LOS PUNEÑOS DE LIMA 50 AÑOS
Tomado del libro:
"El
Origen de Brisas
del Titicaca, Historia Documentada 1961 – 1972"
(Edición 2012)
Los Puneños en Lima en
aquél tiempo... (1)
Segunda Edición (Corregida y aumentada)
Bruno Ismael Medina Enríquez
En aquél tiempo...
- ... «y dijo Jesús a sus discípulos, creced y multiplicaos», «id por el mundo a difundir mi doctrina», parafraseando esos textos bíblicos los puneños a donde van en busca de un mundo mejor, allá llevan en su equipaje de sueños, sus tradiciones y sus modos de vida. En ese entendimiento, tratamos en este trabajo acerca de la presencia de los puneños en Lima, en lo que respecta a sus más representadas identidades y tradiciones: la música y las danzas, valores que siempre cargan en la espalda, cual «qhepi» de esperanzas.
Invitación del Conjunto Musical Brisas del Titikaka celebrando a Puno | Nov. 1961 |
Como toda la cultura andina, desde que el
Perú se hizo independiente de España, en este caso la cultura musical puneña,
poco o nada tuvo de presencia alguna en la hoy cosmópolis de Lima. Es recién en
las primeras décadas del siglo XX en que se dieron ligeros atisbos de alguna
presencia particular, en este caso el primero en lograr esa presencia de
«nuestra música» fue Theodoro Valcárcel, el más representativo de los músicos
puneños, quien, a pesar de ser un músico académico, incluyó en sus creaciones
temas populares captados del archivo oral del sector campesino de Puno.
Valcárcel, nacido en 1900, a los 14 años viajó a
Italia a estudiar en el Conservatorio de Milán, luego se trasladó a España
donde continuó sus estudios musicales ofreciendo conciertos en Barcelona, en
París, así como en otras capitales europeas. De regreso a Lima en 1939, es
nombrado jefe del Gabinete de Música del Museo Nacional, pero su prolija obra
se ve truncada muy temprano, porque
fallece a los 42 años, dejándonos una numerosísima muestra de composiciones
entre las que destacan el ballet «Suray Surita», «Suite Incaica» y «Kachampfa»,
composiciones para orquesta conocidas especialmente en los medios académicos.
Valcárcel exhibe escasas piezas de carácter popular o de masiva difusión,
aunque es destacable considerar que en 1928 el artista obtuvo un meritorio
primer premio en el festival que se realizara en la Pampa de Amancaes, donde
cada 24 de junio todo Lima se volcaba al jolgorio de la festividad popular que
allí se realizaba con motivo del «Día del Indio».
Un destacado compositor puneño que tuvo
«presencia popular» en Lima fue don Rosendo Huirse Muñoz, de quien es el famoso
tema musical «El Picaflor» (quisiera ser picaflor / y que tu fueras
clavel / para chuparte la miel/ del capullo...) popular canción interpretada y grabada por
diversos cantantes y conjuntos no puneños, y que algunos todavía la consideran
‘de origen cusqueño’; también es autor del tema «Paja Brava» con el que
ganó un destacado primer lugar en el
Concurso Nacional de Música Vernacular realizado en Lima en 1940, evento
auspiciado entonces por el restaurante «La Cabaña».
Otro notable músico puneño fue Alberto Rivarola
Miranda quien en 1943 obtuvo un meritorio segundo premio en el Concurso
Nacional de Folklore Indígena, también organizado por «La Cabaña», con el huayño «Kitula
jampi Sarastua», tema que también tiene el nombre de «Me voy con mi
paloma», de la que también es autor Rosendo Huirse y que en ese tiempo fue grabado en Buenos Aires.
Muy destacada, si no es la mejor, fue la
presencia en Lima de Jorge Huirse Reyes, hijo de don Rosendo Huirse Muñoz y
María Reyes, quien desde muy joven trabajó de pianista, formándose musicalmente
junto a su padre y al lado del pianista Genaro González, frecuentando
regularmente el Orfeón Cloret del Templo Matriz de Cocachacra en Lima, donde
con el musicólogo Juan Sierra, se perfeccionaría en ritmo y cuadratura.
Vista su talentosa capacidad musical, en 1940, a gestión de su
padre, el gobierno de Manuel Prado Ugarteche le otorgó una beca para seguir
estudios de música en Buenos Aires, donde ingresa a la Escuela Superior
de Música, para luego de graduarse como Director de música ligera y
orquestación, se queda a trabajar por más de 16 años en la capital argentina,
formando parte de la orquesta de don Rodolfo Coltrinari, así como del Quinteto
Típico con destacados músicos argentinos, con ellos difunde con mucho ahínco la
música peruana y en especial la puneña. A decir de Américo Valencia Chacón en
su libro «Música Clásica Puneña» (Puno, 2006. Pág. 193) (*), Jorge
Huirse Reyes realiza su primera grabación en 1942, (dice que en RCA Víctor de
Argentina), en un disco de carbón de 78 RPM con el huayño «Los Carnavales».
Disco publicado en 1942 |
La verdad es que este tema fue original de
su padre, había obtenido un meritorio segundo lugar en un concurso que para
buscar «el Himno del Carnaval» había organizado la Municipalidad de
Lima en 1938; y que él luego de hacerle los arreglos musicales, lo denominó
«Andesiana N° 3», grabación en la que participó el entonces joven boliviano
Jaime Torres. Esta grabación obtuvo mucha popularidad en toda América, ya que
una radioemisora de Nueva York la convirtió en la característica musical de un
programa dedicado a Latinoamérica, hecho que inmediatamente motivó al sello
Odeón de Argentina, grabar con Huirse y
el Quinteto Típico, el tema de su Padre «Paja
Brava», que había sido ganador de un concurso de música popular en Lima en 1940. A partir de entonces
Jorge Huirse se preocupó con fruición en apoyar a músicos y cantantes peruanos.
Fue el primero en grabar en Argentina con Jesús Vásquez, Los Morochucos, Los
Trovadores (Enrique Muñoz y Javier Gonzáles); y otros cantantes peruanos y
argentinos, con quienes graba muchísimos temas musicales peruanos. Los
Morochucos, Luis Sifuentes y Augusto Ego Aguirre, llegan a Buenos Aires en
1945, luego de varios meses allí, firman un contrato con la casa Odeón por un
año, para grabar discos con el acompañamiento de Jorge Huirse, llegando a
grabar 10 discos de 78 RPM, Luis Sifuentes falleció en Buenos Aires en mayo de
1946. Por estos trabajos, Huirse comienza a ser catalogado como el mejor
arreglista y director de orquesta de la música popular peruana de todos los
tiempos.
En el año 1945, es convocado por la Primera Dama, Sra.
