NUESTRA BIENVENIDA

Tu amigo Bruno Medina Enríquez, Director de la Revista ASWAN QHARI, te da la bienvenida para que juntos construyamos los enlaces que nos ayudan a revalorar nuestra cultura y auspiciar un futuro promisorio, en la búsqueda de alcanzar el Sumac Causay, que nos hará libres en una nueva sociedad!!!



sábado, 8 de noviembre de 2014

EL ORIGEN DE BRISAS DEL TITICACA

Bruno Ismael Medina Enríquez





El Origen
de
Brisas del Titicaca
Historia Documentada
1961 – 1972










Con la participación de  Armando Azcuña Niño de Guzmán y
la colaboración de Miguel Ángel Montesinos Luján
Lima - 2012




  
El Origen
de Brisas del Titicaca
Historia Documentada
1961-1972
© De esta edición:
Redacción y cuidado de la edición:
Bruno Ismael Medina Enríquez
Información y corrección:
Armando Azcuña Niño de Guzmán
Aportes y colaboración de Miguel Montesinos
Diseño de carátula: Bruno Medina Enríquez
Impresión: Pablo Condori Ch.
Hecho el depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Ley Nº 28377
Reg. Nº

Impreso por PC  Servicios Gráficos
Jr. Arnaldo Márquez 1210
Jesús María
para la BIBLIOTECA de
 Ediciones ASWAN QHARI
Av. La Paz 708  - Lima 32 - Perú
Primera Edición - Octubre 2011


AGRADECIMIENTO
Y a los amigos que gentil y amablemente estimularon y alentaron en forma constante a fin de lograr la edición de este libro, redactado con el afán de que se conozca el verdadero origen de la Asociación Cultural Brisas del Titikaka, entidad de residentes puneños en Lima; y que contiene información profusamente documentada, originada en las publicaciones que realizara la Revista Aswan Qhari; cuyos textos han servido de base para la presente redacción, siendo confrontada con la información de uno de los protagonistas de aquellos momentos históricos y trascendentales de 1961 y 1962; don Armando Azcuña Niño de Guzmán.
    El eterno reconocimiento a ellos por su valioso, anónimo  y desinteresado apoyo moral y material, efectivizada en esta edición.



SEVERO ARROYO GOYZUETA ,  In Memoriam

Nació en Yunguyo el 1 de febrero de 1939, murió en Lima el 9 de marzo de 2012. Quien los últimos años de su vida, soportó con mucha convicción una vana e inútil persecución política y judicial que muchos conocen, hecho que compartimos con él con la fortaleza de un puneño que de a verdad quiere a su tierra, como lo fue Severito.

