque ello no desmerece en nada la protesta manifiesta de los estudiantes universitarios, quienes además “estaban viviendo” una reforma universitaria, y la intervención de la “dictadura militar” en las decisiones de las universidades, claro que eran consideradas como un “atentado contra la autonomía universitaria”.
En 1972, talvez habría sido uno de los primeros años en que alguno que otro muchacho, hijo de campesino recién habría ingresado a la Universidad, donde se estaba implementando una reforma educativa que incluyó una reforma universitaria, donde el rasgo principal eran las facultades convertidas en programas y se iniciaban con “Estudios Generales”; sabemos también que “estudiar en Puno”, entonces significaba un desembolso muy oneroso para los padres, peor aun si estos eran campesinos, por eso que pocos eran los estudiantes de esa extracción social en la UNTA; en cambio en los años posteriores, y en gran volumen, esos muchachos y muchos otros más se han hecho profesionales tanto en la Universidad del Altiplano, como en otras universidad, e institutos superiores, y que hoy están contribuyendo al desarrollo del departamento, pero que en ese tiempo no pudieron contribuir en nada para el desarrollo de la Reforma Agraria, hecho que solo quedó como una gran medida de cambio estructural, es decir el cambio del régimen de propiedad de la tierra en el campo, mas no su desarrollo, muy a pesar que hasta ahora se les debe en “bonos” a quienes fueron en su momento propietarios de la tierra.
En esa preocupación de saber realmente qué había pasado en la ciudad de Puno en junio de 1972, entonces era un estudiante universitario alejado de mi tierra, que sin embargo respaldaba los cambios estructurales que se daban entonces, y en el tiempo me quedó como un gran enigma, una eterna pregunta en mi mente, ¿Qué había pasado en Puno en junio de 1972?, esa “revuelta” habría contribuido a que realmente “seamos libres por siempre”?

Pero si era lo mismo lo que estaba buscando ese grupo de militares que con las diversas reformas dictadas desde el gobierno, y así a quedado en la historia como hechos que no pueden ser negados, claro que no era una “revolución” al estilo ruso, chino o cubano, pero habían cambiado el régimen de propiedad en distintos niveles, en especial en el campo, donde la propiedad de la tierra empezó a pasar a manos de los campesinos por medio de cooperativas, sociedades agrícolas, comunidades, etc.

En esa inquietud hace unos quince años interesado en conocer de cerca esos hechos que habían sucedido en esa fecha en Puno, busqué quién me lo podría contar, alguien que habría sido protagonista directo, es más era el hijo del Prefecto de entonces, él debería conocer muy de cerca y con pelos y señales lo que había pasado, por cierto el Prefecto de entonces, responsable político de los hechos, José Benjamín Jiménez Camacho, ya había fallecido en Lima unos años atrás, postrado en un ostracismo y decepción que no le permitió nunca más regresar a su tierra.

El “Ñato Jiménez”, azangarino de largos ancestros, había sido alumno del Colegio San Carlos, estudió Derecho en la Universidad de San Agustín y Medicina en la Facultad de San Fernando, luego de haber trabajado los primeros años de su carrera en la Maternidad de Lima, regresó a su tierra como medico titular en el hospital de Azángaro, a partir de ahí en diversos centros de Salud, del mismo modo fue periodista de afición, siendo corresponsal de diversos medios periodísticos y gran admirador de José Domingo Choquehuanca, por devoción; en 1945 fue elegido Diputado de Azángaro por el Frente Democrático; y finalmente fue Prefecto de Puno en 1970, tiempo en que nos ocupa esta historia.

Esa historia de la cual ha sido protagonista su hijo José Luis, nos la ha sido contada por él en 1995, en diversos párrafos y pasajes de esta historia, seguramente muy poco conocida, podrá traslucirse la verdad clara, la justificación precisa, o la apreciación correcta de los factores que determinaron esa protesta hoy recordada, las razones de su origen, sus protagonistas, a quienes los nombra con nombres propios y los identifica tal como fueron entonces.
Esta historia la hicimos circular en una breve edición de Aswan Qhari, y hoy convertido en un material de primera fuente, es necesario sea difundida para que quede en los anales de la historia de Puno.