Eva Duarte de Perón, para dirigir la Orquesta Estable
del Teatro Colón, en el programa «Concierto para las Américas». Año en que
también ingresó al Gabinete de Musicología de Buenos Aires, donde obtuvo gran
prestigio como pianista, compositor y arreglista, dentro de los más importantes
círculos musicales de esa ciudad.
En la discografía de Jorge Huirse en
discos de vinilo, hoy hemos registrado hasta 14 discos de larga duración; de
los más de 150 temas de música peruana grabados, la gran mayoría valses así
como temas puneños y andinos, todos muy populares. Ahí cabe el valor de Jorge
Huirse, como gran difusor de nuestra música en tiempos en que no era muy
considerada, aparte de la excelente calidad de la orquestación y la dirección
musical de sus grabaciones, calidad musical en la música peruana que no ha sido
aun superado por otro músico puneño, ni peruano.
Por ejemplo, «Balseros
del Titicaca» es un tema original de su padre y que fue grabado con su
Orquesta Típica en 1942, luego comprendido en el Disco LP «Melodías del Perú
Profundo»; luego en 1944 lo graba con Orquesta de Cámara y la voz del cantante
Argentino Juan Carlos Miranda, (Disco LP «Hace Tiempo»), ambos grabados en Buenos
Aires; luego en Lima, en 1963, vuelve a grabarlo con la Orquesta de Cámara de
Sono Radio y la voz de Wara Wara (Disco
LP «Mi Perú», donde no aparece como Director); finalmente este tema es grabado
en el año 1974 en el sello CBS, pero por el Grupo Urubamba y la producción de
Paul Simon, elevando con ello a la música del altiplano a la vanguardia de la
música andina en todos los tiempos, donde en la quena el joven Uña Ramos, le da
un profundo sentimiento a las notas de este tema, que en esta grabación toma el
nombre de «Kacharpari»; ni qué
decir de otros muchísimos bellos temas puneños de su autoría
y de otros, que ha musicalizado para orquesta y ha dejado grabados para la
posteridad. Algo compartimos con Don Jorge, quien concluye sus días de vida en
su residencia de la Av.
Arequipa 435 en Lima, un 11 de diciembre de 1992, bajo el
cuidado de doña Martha Zelarayán Jerez, su esposa.
Otro destacado músico
puneño de reconocida categoría en esos tiempos,
fue Víctor Echave Cabrera, quien ofreció numerosos conciertos en Lima,
en 1936 junto a su familia de músicos emprendió una gira regional ofreciendo
diversos conciertos donde se interpretaba música popular y académica en las
ciudades de La Paz,
Buenos Aires y Santiago de Chile. En 1944 se presenta en Radio Nacional del
Perú interpretando piezas musicales puneñas, de músicos clásicos así como sus
propias creaciones musicales que él llamó «peruvianas». Víctor Echave es el
creador de la «Guitarrófona» o «Echavina», una guitarra que tenía 17 cuerdas.
Con ocasión de celebrarse el Cuarto
Centenario de la Fundación
de Lima en 1935, se organizó un programa
muy especial con la presencia de muchos grupos de artistas de todo el Perú,
para esa celebración llegó a la ciudad capital,
la
Sociedad Intelectual Orkopata para presentar el drama quechua
«Tucuipac Munashcan» del dramaturgo puneño Inocencio Mamani. La Sociedad vino acompañada
del conjunto «Orq’opata» de sikuris del puneño Barrio Mañazo, interpretando
diversa música campesina con instrumentos nativos de viento y percusión. En la
misma delegación también estuvo el Conjunto Obrero Masías de Arte Vernacular,
grupo musical de cuerdas(2).
Este conjunto dirigido por don Víctor Masías, había estado en Lima un año antes
participando en el Festival de la
Pampa de Amancaes, presentando la Pandilla Puneña.
En 1939 el Conjunto Qhantati Ururi de
Conima, conjunto de instrumentos nativos,
fundado en Conima en abril de 1928(*) bajo la dirección de Natalio
Calderón Fuentes, por primera vez viaja a Lima con una delegación de 36 personas,
presentándose en el Touring Automóvil
Club del Perú y en otros escenarios, culminando el viaje con una visita a
Palacio de Gobierno donde recibe una Medalla de Oro como premio a su calidad.
En ese tiempo a Lima escasamente llegaban
agrupaciones artísticas puneñas, alguna vez
aisladamente llegó una que otra delegación de algún centro educativo o
de una comunidad campesina, especialmente a invitación del Ministerio de
Educación o de la
Presidencia de la República, hechos que muy poco le interesaban entonces
a los medios de comunicación de la capital.
En los años 50.
En la década del 50 la mayoría de puneños
en Lima se vinculaban entre sí por medio de actividades laborales, comerciales,
artísticas y sociales, muchas de las cuales están testimoniadas en diversas
publicaciones a las que hemos recurrido, como lo hemos hecho también a través
de versiones directas de protagonistas coterráneos de aquellas actividades y
que constituyen el testimonio del intenso trabajo que se desarrollaba con el
afán de revalorizar la cultura puneña, en especial la música, y aunque no
lograron plasmarla en testimonios de grabaciones musicales, si queda la gran
experiencia acumulada en los años, que hoy hace de la presencia puneña una
significativa y numerosa colonia que ha impuesto en la Capital de la República, sus modos de
vida, costumbres, tradiciones, su cultura y en especial sus manifestaciones
tradicionales de música y danza.
Pero también fue necesaria
la presencia de delegaciones artísticas que llegarían a Lima en diversos
momentos a difundir nuestra cultura; en ese marco es digno de recordar a la Compañía Folklórica
del Altiplano, que fuera presidida por Hugo G. Saravia Pacoricona, (que se
quedaría en Lima a partir de entonces, para ser un gran promotor y animador del
folklore puneño y también trabajando de Enfermero en el hospital de Bravo
Chico), la dirección artística de este conjunto estuvo a cargo de Fabián
Mamani. Ésta fue una de las primeras delegaciones muy bien organizadas en
llegar a Lima en 1956 para actuar con música y diversas danzas en el Coliseo
Nacional donde dominaba la música de los departamentos de Junín, Ayacucho,
Arequipa (Chuquibamba), Cusco o de Ancash, ya que estas manifestaciones
musicales eran intensamente promovidas en el programa radial «El Sol de los
Andes» en Radio El Sol, conducido por Luis Pizarro Cerrón. A pesar de la gran
difusión del folklore andino en el horario de madrugada de algunas emisoras de
la capital, como Radio Central, El Sol o
Excelsior, Radio Nacional no transmitía música andina en la madrugada, sino en
la «hora estelar» de las 7.00 p.m, sin embargo poco o nada se conocía de la
música y el folklore puneño.