Días antes de cumplir sus 21 años llegó a Lima a fines de 1959, con una guitarra al hombro,  y grandes entusiasmos bajo el brazo; formaba parte del Centro Musical Yunguyo, que había llegado en aquella ocasión a grabar música puneña en discos de acetato, que hacia poco ya se fabricaban en el Perú, luego que en 1958 el Presidente Prado, liberara la importación y fabricación de discos de ese formato.
El Centro Musical Yunguyo fue el segundo grupo musical puneño que llegó a Lima a grabar música puneña, antes lo había hecho el Centro Musical Ayaviri; después, en 1960 llegaría el Centro Musical Lampa, también como ganador del Concurso de Estudiantinas, y el emblemático C.M. Theodoro Valcárcel recién llegaría a grabar el año 1962, aunque en 1957 ya había estado con una embajada cultural, pero en ese entonces no había oportunidad de grabar discos, aunque posteriormente habían grabado algunos de 45 rpm, en base a grabaciones de cintas magnetofónicas caseras que se convirtieron en ese formato.
Resulta que el Centro Musical Yunguyo durante tres años consecutivos (1957, 1958, 1959), obtuvo el primer lugar en el concurso departamental de estudiantinas, que con ocasión del aniversario de Puno, organizaba el Instituto Americano de Arte en Puno, y uno de los incentivos por este triunfo, fue llegar a Lima para grabar la música que interpretaba. De esos años gloriosos son los conocidos temas «desde la frontera vengo, palomitay, solamente por quererte ayayay vidita me voy, me voy hay sabe Dios si volveré» o aquel emblemático «Yunguyo mío eres una perla, a las orillas del Titicaca», tan bien interpretados por el Centro Musical y la alta y clara voz de Maruja Maidana, que cautivó muchas juventudes de aquellos tiempos y de hoy día.
Si pues nuestro amigo Severito, muchachón él, había llegado con la delegación musical de Yunguyo, solo por unos días para grabar esa música, pero a resultas de estar ya en Lima a minutos antes de regresar a la tierra con la delegación, el Severito no apareció en la agencia de transportes de «San Cristóbal», ubicada en el Parque Universitario; había decidido quedarse por estos lares, buscando a algunos parientes donde lo acogieran. Entonces se cobijó en su antigua residencia del Jr. Lucanas 530 interior I, en el popular distrito de La Victoria, compartiendo su vivienda con otros jóvenes de su tierra yunguyeña de aquel entonces, como Isaac Bustamante Velazco, Nolasco Maydana Velazco, Víctor Guzmán Vilca, Eleodoro Loza Velásquez, con quienes también se inmiscuyó con todo en el quehacer del Centro Social Cultural Yunguyo y en Brisas del Titicaca.
Desde ese tiempo ya en Lima, se empeñó en cultivar un futuro promisorio para su vida, se dedicó a trabajar en ese popular distrito de La Victoria, siendo uno de los cuasi fundadores, junto a muchos puneños, del hoy popular emporio de «Gamarra», en el sector de confecciones, pero no solo eso, con su empedernida voluntad de buscar el progreso, también se preocupó de sus estudios, concluyendo su profesión en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional Federico Villarreal, que por cierto no la ejerció a plenitud, porque «el trabajo» de ganó a la profesión.
Como todo músico puneño y estando en el ambiente de la gente puneña que andaba en el barrio de El Porvenir o al rededores del mercado de La Parada, inmediatamente se contactó con el ambiente Puneño, tanto así que en 1960, fue el primero en asumir el Alferado de la primera Fiesta Patronal de los puneños en Lima, como fue la Fiesta de San Francisco de Borda, «Tata Pancho»,                                                                                                                                                      organizada por el Centro Social y Cultural Yunguyo, que hacia unos pocos años se había fundado en Lima. Hacia 1961-62, Severo se convierte en uno de los primeros en integrarse al Conjunto Musical Brisas del Titicaca, que luego se llamaría Centro Musical y hoy es la Asociación Cultural del mismo nombre, y desde entonces hasta ayer en que se ha ido, no ha dejado nunca sus quereres briseños, a pesar que allí fue acusado falsamente, hecho que sin embargo soportó con los sinsabores que trae que a uno lo califiquen de «ladrón», o cuando los que consideras tus mejores amigos te dan la espalda, por que creen «lo que dice la gente», peor si eso es convertido en un proceso judicial fatuo e inútil por un par de personas de mala fe, es otra cosa; aunque finalmente la justicia, más la convicción en «Tata Pancho»,  en quien creía fervientemente, le han dado la razón a él y a sus amigos que lo hemos querido.
Así pues, Severito, querendón, cariñoso, desprendido, pasó su vida en Lima, sin jamás sentirse un desarraigado de su tierra, a donde siempre retornaba con mucha devoción, gracias a los éxitos que la vida y su trabajo le habían dado como oportunidad, desarrolló su trabajo con mucho éxito en el campo de las confecciones y la artesanía, de la mano con su fiel compañera Clotilde Borda, y los hijos que han compartido de por vida el trabajo y los éxitos no solo en el Perú, sino en el extranjero, donde siempre viajaba, llevando la producción nacional a diversas ferias internacionales, en América, Europa y Asia; en estos días estaba preparando su viaje a la China.
Su antigua participación en Brisas del Titicaca, hasta llegar a ser asociado Vitalicio, la vio plasmada siendo Tesorero del Consejo Directivo de la institución entre 2000 y 2001, gestión con la que participó con éxito en la transformación, desarrollo y consolidación institucional, mezquinando hasta el más pequeño centavo a quienes venían a pedirle «alguito» o pretendían conseguir beneficios, en un lugar donde todos tienen mas bien que aportar, enemigo acérrimo de quienes exigían algo, sin antes dar nada, razón por la que se consiguió también algunos enemigos gratuitos.
Pero así es la vida mi querido Severito, te haz ido feliz, sabiendo que la Justicia te ha dado la razón,  siempre recordaremos tus ultimas palabras «oye, no seas rencoroso, si a la otra vida no nos vamos a llevar nada», aunque eso no sea cierto, porque tú te llevas nuestro cariño y nuestro reconocimiento eterno, mediante un fuerte abrazo de hermano y esta palabras escritas a lo apurado y te llevas los últimos párrafos de este libro donde debería estar la historia de cómo fuiste el primer Alferado de Tata Pancho en Lima.
Hasta Siempre Severo Arroyo Goyzueta