Antes nuestras diversas interrogantes, que no las reproducimos porque son obvias por las respuestas de esta lectura, esto es lo que nos cuenta José Luis Jiménez, sobre los hechos acontecidos en esa ocasión, naturalmente datos e informaciones de primera fuente y palabras que también son categóricas al referirse a quienes fueron sus protagonistas, y decimos fueron, porque a los años ya que han pasado, el destino de cada quien es por cierto muy distinto, algunos ya han muerto, otros, encontraron un destino distinto al que los impulsó al promover la manifestación estudiantil, y como dice el decir popular, han cambiado de camiseta las veces que les ha convenido, como es el caso del que fuera Presidente de la Federación, mientras que habrá alguno que aun pasado el tiempo, mantiene su convicción sobre los motivos que lo impulsaron ser activista del “27 de junio” y que aún mantiene -auque sea utópicamente- el deseo de que algún día realmente “seamos libres por siempre”.



ESTO NOS DICE JOSÉ LUIS.

Era un 26 de junio de 1972. Puno estaba agitado. Los gremios organizados concurrían a la Parada que debía llevarse a efecto en la Plaza de Armas. Estudiantes de diferentes centros educativos se dirigían en formación a ocupar sus emplazamientos.
 Pero había agitación en el ambiente. Grupos folklóricos habían sido convocados a mostrar el Puno profundo. No era para menos, la primera dama de la Nación, la Sra. Consuelo Gonzáles de Velasco había arribado el día anterior y merecía una manifestación de recibimiento oficial por parte de Puno, sus autoridades y "las fuerzas vivas". Y la manifestación debía realizarse de todas maneras según lo programado, exigía el general Enrique Falconí Mejía, Jefe de la División Militar de Puno, no obstante, la oposición del Prefecto José Jiménez Camacho, en virtud a los informes que recibía de Inteligencia policial,
En realidad, el Prefecto se opuso desde el principio a la visita de la Sra. de Velasco y no lo hacía por el hecho de que la señora fuese de suyo antipática. No. Lo hacía por razones incuestionablemente prácticas. Hacía pocos días que doña Consuelo había terminado un viaje alrededor del mundo, gira no oficial, pero a costa del erario, que solo benefició a ella y a la comitiva que la acompañó.
Quizá por compensar de alguna forma la ausencia de la esposa del general Falconí en su comitiva viajera, Consuelo de Velasco lo primero que quiso hacer a su llegada, fue visitar a su amiga desterrada en Puno, pobrecita, pero por poco tiempo. Su marido recibiría recompensas por tamaño sacrificio.

El Prefecto Jiménez Camacho en varias oportunidades se comunicó con él Ministerio del Interior aconsejando la postergación del viaje de la señora Consuelo de Velasco. No era oportuna su visita a Puno y creo que a ningún otro sitio.

La juventud universitaria ya se había manifestado contraria a esa visita que consideraba una ofensa al pueblo. Hay que recordar que la Universidad del Altiplano -UNTA-, en aquella época, junto con San Marcos y la UNI, era la institución más anti-militarista y anti­velasquista. En nuestra opinión, solo la proximidad con el monte alto, hizo de la Universidad San Cristóbal de Huamanga el semillero de Sendero Luminoso