Fue todo un reto para el folklorista
puneño Hernán Riveros, quien con ocasión del Día del Indio el 24 de junio de
1956, vestido a la usanza de nuestro pueblo, recorrió las calles de Lima
soplando un pututo hasta llegar al festival de la pampa de Amancaes en el
Rímac, donde también actuaría el «Conjunto de Zampoñas del Titicaca» bajo la
dirección de Simón Huanca Pallo y que en los años 1957 y 1958, este conjunto
tuvo una destacada presentación en dicho Festival, obteniendo significativos
triunfos, haciéndose acreedor a Medallas de Oro y Diplomas de Honor, además de
presentarse en coliseos y emisoras de radio, trabajo exitoso que se vio
plasmado en una grabación que años después se publicó en un disco de Sono
Radio.
Aunque fue en 1949 cuando
por primera vez que se ve en Lima a un grupo de puneños soplando sus zampoñas
durante un largo recorrido que se inició en el Parque Universitario, -antiguo
lugar de referencia para cualquier provinciano que llegaba a Lima,- hasta la Pampa de Amancaes, más allá,
en la afueras del distrito del Rímac, a donde llegaron en dos camiones, lugar
donde se realizaba el Festival en
homenaje al Día del Indio, que en realidad era un Concurso de Música y Bailes
Nacionales que se desarrollaba en la pampa de Amancaes, creado en 1927 por el
alcalde del Rímac Juan Ríos; tema sobre el que hablamos en el capitulo sobre
los primeros Sikuris en Lima.
De esa década del 50 hay que tomar en
cuenta, que uno de los más importantes esfuerzos por mostrar la «cultura
puneña» en Lima, la asumió el Dr. Enrique Cuentas Ormachea, quien siendo
Presidente del Instituto Americano de Arte de Puno, promovió una depurada y
calificada primera Embajada Cultural Puneña que llega a Lima en noviembre de
1957. Esta delegación estuvo integrada por artistas puneños, entre músicos,
pintores, literatos y artistas representativos de la época; a decir de
Guillermo Vásquez Cuentas(3) esta primera Embajada:
«La presidió Carlos Rubina Burgos, el
polifacético maestro carolino a la sazón
Alcalde de Puno, correspondiendo la vicepresidencia a Enrique Cuentas
Ormachea, Presidente del Instituto Americano de Arte. A ellos acompañaron
Carlos Chiriboga Velasco como Secretario y Francisco Deza Galindo como
Tesorero. Como «Intelectuales» en la nómina figuran Víctor Enríquez (Mateo
Jaika), Mercedes Bueno Morales y José
Paniagua Núñez (Jospani). Entre los pintores figuran Francisco Montoya
Riquelme, Florentino Sosa y el propio Carlos Rubina. Entre los músicos,
Virgilio Palacios (Director); Néstor Molina (Director), Carlos Rubina,
Francisco Deza Galindo, Eladio Quiroga, Luis Hinojosa, Ricardo García,
Cristóbal Lezano, Severo Lezano, Augusto Masías, Víctor Masías, Segundo
Salazar, Oscar Dávila, Roberto Valencia, Eladio Núñez», estuvo
también el abogado y bailarín puneño Juan Zea Gonzáles.
De la embajada cultural que
llegó de Puno, también participó el Centro Musical Theodoro Valcárcel, que dos
años antes se había formado y había sido ganador del primer y del segundo Concurso
Departamental de Centros Musicales y Estudiantinas, que entonces había
inicialmente organizado en Puno, el Instituto Americano de Arte en los años
1955 y 1956.
«La exposición
de pintura y varias actuaciones culturales se realizaron en el local de
Instituto Cultural Peruano Norte Americano. Otras presentaciones se efectuaron
en la Universidad San
Marcos y en la
Universidad Católica, las que culminaron con un acto demostrativo
especial en el Palacio de Gobierno a invitación del Presidente de la República Manuel
Prado y del Ministro de Educación Jorge Basadre». (4)
Así pues, al concluir la
«Semana Cultural de Puno» que había sido auspiciada por el Ministerio de
Educación, los miembros de la «Embajada Cultural Puneña», se hicieron presentes
en el Palacio de Gobierno la noche del
viernes 22 de noviembre con el objeto de saludar al Presidente Prado y
ofrecerle un selecto programa musical.
Se trató de un acto oficial y protocolar
de primer orden; el Presidente Prado estuvo acompañado por el Ministro de
Educación Jorge Basadre, el Jefe de la Casa Militar, así como sus edecanes, también
estuvieron el Senador por Puno, Manuel Peña Prado y los diputados Emilio
Frisancho, Eduardo de Amat y Julián Rivera del Mar.
Luego de ser presentado el selecto recital
musical dirigido por el ingeniero Virgilio Palacios, con el Centro Musical
Theodoro Valcárcel y el Quinteto de Cuerdas de los Hermanos Masías; el
Presidente Manuel Prado intervino con elogiosas palabras de estímulo a los
integrantes de la Embajada,
felicitando a quienes dirigieron la Semana Cultural Puneña, revalorando esta
excelente presencia de Puno en Lima.(5)
A fines de ese año, se presentó un evento
de éxito para la difusión de la cultura del altiplano como fue la Exposición de la Biblioteca Paul
Rivet, que se realizó en la Biblioteca Nacional durante un mes, a partir del
12 de diciembre, con el auspicio del Ministerio de Educación .
Para ello meses antes el gobierno de Manuel Prado, por intermedio del Ministro de Educación Jorge
Basadre, había adquirido la valiosísima colección bibliográfica mundial de
quechua-aymara reunida en un periodo de más de 30 años por el antropólogo
francés Paul Rivet, la colección estaba compuesta por más de dos mil libros,
entre los que destacaron las más raras ediciones que datan de 1568, hasta libros editados a principio de 1900,
tanto en Juli, como en Lima, Buenos Aires y Europa.
Los autores que destacaron en la colección
fueron Diego Gonzáles Olguin, Ludovico Bertonio, Juan Martínez, Antonio
Ricardo, entre los más antiguos.
Figuraban también diversos libros y
manuscritos dedicados a la enseñanza cristiana de los indígenas de habla
quechua y aymara, inclusive guaraní, publicados en los siglos XVII, XVIII y
XIX, por Ernest Middendorf, Diego Tschudi, Gabino Pacheco, Clemente Markhan,
así como ediciones del siglo XX, completando la colección una serie de
folletos, poemarios, obras de teatro como «Ollantay» y diversos manuales de
lingüística y de educación religiosa. Así,
dicha biblioteca se convirtió en la más completa habida y por haber
respeto a los idiomas quechua y aymara.
A finales de esa década también se muestra
con mayor ahínco el interés de la opinión publica de Lima por la cultura puneña,
tan es así que en Radio Nacional, con ocasión de diversas efemérides puneñas,
se realizaban audiciones que duraban al menos 15 minutos.
Así tenemos registrado en su programación
del sábado 20 de septiembre de 1958,
a las 7.35 p.m. un «Homenaje a Huancané», que se presentó después del
programa de carácter cultural, «Así es mi Tierra», donde se comentaban
tradiciones peruanas.