Introducción
La presente edición se hace sumamente necesaria, en razón de que la historia de una de las más importantes instituciones provincianas en Lima, como es la Asociación Cultural Brisas del Titicaca, nacida en 1961, hace más de 50 años, no es certera y veridicamente conocida. Sobre sus orígenes y sus años aurorales se tejen diversas especulaciones, las más antojadizas, con versiones que sólo se tienen como referencia la memoria de quienes han ido incorporándose a partir de 1967 - 68, muchas de esas versiones tienen el tinte de resaltar el ego personal, algunos, aunque protagonistas, pretenden resaltar su presencia y satisfacer sus preferencias, a la que tienen derecho, pero esas versiones no son necesariamente ajustadas a la verdad.
Se han contado y escrito versiones personales solo con la ayuda de alguna documentación posterior a 1968, ya que a falta de la documentación sustentatoria, se apeló a la ayuda de la memoria, que por cierto no necesariamente es precisa en fechas y datos. Sin embargo hay quienes aun arguyen que para redactar la historia que aquí se cuenta, había que haber estado presente en ella o ser su protagonista, lo cual llevaría a concluir erróneamente que, habría que desautorizar a don Jorge Basadre, por contar la historia de la República, en vista que él no ha vivido en el siglo XIX.
Según Nelson Manrique, lograr que la historia escrita refleje la realidad es un reto con amplias dificultades. “El poder siempre va a tratar de reescribir la historia en función en de sus propios intereses. Al final, la investigación histórica es un espacio de lucha por preservar la memoria. Parte de lo que se debe afrontar es ese vacío de memoria histórica que debe proyectarnos al futuro. Porque un pueblo que no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va”. Vale la pena empezar, por lo menos, a intentar. (Claudia Blanco en “Hildebrandt en sus trece” Nº 90, p.19 y ss. 19/01/12)
Así pues, el trabajo de larga investigación que concluye en este libro, rectifica y corrige los errores o deficiencias cometidos por algunas personas que hasta el momento aun sostienen una versión errada acerca de los orígenes de Brisas del Titicaca, en estas páginas se pasa a confirmar la verdad histórica, recurriendo a la amplia documentación que se ha logrado acopiar, una excelente fuente de información y además de contar con la participación directa de uno de los protagonistas de la fundación de Brisas, el único en vida, lo que da a este trabajo un valor agregado y de primera fuente.
Es resultado de la preocupación asumida desde los inicios de los años 90 pasados por Bruno Ismael Medina Enríquez, director de la Revista Aswan Qhari1, de hacer conocer la real historia de Brisas del Titicaca, que le ha permitido efectuar su larga investigación y como consecuencia de ella, realizar varias publicaciones sobre el tema en la referida revista, donde inicialmente en noviembre de 1993 publicó un primer artículo titulado «Apuntes para escribir la historia de Brisas», escrito por Gustavo Ames, gracias a la iniciativa del director de la Revista Aswan Qhari; luego publicó otros textos sobre el tema en los números 8 y 11 de la revista y por espacio de más de dos años entre 1997 y 1999, en sucesivas ediciones 13, 14, 15, 16 y 17, publicó diversos artículos con el nombre genérico de «Referencias evidentes de la Fundación de Brisas del Titicaca», textos básicos escritos por ocho iniciales protagonistas, aunque el redactor principal de los artículos fue el profesor Juan Carpio Mostajo; esta versión es considerada la más trascendente y documentada,  ya que allí se hace conocer inéditos documentos, verídicos y fehacientemente comprobables, así como fotografías de las diversas actividades realizadas en los primeros años de la existencia de Brisas del Titicaca, siendo determinante la publicación en la edición Nº 14 de dicha revista, en Febrero de 1998, de una fotografía de 1962 -que hoy es profusamente exhibida- donde están los reales fundadores, prueba gráfica con la que quedó definitivamente confirmado el verdadero origen de la institución, hecho real que desde entonces ya no pudo ser desmentido de ninguna forma, por algunos agoreros que aun insistían que Brisas del Titicaca se había «fundado» en 1968, con el señor Carlos Cano como Presidente de la institución. Textos básicos que han servido en demasía para la redacción del presente libro.