Pero el general Falconí minimizaba las amenazas. Su esposa ya se había comprometido a alojar a la señora Velasco.
Obra en mi poder los documentos que José Jiménez Camacho, Prefecto de Puno, mi padre; guardaba no sé para quién, en su maletín de médico de cabecera, hasta la hora de su muerte; comunicaciones al Ministerio del Interior en todos los tonos, advirtiendo los peligros que acarreaba la proyectada visita. Cuando después de su fallecimiento, en complicidad con mi madre violamos el mencionado maletín, encontramos suficiente material para la crónica que aún no se escribe.
Era el 26 de junio de 1972. La comitiva oficial ocupaba la tribuna de honor en el atrio de la catedral. Al centro la señora Consuelo G. de Velasco junto con su amiga la señora de Falconí. A un costado, el prefecto y al otro el general Falconí Mejía, jefe de la División Militar de Puno. Cerca del medio día, la plaza de armas estaba llena pero no solo de ayayeros. Grupos de universitarios estratégicamente diseminados empezaron la contra­manifestación. Al centro de la plaza, al lado del monumento a Bolognesi, cual punta de la lanza, el grupo más beligerante dirigido por el estudiante de agronomía Ronald Bustamante Valdivia, destacado maoísta, rechiflaba e insultaba osadamente a las autoridades.

Manuel Nuñez Rebaza, pinto!; hijo del gran Nuñez Ureta, abriéndose paso entre la multitud junto con un grupo de disciplinarios velasquistas, comu­nistas también, pero moscovitas, llegó al monumento a increpar a Ronald
Bustamante sus actitudes antigobiernistas, allí al pie de Bolognesi empezó el 27 de Junio, enfrentados los comunistas provelaquista (moscovitas) y los universitarios radicales comunistas (pequineses). Era precisamente lo que buscaba Ronald Bustamante; algún motivo para iniciar la revuelta planificada cuidadosamente el día anterior en la Universidad, en reunión coordinada por el entonces anarquista Rolando Avila Díaz, Presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de la UNTA.

Bustamante lanzó el primer golpe, un recto en el rostro del corpulento Nuñez Rebaza que también mandado a hacer estaba para las broncas. Se inició una descomunal gresca. La fuerza de asalto de la policía intervino y los grupos de estudiantes se encargaron de generalizar el desorden, primeramente en el ámbito de la Plaza de Armas y después por toda la ciudad. Aquel día hubo manifestaciones relámpago en distintos puntos de la ciudad y gas lacrimógeno en todo el ambiente. Puno es chiquito pues. Correteos, persecuciones y muchos detenidos.

Esa noche se realizó una reunión en la Prefectura de Puno, convocada por el Prefecto Jiménez Camacho con asistencia del Alcalde Salas Bartra, el general Falconí, magistrados de la Corte Superior entre otras autoridades y los representantes de los estudiantes. Tengo a la mano el documento en el que concluyó la reunión del 26 de junio por la noche, en la Prefectura de Puno. Firmaron todos los presentes. Se trataba de un pacto de honor; de caballeros. Por un lado la autoridad se comprometía a liberar a todos los detenidos sin levantar cargos. Por otro lado los estudiantes se comprometían a dejar sin efecto todos los actos planeados con anterioridad por los universitarios para el día siguiente, 27 de junio.
El prefecto siempre apaciguador no era el primer entuerto que intentaba deshacer ordenó la libertad incondicional de todos los detenidos, incluido el iniciador de la revuelta, Ronald Bustamante. Después de firmado el documento de marras, hubieron apretones de manos, palmaditas en la espalda, sonrisas, y al final... felonía.
 A la mañana siguiente los estudiantes encabezados por Rolando Avila, Ronald Bustamante y los liberados la noche anterior, iniciaron la marcha desafiante desde la Universidad hacia Puno. Debía haber víctimas, porque los radicales y anarquistas así lo buscaban. Era el 27 de junio de 1972. El Prefecto Jiménez Camacho se sorprendió al recibir las informaciones de lo que ocurría aquella mañana. Los dirigentes universitarios habían faltado su palabra de honor (¿?) provocando desordenes en las calles; y el colmo, habían dos tanques del Ejército apostados a la espera de los manifestantes.