A
las 7.30 p.m. del martes 4 de noviembre del mismo año se realiza un «Homenaje a
Puno» en Radio Nacional del Perú, estas
audiciones radiales eran conducidas por
el periodista Víctor Dongo Casalino, y organizadas con la participación
de la Central
de Instituciones Puneñas, actuaciones donde generalmente se presentaban
agrupaciones musicales en vivo, y que se repitieron durante varios años. (6)
Un acontecimiento muy significativo que
también es necesario recordar, de fines de la década de los años 50, es el
retorno triunfal del ya destacado y conocido músico puneño, don Jorge Huirse
Reyes, quién regresa al Perú luego de 16
años de triunfal labor en Argentina,
donde tuvo una destacada y exitoso trabajo por la música nacional, no solo con
artistas argentinos, sino también grabando nuestra música por primera vez con
artistas peruanos en Buenos Aires, y que para esa época empezó a reproducirse
en el Perú con igual y mejor éxito.
Don
Jorge había retornado al Perú para plasmar su mejor conocimiento musical,
incorporándose a la
Dirección de diversas
orquestas sinfónicas y orquesta ligeras, continuando su labor de grabar
música peruana y andina, tuvo que realizar grandes esfuerzos para conseguir
músicos que leyeran sus arreglos, era demasiado exigentes para lo que
significaba un vals peruano, sin embargo logró sus objetivos.
Este retorno motivó a los puneños en Lima
inquietarse a ofrecerle homenajes y parabienes, tal es así que el 11 de junio
de 1960, el gremio de los maestros primarios del Perú, le realiza un merecido
homenaje durante un Congreso Nacional, homenaje que cuenta con el auspicio del
Ministerio de Educación y la presencia de la Central de Instituciones Puneñas, la fotografía
que se presenta en esta página, pertenece a ese homenaje y agradecimiento a la
inmensa y gran labor en bien de la música nacional y puneña de parte de Jorge
Huirse Reyes.
La Cultura Puneña en Lima de los años 60
Luego de la exitosa presencia puneña
durante la referida «Semana Cultural
Puneña» de 1958, nuevamente es el Dr. Enrique Cuentas Ormachea quien en 1961
llega a Lima como promotor cultural, con el afán de estudiar la posibilidad de
traer esta vez una Embajada Folklórica, objetivo que logra al organizar la Primera Embajada
Folklórica Puneña, que estuvo integrada por la «Agrupación Puno», dirigida por
Carlos Cornejo Roselló, y el Centro Musical Theodoro Valcárcel, dirigido por Virgilio Palacios Ortega, y que
llega a Lima en agosto de 1962 bajo el auspicio de la Universidad Técnica
del Altiplano.
Dos buenos muchachos de APAFIT-1962 |
La delegación integrada por 68 personas, realiza el día 3 una actuación
promocional para los periodistas en la
Casa de la
Tradición, una casona estilo neo-colonial que fue construida
en 1960 , cuyo patio central era una imitación de lo que era la Plaza de Armas de Lima en 1860, esta casona estaba ubicada en el Nº
3052 de la Av. Salaverry,
hoy queda poco de ella. Su dueño de entonces, el Doctor Cesar Revoredo fue el
promotor de esta presentación artística inolvidable; para luego hacer su debut
para el público en funciones de vermouth y noche en el Teatro Principal Manuel
Asencio Segura, el sábado 4 de agosto a teatro lleno, repitiendo su actuación
el domingo 5 en dos funciones.
Esta embajada también estuvo integrada por
el quinteto de cuerdas: Conjunto Masías de Arte Vernacular, y como vocalistas participaron el dúo de los Hermanos López, y
el dúo de las hermanas Emmy y Herminia Santander.
Es en esta segunda oportunidad en que el Centro Musical Theodoro Valcárcel llega a
Lima y bajo la dirección de Virgilio Palacios Ortega, y graba para el sello
Sono Radio, su primer y famoso disco «Música de los Andes Peruanos».
Para hablar de esta Embajada
Folklórica, recurramos nuevamente a lo
que dice Guillermo Vásquez en la siguiente nota:
«Vencidos al fin tantos imponderables,
gracias a una previsora acción de Cuentas Ormachea, que meses antes había
dejado un oficio solicitando el uso del teatro, se realizaron actos promocionales
como aquél que organizó el empresario Carlos Revoredo en la Casa de la Tradición, en el cual la Diablada y la Pandilla puneñas causaron
gran impacto entre los periodistas que asistieron al mismo».
«El 4 de agosto de 1962, constituye un
gran hito en la historia de ese movimiento social signado por el cultivo y
difusión del folklore puneño con acento en la danza y la música. Tan pronto
como concluyó la primera danza, Wifala de Asillo y ya apreciados los
desplazamientos ágiles y coordinados de sus danzarines, entre ellos las
diestras hermanas Santander, el público
que abarrotó las instalaciones del Segura, con José María Arguedas en
primera fila y grabadora en mano, estalló en aclamaciones y vivas a Puno. Entre bambalinas Cuentas Ormachea,
el gestor indiscutido de ese triunfo, no pudo controlar la emoción. Aunque
acondicionadas para su demostración en tablas, se habían reivindicado las
antiguas manifestaciones musicales y coreográficas de los pueblos quechuas y
aymaras y acababa de inaugurarse la marcha ascendente del arte coreográfico
puneño.
Estaban previstas sólo dos presentaciones,
pero debieron realizarse diez. El Administrador del Teatro ofreció
insistentemente cubrir de inmediato una temporada de seis meses; oferta por
cierto inviable por las condiciones laborales de los integrantes del elenco
musical y el de danzas. Tampoco llegó a concretarse la presentación de la Embajada Folklórica
junto al Ballet Ruso Berioska en el Estadio Nacional, promovida por la Asociación de Centros
de Estudiantes de la
Universidad de Ingeniería, por razones similares» (3)
Este acontecimiento se repitió el año
siguiente, en 1963, en que llega la Segunda Embajada Folklórica de Puno, nuevamente
por el esfuerzo del Dr. Cuentas Ormachea. La delegación estuvo una vez más
integrada por la
Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro (APAFIT) constituida ese año y dirigida por Carlos
Cornejo Roselló y el Conjunto Orquestal Puno dirigido por Castor Vera
Solano. En esta ocasión la embajada
realmente realizó once presentaciones en vermuth y noche, en un colmado Teatro
Municipal.
Esta Segunda Embajada llegó a Lima bajo el
auspicio de la CORPUNO,
realizando sus presentaciones en Teatro Municipal, además en Radio Nacional y
en el canal de televisión del Estado.
En 1964, bajo el auspicio
de la Casa de la Cultura dirigida por José
María Arguedas y la
Corporación de Turismo, viaja a Lima un renovado Centro
Musical y de Danzas Theodoro Valcárcel, que ya para entonces, había incorporado
a su staff de artistas, a un cuerpo coreográfico de danzarines con el que
realiza sus presentaciones en el Teatro Municipal.