 Como consecuencia de esas ediciones, los artículos publicados en dicha revista incentivaron a don Carlos Cano Pinazo y don Julio Monje Herrera, quienes motivados e inspirados por lo que se relatara en esos artículos, deciden escribir sus memorias  en un libro que fue publicado por la Institución en agosto de 1999 con el título «Brisas del Titicaca. Apuntes sobre su Historia y Trayectoria Institucional»2, donde relatan algunos hechos de los inicios y de etapas posteriores a la génesis. Muy loable es la posición que asumen estos señores al reconocer que no son los fundadores sino, son continuadores de obras que otros puneños las empezaron, posición que la mencionan reiteradamente en dicho libro, especialmente en las páginas 118 y 129, haciendo referencia que en el año 1962 se conforma el Conjunto Musical Brisas del Titikaka en el domicilio de don «Policarpo Miranda Mestas» y que a partir de entonces hasta hoy como Asociación Cultural Brisas del Titicaca, es la misma institución; lo que sí hay que hacer notar es que en la parte inicial de su redacción dichos señores han hecho uso de gran parte del material publicado entonces en la Revista Aswan Qhari, sin mencionar la fuente ni la propiedad intelectual de lo anteriormente publicado.
Hay aun algunas personas, muy pocas por cierto, que conociendo o no estas publicaciones, continúan sosteniendo argumentos contrarios sin ninguna base ni fundamento.
En noviembre del 2003, durante la Presidencia de Helbert Rondón, la Vocalía de Investigación y Desarrollo de la Asociación Cultural Brisas del Titicaca, bajo la Dirección de Jorge Velazco, edita un libro de pasta negra, -por ello es que algunos lo llaman «el libro negro»- con el titulo «Brisas del Titicaca, Orígenes y Proceso, 1967-1986»3, del que en el cuarto párrafo de su página 7 se consigna que fue escrito por dicha Vocalía, hecho que trajo algunas contradicciones con sus verdaderos autores, (David Meléndez, Manuel Cortez y Marcelo Bacigalupo); libro en el que se cometen innumerables e incalificables errores y falsedades respecto a los orígenes de la Institución y muchísimas otras inexactitudes de las que se encuentran más de 50 entre fechas, fotografías, datos acerca de los acontecimientos relatados, deformando por completo con ello, el verdadero proceso histórico de la Institución; utilizando una vez más material publicado en la Revista Aswan Qhari, sin hacer referencia de la fuente bibliográfica. Esos datos son esclarecidos con precisión en capítulo aparte que se publica al final de este libro.
Para zanjar definitivamente los conceptos acerca de la verdadera historia sobre los orígenes de Brisas del Titicaca, en esta ocasión se recurre a la publicación de diversos documentos, la mayoría  de los cuales fueron en su momento proporcionados para su publicación en la Revista Aswan Qhari, por el profesor Juan José Carpio Mostajo, su primer Presidente, hoy fallecido, como también por su familia; por el Sr. Armando Azcuña Niño de Guzmán, el único sobreviviente de los iniciales protagonistas del entonces naciente Conjunto Musical Brisas del Titikaka, que en sus inicios fue dirigido y presidido por don Policarpo Miranda Mestas, así como materiales que fueron proporcionados por Tommy Sardón Bacarreza y Salvador Guardia Silva.
Se incluyen también, documentos recopilados gracias a la acuciosa  preocupación que diligentemente durante largas jornadas de investigación y búsqueda, fueron  encontrados en los archivos de los diarios «El Comercio» y «La Prensa» en la Biblioteca Nacional, tanto por Miguel Ángel Montesinos Luján, como por Bruno Medina Enríquez quien además de recurrir a los archivos de ambos diarios, también recurre al diario «El Peruano», para luego utilizar en algunos casos programas de diseño gráfico en computadora, para reconstruir materiales deteriorados por el tiempo.
Finalmente se incluyen valiosos testimonios documentales que fueran recopilados con ocasión de las primeras publicaciones en la Revista Aswan Qhari, por su Director así como otros materiales del archivo documentario que obran en poder de Bruno Medina, como son cartas, oficios, citaciones, tarjetas, fichas, fotografías, padrones, libros de actas, publicaciones de diarios de la época, todos estos documentos en originales y/o copias, certifican cómo han sido realmente los acontecimientos iniciales de Brisas del Titicaca y que al publicarlos hoy, contribuyen a  esclarecer definitivamente la verdadera historia de Brisas del Titicaca, su origen, su nacimiento y su fundación.
Es en base a esta documentación y lo publicado en la mencionada revista, que se ha ido construyendo el texto del presente trabajo demostrando con ello, que el libro que publicó Bruno Medina Enríquez en el año 2001, con el título «Del Gran Cambio a la Consolidación Institucional»4 tiene los sustentos necesarios que confirman lo escrito allí, acerca de los años aurorales de Brisas del Titicaca. Libro que fundamentalmente trata de la historia institucional acontecida entre los años 1993 a 2001.