Eran los años del Velascato. El gobierno militar después de años de colocar prefectos militares en los diferentes departamentos del Perú, había optado por nombrar prefectos civiles para amainar la imagen dictatorial. Pero era un embuste cuando se decía que el prefecto era "la primera autoridad política del departamento". Mentira pues. El control lo seguía ejerciendo el militar de turno; en el caso de Puno, el general Falconí Mejía; el mismo que en un rapto de ira, ordenara la mañana del 27 de junio la salida de tanques a las calles para reprimir a los estudiantes.
 Los resultados no se dejaron esperar. El ejército disparó contra los manifestantes con la secuela de muertos y heridos. Una bala perdida mató a una humilde mujer encinta, (Candelaria Herrera), que trabajaba en el mercado vendiendo fruta. Todo ello fue muy bien capitalizado por los cabecillas revoltosos para encender la mecha de la sedición, ahora ya en el pueblo.
Por seguridad, el prefecto y familia así como los vecinos de la Villa Militar fueron evacuados al cuartel general de Chanu-Chanu. En efecto, la familia Jiménez nunca ocupó la residencia prefectural de la Plaza de Armas, sino que siguió viviendo en su casa de la calle Tarapacá, la misma que se intentó apedrear la noche del 27 de junio. Era comprensible, porque el Prefecto aparecía responsable de todo aquel desmadre, incluida la monstruosidad de sacar tanques a las calles para matar gente.
Aquella noche corrió mucho whisky en el cuartel de Chanu-Chanu mientras Puno seguía convulsionando en sus tumultos. Un capitán, portador de una invitación, acompañó al Prefecto desde su alojamiento al lugar donde se efectuaba una reunión dirigida por el general Falconí y allí, entre otras cosas, le dijeron que para tranquilizar al pueblo era necesaria una cabeza de turco, un chivo expiatorio. Por lo tanto se le sugería renunciar a su cargo. Así lo convencieron y así se hizo. Por cierto no le dijeron que con esta fórmula él se arrogaba toda la responsabilidad y no tenía luego a vindicar su actuación como Prefecto.
La candidez de esta actitud, en mi opinión, se debió a que las desgracias personales, los muertos durante la jornada, ya habían hecho mella en un espíritu extraño a felonías, violencia y asesinatos. Al amanecer del siguiente día José Jiménez Camacho dejaba Puno, casi en secreto en el vehículo de su propiedad, para no volver más a su tierra... ni volver a ser lo que fue.


Y QUÉ FUE DE LOS PROTAGONISTAS DE ENTONCES?