Mientras que la APAFIT en esta
oportunidad no llegó a Lima, ya que había ingresado en una etapa de
reorganización, nombrándose una Junta
Reorganizadora integrada por seis
copresidentes, en vista que debía rendir
cuentas de sus anteriores viajes, como lo tenía exigido. De no hacerlo, no
sería pasible de recibir un subsidio de tres mil soles mensuales que la Casa de la Cultura a cargo de José
María Arguedas, le tenía acumulado del año 1963. (7)
En 1965 el Centro Musical y
de Danzas Theodoro Valcárcel vuelve a Lima para realizar tres excelentes
presentaciones artísticas en el Teatro Municipal, a partir del 30 de octubre,
actuaciones como siempre muy concurridas y que fueron preparatorias de su viaje
a México donde se presentaría en el Palacio de Bellas Artes de la capital
mejicana.
En agosto de 1966 se presenta durante 10
días en el Teatro Municipal de Lima, una nueva delegación artística de Puno
integrada esta vez por la
Agrupación Puno de Arte Folklórico y Teatro APAFIT, bajo la
dirección de Carlos Cornejo Roselló, y el Conjunto Orquestal Puno, bajo la
dirección de Castor Vera Solano; estas presentaciones se realizan bajo el
auspicio de la Casa
de la Cultura,
la Universidad
Nacional de Ingeniería y la Corporación de
Turismo, CORTURPERÚ. El Conjunto Orquestal Puno, graba sus discos «Conjunto
Orquestal Puno» y «Puno Pandillero».
Es necesario reconocer que esta etapa de
esfuerzos por cultivar y difundir nuestra música y danzas, se corona con la
llegada a Lima de estas Embajadas Folklóricas de Puno, que muestran el amplio y
calificado bagaje de la música y danzas puneñas por primera vez en el Teatro
Segura y luego en el Teatro Municipal de la ciudad capital, así como en otros
escenarios de radio y televisión, y en
diversas oportunidades.
Estas presentaciones tuvieron amplia
información y comentarios en los medios de prensa más importantes de la época,
como La Prensa,
El Comercio, Caretas, Expreso, cosa rara entonces, pero finalmente bien
reconocida, con muy buenos comentarios de parte de Cesar Miró, Sebastián
Salazar Bondy, José María Arguedas, Alfonsina Barrionuevo, entre otros
periodistas e intelectuales, que supieron apreciar y valorar la calidad y
variedad musical y coreográfica del altiplano peruano.
¿Cuáles fueron los primeros valiosos
comentarios de los medios de comunicación de Lima acerca de esta delegación?.
Aquí algunos de ellos:
«....los danzarines apenas han dado
unos pasos y el público se alza como si no pudiera soportar el peso de la
emoción que la música y la coreografía le transmiten y aplauden en verdadero
estado de delirio» (José María Arguedas en «El Comercio» Lima, 11 agosto
1962).
«... han desplegado ante los ojos
admirados del público citadino las más hermosas versiones del alma
‘‘qollavina’’ en una verdadera fiesta de color y belleza».
(Alfonsina Barrionuevo en «Caretas», Lima 13 agosto 1962).
«... en la humorística y suntuosa
Diablada, donde los caporales, los diablos mayores, tienen algo de príncipes, no
solo por el lujoso vestuario, sino por la aristocracia de sus movimientos» (César
Miró en «El Comercio» 19 agosto 1962).
«Cuando los danzarines de Puno soltaron
sobre el escenario del Teatro Segura su mundo mestizo de colores, nos dimos
exacta cuenta del valor de nuestro folklore». (Augusto
Tamayo Vargas, «El Comercio», 3
septiembre 1962).
La Otra Capital
Luego de esa importante presencia vendría
un sin número de agrupaciones musicales y de danzas a difundir el arte puneño
en Lima, con lo cual se marcaría la diferencia acerca del conocimiento del
folklore puneño, en tanto los medios de comunicación verían con otros ojos
estas «otras» manifestaciones culturales andinas.
José María Arguedas, gran estudioso del
folklore, le tomó muchísimo interés al asunto comentando en los medios de
prensa, que Puno ayudó a descubrir al Perú indígena. Ese interés lo llevó a
constituirse en el escenario natural de ese magnífico arte, Puno, para constatar la belleza y variedad de
su folklore y calificar a dicha ciudad como «Puno, otra capital del Perú»
es decir la capital del folklore, en un artículo muy significativo que publicó
a página completa en el diario «El Comercio» el 12 de noviembre de 1967, y cuyo
texto se reproduce al final.
De lo reseñado definimos el siguiente concepto, que en la década de los
años 60, aparte del natural espíritu de solidaridad mutua innata entre los
coterráneos migrantes a tierras extrañas a su origen, tres fueron los factores
que contribuyeron para que Puno fuera
calificada como la «Capital Folklórica del Perú», hoy declarada «Capital
del Folklore Peruano», y para que los puneños en Lima se inquietaran con
más ahínco por tomar la iniciativa de organizarse por medio de instituciones.
Como primer factor destacamos la presencia
de esa primera Embajada Cultural Puneña, promovida en 1957 por el Instituto
Americano del Arte, bajo la dirección del Dr. Enrique Cuentas Ormachea, que
trajo a Lima lo mejor del amplio bagaje cultural puneño en presentaciones
artísticas que tuvieron gran resonancia, y que se repitieron posteriormente por
varios años como «Embajadas Folklóricas»;
lo que motivó, como segundo factor, que los medios de prensa y los
difusores de la cultura andina se preocupasen de la cultura puneña, entre los
que hay que destacar al propio José María Arguedas, quien publicó en el diario
«El Comercio» varios artículos que fueron todo un rescate de lo que
representaba el otro lado de la cultura oficial peruana, reflejando así la
valía de ese importante patrimonio cultural hasta entonces algo desconocido,
que se mostraba especialmente en la
Fiesta de la
Virgen de la
Candelaria y que fuera registrada y catalogada entonces por la Casa de la Cultura (INC). Un tercer
factor determinante fue la promoción turística que de parte del Estado se le
brindó a la celebración del Tercer Centenario de la fundación española de la
ciudad de San Carlos de Puno, en 1968.
Sin embargo a todo ello hay que agregarle
un cuarto factor que no debe soslayársele , y que fue la situación política del
país a fines de los años 60, en la que el gobierno militar de orientación
nacionalista, que acercándose a la cultura andina, empezó a promover el rescate
de la identidad nacional con medidas y cambios estructurales que despertaron el
pensamiento hacia lo nacional, dentro de lo que debía considerarse la cultura
andina, y que por supuesto Puno con toda su tradición cultural de más de mil
años no podría, no podía estar ajeno.