Cualquier otra versión diferente, queda desmentida, en vista de que los documentos publicados aquí, demuestran indubitablemente, lo acontecido en los once años iniciales de Brisas del Titicaca y se ha tomado la alternativa de relatar la historia de este lapso de tiempo hasta 1972, porque en ese año se llega al local de la Av. Santa Cruz, donde concluye esta etapa de construcción inicial, para luego al pasar a ese nuevo local del distrito de Jesús María, donde se vive una nueva y hermosa etapa de relativo desarrollo, por varios años se alcanza un alto nivel en la organización, hasta que en 1979 la institución sufre un breve periodo de aletargamiento y pretendida desaparición,  concluyendo esa etapa; aunque tiempo después -en 1982- se reactiva nuevamente, cuando se asienta en el Jr. Wakulski y es desde entonces que se inicia un nuevo periodo de vida institucional, muy promisorio periodo que también origina por cierto, hasta tres etapas bien marcadas de desarrollo, (1982-1993, 1994-2001, 2002-2010), cada una con sus propias características y particularidades, por la forma en que se ha dirigido la institución en esas etapas de gestión diferenciadas claramente entre ellos; sin embargo el recuento de esas etapas, deberá ser materia de nuevos estudios.
Al presentar esta obra que se ha optado en llamarla El Origen, porque la historia que se relata es la historia originaria de Brisas, ya que está profusamente documentada con materiales que realmente son de colección de la génesis institucional. Con este libro se espera contribuir a que se conozca la verdadera Historia Documentada de Brisas del Titicaca y sean desterradas por siempre las versiones antojadizas, verbales o escritas, acerca de los hechos, fechas, personajes, acciones y datos que el tiempo y la memoria los han tergiversado.
  La  redacción de este libro ha estado a cargo de Bruno Ismael Medina Enríquez, quien fue directivo de la Institución como Tesorero entre 1995 - 1997 y luego Vicepresidente entre los años 2000-2001, director de la Revista Aswan Qhari, donde publica por primera vez, las «Referencias Evidentes de la Fundación de Brisas del Titikaka» entre los años 1995 - 1999, es además autor del libro «Del Gran Cambio a la Consolidación Institucional», que trata acerca de una etapa muy significativa de diez años acontecida en la vida institucional, de cuando se inicia su desarrollo y alcanza su consolidación en la historia de Brisas del Titicaca.
En el presente trabajo se ha contando con la participación en la corrección y apoyo básico en cuanto a la información auroral de primera fuente de Armando Azcuña Niño de Guzmán, quien como uno de los fundadores de Brisas del Titikaka, estuvo en los orígenes desde 1961, Armando ha sido proclamado como Asociado Honorario en 1996, hoy continua como un activo promotor cultural.
En la elaboración de este trabajo también se ha contado con la colaboración de Miguel Ángel Montesinos Luján, quien contribuyó en la búsqueda de información periodística y su transcripción, como con algunos textos en base a las publicaciones de la revista Aswan Qhari, también contribuyó con algunos datos e información de primera fuente, ya que participó en Brisas desde cuando se incorporó como asociado el año 1968, participando hasta 1994 en que se retira de la institución, reincorporadose después en el año 2005, para luego ser designado Asociado Vitalicio en 2006; fue directivo entre los años 1968-1970, 1982-1984 y 2010-2011, integrante del elenco de danzas de la ACBT por 27 años hasta 1993, donde participaba como Torero.
Ellos han estado presentes, cada quien en su oportunidad y en su momento, en muchos hechos históricos de la institución y como protagonistas tienen la suficiente autoridad real, efectiva y moral, para relatar y confirmar la veracidad de los acontecimientos de la vida institucional, que aquí se historia.
Como preámbulo al tema central de este trabajo, se incluye en esta edición una nota introductoria que el amigo y periodista puneño Adolfo Huirse Cairo hace al título «Los Puneños en Lima... en aquel tiempo», así como el texto completo, corregido, aumentado y actualizado de dicho libro, escrito por Bruno Medina y publicado en noviembre de 2008, ya que ambos textos tratan en realidad de los antecedentes de Brisas del Titicaca.
Antes de terminar esta nota introductoria es necesario reconocer por este medio, a quienes han contribuido generosamente con su aporte anónimo, material y moral, para que la publicación de este libro sea efectiva; muchos de ellos como conocedores de los verdaderos orígenes de la Asociación, estarán complacidos de que esta edición finalmente sea una realidad.