Muchas aguas se han salido por el desaguadero, en breve serán 40 años de aquel acontecimiento, Puno desde siempre ha sido considerado un pueblo rebelde, en esta tierra han sucedido muchísimos acontecimientos, en los años 80’s ha sido considerado como una continuación de “Ayacucho”, en cuanto a la promoción del senderismo, aun así siempre ha sido olvidado por el poder central; en Puno la Justicia Popular ha ajusticiado a Alcaldes como representantes del poder, aun así es un departamento que tiene uno de los más grandes índices de pobreza y analfabetismo, tanto mas o menos como en 1972, y aun continua sin respuesta nuestra interrogante, a que si sirvió de algo y si pasado el tiempo el habitante puneño, ahora si libre de gamonalismo, podrá encontrar el derrotero de su destino feliz, alcanzará el deseo de una “patria nueva”, una “sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores”, “una tierra sin pobres”, un “sumac causay”.
En cambio al pasar el tiempo podemos también preguntar sobre los protagonistas de ese acontecimiento, el General Falconí, siguió su “carrera militar” que llegó hasta la Casa de Gobierno como brazo derecho de Velazco; y de los estudiantes, ellos continuaron en su permanente lucha, hasta que hoy se recuerda. Los trabajadores en nombre de la población de Puno???.. su principal representante que entonces fuera  de la Federación Bancaria, como dirigente sindical, fue elegido diputado con el apoyo del Partido Comunista Peruano, hecho que le sirvió alcanzar la célula viva en su jubilación, aun habiendo sido servidor de una empresa privada que expropio el Gobierno Militar, también fue dirigente deportivo de un club puneño de renombre internacional, donde dejó ingratos recuerdos a los aficionados en cuanto a las cuentas, y finalmente asumió distintas banderas políticas en especial de sectores opuestos y distintos a los que en su momento representaba en la vida sindical puneña; según las veleidades que da la vida, actitud que continuó en Lima años después, en institución que estuviera.
 Y que fue del Prefecto?, eso se lo preguntamos a su hijo José Luis quien nos cuenta el destino del “Ñato Jiménez”, cual aureola de reivindicación justa, él nos dice que desde el 27 de junio de 1972, “José Jiménez Camacho, aquel dínamo que solía dormir tres o cuatro horas diarias para darse el tiempo que requerían sus actividades de médico, periodista, político, escritor, pensador; languideció por diecisiete años hasta la hora de su muerte. Desde aquel 27 de junio no compró ni un libro más que incrementara su enorme biblioteca, ni escribió más para el “Día Médico” de Buenos Aires, ni volvió a aparecer su columna en "Los Andes"; inquietudes periodísticas que lo llevaron a dirigir por mucho tiempo "La voz de Puno" y aun antes otras revistas en Azángaro".
 No volvería a subir a alguna tribuna a exponer su verbo, forjado tal vez en las contiendas políticas que lo llevaron a la diputación por Azángaro en 1945; testigos son el Colegio Agropecuario y el obelisco a Choquehuanca de la Plaza San Bernardo, que plasmó Leonel Velarde. Bolívar, Encinas y Nuñez Butrón quizá resintieron el silencio de sus panegíricos. Y Choquehuanca perdió a su más devoto exégeta. Desde aquel 27 de junio, languideció por diecisiete años hasta la hora de su muerte en agosto de 1989. Murió de pena y amargura; de impotencia por saber que él mismo no pudo ni podía defenderse. Murió de pundorosa vergüenza... Murió de decencia.

Y que fue del principal protagonista, el pueblo de Puno???. Históricamente rebelde, sigue siendo el departamento olvidado por todos los gobiernos que nuevamente y cada vez que se presenta el fenómeno climático, recurren a las “campañas de ayuda por el friaje”, mientras es el departamento mayor productor de estaño, sigue siendo el más pobre en desarrollo, el nivel educativo es el más bajo, y si tiene un gobernante regional que tiene ideas distintas al gobierno central, por supuesto que es combatido, y no importa la persona quien fuera, simplemente es así la política representativa elegida mediante el “voto universal”, muchísimos hechos más que permite la democracia representativa, para que Puno continúe siendo uno de los departamentos más olvidados del Perú.

El principal protagonista de esta historia, el pueblo de Puno, aun pasados mas de 40 años de entonces, no puede decir al fin “somos libres” ni tampoco “seamoslo siempre”, porque para serlo primero hay que ser un departamento con desarrollo, con crecimiento, con mejor educación, salud, nivel económico, con autonomía de gobierno, en fin, sueños que aun siguen siendo utopías al 28 de julio del fin de la primera década de este siglo. ¿Pasarán 38 años más para que Puno alcance sus sueños?, quizás no, quizás si, lo cierto es que hoy Puno está en manos de quienes hoy en su gran mayoría son hijos o nietos de quienes en su momento fueron beneficiarios de la Reforma Agraria, o de algún modo han sido parte de ese cambio de régimen de propiedad, y eso da mucho que decir, por ello lo único que podríamos desearle a nuestro pueblo en esta ocasión es, a no renunciar a la búsqueda de esa utopía -según la opción que cada quien tenga- ese sueño que está sintetizado en las palabras “Somos libres, seámoslo siempre”.