Estos hechos también promovieron un gran
impulso para que los puneños en Lima se organizaran por medio de grupos e
instituciones que les sirvieran de ayuda para conservar sus tradiciones,
costumbres y modos de vida, generalmente
de acuerdo al lugar de origen o nacimiento, por eso es que a
continuación, luego de referirnos a las primeras grabaciones musicales que
hicieron los puneños, presentamos un recuento de algunas instituciones y grupos
en torno a los que se agruparon los puneños; no es un estudio completo al
respecto, -está en elaboración un trabajo mayor acerca de la migración puneña a
Lima- pero sí nos ayuda en gran medida a apreciar las circunstancias cómo
grupos de personas asumen la necesidad de mantener nuestras tradiciones desde
siempre, en la gran urbe invadida de provincianos en que se ha convertido Lima.
La Música Puneña en Lima.
Años después de la Segunda Guerra
Mundial, el mundo europeo se reconstruía, Estados Unidos ingresaba a una etapa
de desarrollo y dominación de la economía mundial, los países del primer mundo
requerían materias primas para el crecimiento de su industria. Uno de los
países abastecedores de ese mundo siempre fue el Perú, especialmente en el
sector minero; en los años 50 grandes empresas instaladas en Lima requerían
mano de obra barata, mientras que el Ande y el campesino controlado por el
gamonalismo se empobrecía más; es así
por que empezaron a llegar a Lima las
primeras olas de migración; el poblador andino llegaba con su música, y los cantantes y grupos musicales
«vernaculares» ya se presentaban en
locales públicos.
En esos años las «barriadas» empezaron a
proliferar en Lima, el «Barrio Piñonate», Conde de la Vega; en La Victoria, en el Cerro San
Pedro, Cerro San Cosme, El Agustino, o
en el Rímac, Piedra Lisa a faldas del cerro San Cristóbal, «Huascarán» (1948), pasando el Puente del
Ejército, entre otras; sin embargo una de las más populares barriadas nacida de
una invasión de terrenos eriazos, fue la nueva barrida llamada «27 de Octubre»,
en la zona norte de Lima y el Rímac, que tuvo un vertiginoso crecimiento y
rápidamente se convirtió en distrito; surgida a fines de los años 40, y
nombrada así en recuerdo que en esa fecha de 1948, Manuel Odría dio un golpe de
estado autodenominado «restaurador» en Arequipa, en contra del Gobierno de
Bustamante y Rivero. Después, ya en el gobierno de Manuel Prado, la barriada
cambiaría de nombre y se convertiría en el distrito de San Martín de Porres.
También estuvieron «Ciudad de Dios», primera gran barriada
formada en las pampas desérticas del sur de Lima y detrás del cerro Pamplona
(Pamplona Alta y Pamplona Baja), luego surgieron San Juan, Villa María,
Lurigancho, Hermitaño, Comas, y otros lugares a donde llegaron los migrantes
provincianos.
Los años 50 fueron de bonanza económica
por el auge del precio de los metales en el exterior, y sus grandes
exportaciones, tiempo de decaimiento del agro sur peruano por las sequías,
mientras crecía la explotación agroindustrial de la costa, será por eso que en Lima fue tiempo de la construcción y creación de
diversas unidades vecinales como «barrios obreros» y populares, así como grandes unidades
escolares y Núcleos Educativos Campesinos (desde
1950 en que se crean), tal es así que en 1954 la UNESCO calificó al Perú
entre los primeros países con mayor inversión en el sector educación.
El segundo lustro de la década desde 1955,
Puno y gran parte de la sierra sur
sufrió un grave periodo de
sequías durante varios años, hecho que motivó que se originara una de
las mayores migraciones a la costa, después de la segunda guerra mundial; las
otras grandes migraciones se darían años después, en los años 70 como
consecuencia de la
Reforma Agraria y en los años 80 como consecuencia de la
subversión.
Ya entonces la música folklórica nacional
y autóctona comenzó a ser «protegida» por el Gobierno, que mediante la Ley Orgánica de
Educación la promovía inclusive subvencionando su difusión y cultivo. Había
evidentemente una proliferación de grupos y artistas que reclamaban ser
calificados como folkloristas así que en afán de organizar y ordenar esa
música, el Ministerio de Educación emitió una Resolución Ministerial (Nº 11033) el 12 de noviembre de
1954, mediante la cual se resolvió que la música folklórica debería ser
previamente calificada como tal, por la Dirección
de Educación Artística y Extensión Cultural de dicho Ministerio, a fin
de que pudiera ser difundida con esa calificación en las radioemisoras y otros
escenarios del país.
En
aquel tiempo la música puneña no se escuchaba en las emisoras, salvo algunos
temas grabados por Huirse. Es necesario tomar en cuenta que esta música hasta
entonces solo había sido grabada en Buenos Aires, en discos de carbón de 78
rpm, por el destacado maestro Jorge Huirse Reyes, luego reproducidas en nuestro
país en discos de larga duración de acetato. Pionera labor del calificado
músico. En la amplia discografía de Jorge Huirse, hemos detectado más de
30 temas de música puneña y andina
orquestada (ver al final).
El primer disco de 78 rpm de música
folklórica que se produce en el Perú en la fábrica de discos MAG, es gracias a
la gestión de José María Arguedas, quien siendo el Jefe del Departamento de
Folklore del Ministerio de Educación en 1948, promueve esa primera grabación
musical con el popular cantante de entonces «El Trovador Andino».
Sin embargo tenemos la referencia que la
primera grabación de un huayño en quechua se realiza el 13 de setiembre de
1913, cuando Frank S. Rambo, en compañía de Charles S. Althouse, empleados de
la empresa VICTOR TALKING MACHINE Co. llegaron a Lima vía el canal de
Panamá para grabar un repertorio peruano y luego prensarlo y publicarlo en New
York. Lo hicieron entre el viernes 5 y el miércoles 25 de ese mes y el sábado
13 grabaron tres números de “Música
Peruana”, como fueron los diálogos cómicos «El borracho y el inspector» (disco
Víctor 67001), «Los compadres» (disco Víctor 65814) y «Los dos serranos»
diálogo cómico y huayñito “Cachicachichay”, (disco Víctor 67012). Los
intérpretes fueron Alejandro Ayarza “Karamanduka” en la voz y L. Romero en la
guitarra; cantado con parte de la letra en quechua. Así nos lo dice Lucho
Salazar. (8)
Esta pieza pertenecía a la obra musical
“Música Peruana” de Alejandro Ayarza, que tuvo mucho éxito en sus
presentaciones teatrales, como lo informó el diario “La Prensa” del 28 de noviembre
de 1912:
VIDA TEATRAL / TEATRO VICTORIA / ESTRENO
DE UNA OBRA NACIONAL
Hoy en
este teatro subirá a escena por primera vez una zarzuela de música y costumbres
nacionales, composición y letra del popular y chispeante Alejandro Ayarza.