Puno en Lima
A propósito del título
“Los puneños en Lima en aquél tiempo…”
Escribe: Adolfo Huirse Cairo

Acucioso como él solo, Bruno Medina Enríquez nos presenta un esforzado trabajo de investigación sobre la presencia de los puneños en Lima que nos permite conocer, en la perspectiva del cercano siglo XX pero en el drama y casi inexorable de la marcha del tiempo, la extraordinaria tarea que cumplieron nuestros coterráneos en la capital de la República, muchos de los cuales, tal vez la gran mayoría, llegaron en las oleadas a que los empujaron las heladas y sequías tan temibles en nuestro altiplano.
¿Cuántos puneños llegaron a Lima a partir de 1950? Es muy difícil establecerlo. Baste saber que en los años 50 éramos el departamento más poblado del Perú, cuando la población nacional era de casi 8 millones de peruanos, tantos como la que hoy alberga solamente Lima.
Las estadísticas de los años 70 indicaban que éramos en Puno apenas unas cuantas decenas de miles por encima de los 600 mil, lo que nos indica que habría habido un éxodo de casi 400 mil puneños en aquellos años, no solo a Lima sino también a Tacna, Moquegua, por las minas, a Arequipa, Cusco, Ica y la capital.
Pueblo musical y dancístico por estirpe y por excelencia, su gente no pudo llegar a otros parajes sin llevar a cuestas sus inconmensurables manifestaciones culturales, tradicionales, en aspectos como la música y la danza, la pintura, el arte textil y hasta en la cerámica, cuando no en aspectos como la culinaria. Ni hablar de las fiestas tradicionales
El puneño, tal cual puntualiza Bruno en su estudio, vino con todo , entronizó en la capital a sus vírgenes y sus santos, trasladó sus fiestas tradicionales y le dio el empellón decisivo a las puertas capitalinas para que se introdujera el folklore andino en los grandes escenarios.
Bruno lo recuerda muy bien. El arribo de las múltiples embajadas folklóricas desde los años 30 hasta el golpe macizo del decenio de 1960 con la APAFIT y el Centro de Música y Danzas Theodoro Valcárcel.
Alguna vez sostuvimos que esas presentaciones, por espectaculares y por traer una sustantiva parte del bagaje de nuestras danzas y músicas, fue el punto de quiebre para que el Perú profundo ingresara triunfante en Lima a mostrarse tal cual.
Bruno también hace un recuento de las instituciones formadas por puneños en Lima en medio de lo cual debe tener, claro, un lugar personalísimo y meridiano la Asociación Cultural Brisas del Titicaca, entidad que a lo largo de casi 50 años fue el crisol de todos los sectores puneños y que tuvo la virtud de darle a nuestras danzas la prestancia a que eran llamadas, sin ningún atisbo de chauvinismo. Fue el baúl donde comenzaron a atesorarse nuestras más bellas expresiones dancísticas.
Papel enorme el que cumplió Brisas del Titicaca en nombre de los puneños.
Y esto que yo le esté enfatizando en pretérito a esa tarea creo que deberá tener respuestas muy concretas si ese pretérito quisiera tornarse presente.
Este trabajo de Bruno Ismael nos ha proyectado al pasado reciente y a examinar cómo los puneños fuimos pioneros de una presencia provinciana en Lima no sólo a través de la música y la danza sino también por medio de las instituciones como ésta que hoy nos cobija.
Es bueno hacer memoria sobre estos acontecimientos y muy bien que se haya puesto en blanco y negro para que quede como historia de puneños.
Sin embargo, la oportunidad casi como que nos empuja a algunas pocas reflexiones sobre aspectos en los que hemos incidido mucho a lo largo de estos últimos 20 años en Lima.
Muy bien que los puneños hayamos sido pioneros en la capital. Pero, y ahora, ¿qué estamos haciendo? ¿Qué papel están cumpliendo los puneños y las instituciones de puneños en Lima?
Y quiero tocar apenas dos aspectos: la música y la danza.
Es cierto, Puno trajo a Lima sus embajadas folklóricas en los años 60 y deslumbró a la intelectualidad de la época. Hasta José María Arguedas, hombre de la sierra, profundo conocedor de la idiosincrasia del pueblo peruano, se conmovió al punto de haber ido hasta nuestra tierra para ver in situ  si era verdad tanta belleza. Y volvió no solo más conmovido sino fascinado. Puno era mucho más de lo que habían llevado los pioneros a la capital.
¿Qué ha pasado desde entonces, qué estamos aportando hoy al enriquecimiento de ese enorme bagaje cultural que la estupenda y extraordinaria coreografía puneña, quechua y aymara, nos ha legado? Creo que es poco lo que tenemos que exhibir, ¿no es cierto?
Y en materia musical la cosa, creo, va peor.
Hace unas noches, un lunes, tuvimos un conversatorio en la Asociación Cultural La Candelaria sobre el presente y el futuro de la música criolla. El criterio unánime, con sesgos y matices, fue que algo grave ocurre con la música criolla. Alguien dijo que estaba en cuidados intensivos. Otros afirmaron que tenía respiración boca a boca.  Y todos eran criollos de alta cepa.
¿Qué podemos decir de la música puneña? ¿Dónde está la nueva música puneña? ¿Dónde están los nuevos compositores? ¿También está nuestra música en cuidados intensivos?
Es cierto. Fuimos pioneros de la presencia musical provinciana en Lima, le abrimos las puertas de los grandes escenarios a las expresiones artísticas andinas, nuestra música fue muy bien ponderada entonces. Pero al tiempo, la música ayacuchana arrasó con todo, y luego vino la huanca, y la cusqueña, y la de la selva, en fin. ¿Y la música puneña?, tuntuneada, ensayada, entobada.
Entonces, hay hermanos muchísimo por hacer. Y aquí el papel de las instituciones es vital. Ya lo demostró Brisas en la década del 90 y alguna parte inicial de los años 2 mil.
Es tiempo entonces que luego de leer el libro de Bruno Medina meditemos en lo que de la historia artística del Perú nos toca a los puneños, cuál es nuestro papel proyectado hacia el futuro.
Muy bien que se nos refresque la memoria y nos haga ver en la perspectiva cuán valioso fue el puneño para el arte nacional. Eso es lo excelente de este trabajo, hecho con pasión, con acuciosidad que ya quisiéramos para nuestra propia profesión periodística. En hora buena, que este excelente compilación de hechos y datos sirva para samaquear nuestra memoria y nuestro espíritu a fin proyectarnos hacia el mañana, que de eso se trata, del futuro, del futuro de la música, la danza, las expresiones artísticas tradicionales y las instituciones puneñas en Lima.

 Y también de los puneños.