Personas que han asistido a los ensayos nos aseguran que la obrita ha de gustar
al público por la comicidad de sus situaciones y por el marcado sabor criollo.
La obra se titula “Música Peruana” y ya sabemos que con ella se “resbala
cualquiera”.
También es preciso recordar que años
después, el gobierno de Manuel Prado promulgó el 17 de marzo de 1958 la Ley 12980,(9) que liberaba la importación de discos de
carácter cultural y disponía se imponga un impuesto selectivo a los discos de
música comercial. Téngase en cuenta que solo a partir de entonces se podían
importar con mayor libertad discos de 33 rpm, que entonces traían RCA Víctor,
Sono Radio y Virrey, entre otras subsidiarias de empresas internacionales en el
Perú. A fines de la década de 1950, la primera empresa manufacturera nacional
de discos de acetato fue Discos MAG, luego aparecerían Sono Radio, Virrey,
IEMPSA y posteriormente FTA, que le dedicarían su producción no solo a la
música «comercial» nacional e internacional, sino también a la música criolla y
a la «vernacular», por eso una de las primeras opciones de IEMPSA, fue
reproducir en el Perú con el sello
Odeón, en discos de acetato, las grabaciones de música criolla, andina, puneña
que realizara Jorge Huirse en Buenos Aires.
Consultamos sobre esto a Adolfo Huirse
Cairo, él nos dice que «Jorge fue desde siempre artista exclusivo de la Odeón que en el Perú
reproducía IEMPSA, es por esa razón que Jorge no aparece en el disco «Mi Perú»
de Sono Radio pese a haber dirigido la Orquesta y haber hecho las orquestaciones y
arreglos. Seguía siendo artistas exclusivo de Odeón, pero en «Mi Perú» está su
estilo.» «Los discos que llegaron a mi casa, directamente de Buenos Aires por
vía férrea, en el tren Expreso General Belgrano de Buenos Aires a La Paz luego a Guaqui y a Puno, eran Odeón
de sello color verde».
Esta dicho que en aquel tiempo las
primeras grabaciones de música puneña en discos LP las realizó Odeón con música que Jorge Huirse grabó en Argentina con su
orquesta y las voces de Jesús Vásquez, Los Trovadores del Perú, Los Morochucos,
Luis Abanto Morales y otros grandes artistas argentinos.
Mientras que en el Perú las primeras
grabaciones de música puneña fueron realizadas por conocidos músicos y
cantantes «vernaculares», como el Picaflor de los Andes, el Jilguero del
Huascarán, el Embajador de Quiquijana, entre otros; por ejemplo, obran en
nuestro poder algunos discos de 45 rpm «Caballito de Chocchiporque»
grabado por el Conjunto Kori-Marka de Tinta o «Frutera Serrana» grabado por
el Embajador de Quiquijana.
En cuanto a grabaciones de músicos
puneños, tenemos información que el primer conjunto musical puneño que graba
aún en discos de carbón de 78 rpm, es la Estudiantina Dunker
Lavalle, fundada en 1925 por Alberto Rivarola, e integrada por Carlos
Rubina, Néstor Molina, Eladio Quiroga,
Castor Vera y Rosendo Huirse,
grabaciones realizadas para la RCA
de New York, con temas de Alberto
Rivarola y que escuchamos cuando éramos muy niños; otro de los grupos que graba
en Lima en ese mismo sistema, en discos de carbón de 78 rpm, ya en los años 50 del siglo pasado es el
Centro Musical Ayaviri; sus primeras grabaciones fueron recopiladas en un disco
de larga duración con el nombre de «Huayños», así como también otros temas de
este grupo son publicados en un LP junto las grabaciones del Centro Musical Yunguyo.
Es
necesario mencionar que este último grupo musical llegó a Lima a fines de 1959, a grabar en el
antiguo sello MAG, en mérito de haber obtenido durante tres años consecutivos
1957, 1958, 1959, el primer lugar en el Concurso de Estudiantinas que
organizaba en Puno el Instituto Americano de Arte con motivo del aniversario de
la ciudad lacustre en el mes de noviembre.
Estas grabaciones fueron impresas tiempo
después en un LP del Sello MAG, con el nombre
de «Aires del Altiplano», junto con el Conjunto Musical Ayaviri, en el
disco se registra como «Conjunto» y no como Centro Musical ya que la disquera
(MAG) no tenía los derechos de edición de este último (RCA Víctor).
En realidad el primer disco LP del Centro
Musical Ayaviri tiene el nombre «Huayños»; cuya carátula o sobrecubierta
a todo color aun estaba impresa en el sistema de serigrafía.
El Centro Musical Theodoro Valcárcel, los
años 1955 y 1956 había obtenido el primer lugar en el citado Concurso de
Estudiantinas puneño, posteriormente
realizó sus primeras grabaciones en discos de 45 RPM, reproducidas de
cintas magnetofónicas de carrete, que los mismos integrantes del Centro Musical
habían efectuado.
Otra de las primeras grabaciones en discos
de carbón de 78 rpm las realizaron «Las Hermanas Madrid» con la Estudiantina Lampa
y que se convirtieron en discos de 45 rpm en el sello Odeón de IEMPSA que luego
derivó en un disco de larga duración. Aquí también hay que tener en cuenta que
quien en realidad graba con las Hermanas Madrid, es el «Centro Musical
Lampa», pero por no tener los derechos de grabación, (pertenecían a Sono
Radio) en el lado B de ese disco se toma el nombre de «Estudiantina Lampa». El
Centro Musical Lampa en 1960 fue ganador del Concurso Departamental de
Estudiantinas que organizaba el Instituto Americano de Arte, con los temas «Choclo
de Oro», y «Choquechampi», que luego fueron reproducidos en su disco
LP «Paisaje Andino»
Tenemos en la mano un antiguo disco de 45
rpm de Sono Radio grabado en enero de 1961 por el grupo Los Aravicus, con los
temas puneños Bella Tierra Mía del azangarino Alberto Urquiaga Vásquez,
quien también era integrante del grupo musical y Alalau Chirihuayrita del lampeño
Zacarías Puntaca, temas cantados por la interprete puneña llamada «La Kolla». La
particularidad de estas grabaciones es muy singular ya que el ritmo en el que
están grabados los dos temas es del estilo de un walaycho, con un compás muy
rápido, completamente diferente al estilo del «huayño pandillero» que se impuso
fuertemente en todo el departamento de Puno desde fines de los años 50. Todo un
reto de esos primeros artistas
Posteriormente vendrían las grabaciones ya con
características de huayños «pandilleros», entre las que se pueden considerar al
Centro Musical Theodoro Valcarcel a fines de 1950, las primeras grabaciones de
música puneña en discos de larga duración que publica Sono Radio en sistema
monaural son «Música de los Andes Peruanos» del Centro Musical Theodoro
Valcárcel (LPL-2016), «Paisaje Andino»
del Centro Musical Lampa (LPL-2052), luego «Brisas Puneñas» Centro Musical
Yunguyo (LPL-2230).
Respecto a la primera grabación del Centro
Musical Theodoro Valcárcel, bajo la dirección de Virgilio Palacios Ortega,
lleva el nombre genérico de «Música de los Andes Peruanos» porque el
nombre de Puno ya era considerado «comercialmente» por la disquera, además que
representaba el primer volumen de una colección de música andina de gran
calidad que Sono Radio pensaba publicar, colección que incluyó al Conjunto
Atusparia de Ancash, al Centro Qosqo de Arte Nativo, al Conjunto de Mandolinas
de Amazonas, entre otros.
La disquera IEMPSA más interesada en la música folklórica
publicó «Brisas del Titicaca» de Los Íntimos de Juliaca, (Odeón, LD-1360) «Cantares del Altiplano» del Centro Musical Ayaviri
(Odeón LD-1355), «Conjunto Orquestal Puno» (Odeón LD-1406), «Qhantati Ururi»
(Odeón LD-1419), «Puno Pandillero» (Odeón LD-1508) del Conjunto Orquestal Puno.
Ya en el sistema estereofónico, se publica
el disco «Linda Puneñita» de los Íntimos de Puno en 1966, (Líder IEMPSA
LD-1569), como el hermoso álbum «Puno, Tierra de Ensueños» del Centro
Musical Puno, bajo la dirección de Virgilio Palacios Ortega.
Debemos distinguir muy claramente los
distintos «estilos» de los conjuntos musicales de las provincias de Puno, plasmados
en sus diversas grabaciones y que posteriormente han sido grabados en LPs así
como en cassettes, en diversos sellos musicales tanto de Lima, Cusco y
Arequipa.
Destacamos la grabación «Lucero del
Amanecer» del Conjunto Q’antati Ururi de Conima, (LD1419) , por ser el
primero con música autóctona interpretada en instrumentos de viento y
percusión, grabado en el sello Odeón de IEMPSA; para ello este conjunto esta
vez llegó a Lima en marzo de 1965 con 50
artistas, trayendo 30 danzas, bajo la dirección y Presidencia de don Lucio Calderón Pacoricona, hijo del fundador; lo que evidenciaba en
aquel tiempo la inquietud que había por conocer la música y danzas autóctonas
de Puno, manifestada intensamente en los medios populares y sectores «cultos»
de Lima. Ante esa predisposición, Q’antati Ururi se presentó en el Coliseo
Nacional, en las ruinas de Puruchuco, en el Parque El Olivar de San Isidro, en
el Ministerio de Educación (Canal 7TV) y Radio Nacional, y en el Palacio de
Gobierno, donde interpreta por primera
vez el Himno Nacional con zampoñas, en presencia del Presidente Fernando Belaúnde,
y finalmente realiza la grabación mencionada.
En 1966 llega a Lima, el
conjunto de música y danzas autóctonas «Los Mensajeros del Ande de Cojata»,
presentándose en el Coliseo Nacional de la Av. Bolívar, y en
otros diversos lugares, incluso en el penal del Frontón, con el auspicio y
promoción de los directivos de Brisas del Titikaka de ese entonces, su
presencia en Lima la aprovechan para grabar su disco «Zampoñas y Sikuris» en la
disquera Sono Radio, en el disco se registra el nombre de Embajada Folklórica
de Cojata, bajo la dirección de Guillermo Paco Cama (LPL 2109).
Al año siguiente llega a
Lima la «Embajada Cultural y Folklore de Conima», integrada por el Conjunto Las
Kantutas de Conima y la
Banda Estrellas de Oro de Conima, bajo la dirección de
Gregorio Gómez Apaza; siendo su promotor y representante en Lima, Hugo Saravia
Pacoricona, entusiasta animador y promotor
del folklore puneño.
Lo distinguible de esta «Embajada», muy
similar a la Embajada
de Cojata, es que sus interpretaciones de la música puneña, la realizan con
instrumentos autóctonos, sikus, pinquillos, tarkas y percusión, presentando en
diversos escenarios las danzas Tarkada, Pandilla Carnavalera, Sikuris, Diablada,
Llamerada, Callahuayas, por lo que se distingue en grande de otras «Embajadas»,
que anteriormente estuvieron en Lima, porque presentan las danzas autóctonas,
tal como se interpretan en el campo en especial en Conima. Su presencia en Lima
les permite grabar el disco «Alegrías del Altiplano» bajo el sello Sono Radio
(LPL 2311).
Músicos Puneños de Lima
En 1956 se creó en Lima la «Compañía
Zampoñas del Titicaca», conjunto musical con instrumentos autóctonos de
zampoñas, tarkas, y pinquillos, integrada en su mayoría por huancaneños. Este
grupo es el primero de música autóctona, organizado por residentes puneños en
la capital, que logra una significativa aceptación, toda una sensación para
muchos puneños, como gran contrapartida al desprecio de parte de quienes la
consideraban «música de indios». Esta agrupación realiza en aquel tiempo,
diversas presentaciones en distintos escenarios y reuniones que organizaban los
puneños, especialmente en las de la
Central de Instituciones Puneñas. No tenían temor ni duda de
presentarse en cualquier escenario, se trataba de un grupo que era casi numero
obligado en cualquier actividad de puneños.
También hay que considerar de esa época al
Conjunto de Zampoñas 10 de Octubre de Yunguyo.
La «Compañía Zampoñas del Titicaca»
participó en varias oportunidades en el festival folklórico de la Pampa de Amancaes donde,
como está dicho, los años 1957 y 1958 se
hicieron acreedores a medallas de oro y diplomas de honor. Años después, en
1966, el conjunto llegaría a grabar su
disco LP «Zampoñas del Titicaca» con la dirección de Simón Huanca Pallo.
(Sono Radio LPL 2190).
En una oportunidad, noviembre de 1957, con
ocasión del aniversario de Puno, un grupo de puneños de «cierto nivel»
realizaban un «baile social» en un local de un club nocturno ubicado en el Jr.
Ocoña, esquina con Jr. Caylloma, donde hasta hace poco existía un Comedor
Popular. A esa fiesta solo estaba permitido asistir, los varones «con terno» y
las damas con «traje de gala», si pues así estaba dispuesto y no podía ser de
otra forma. Sin embargo, otro grupo de puneños con algunos de estos sikuris y
zampoñeros, a golpe limpio de bombo, a
zampoña tronada, pretendieron ingresar
al «baile social», para imponer el sikuri en la celebración del aniversario
puneño, siendo rechazados, provocando por cierto una trifulca y naturalmente
una confrontación que terminó a golpes y
con la intervención de la policía. (9)
Entre los grupos musicales y de danzas que
existían entonces en Lima están la Embajada Folklórica
Usicayos de Carabaya dirigida por
Leonardo Gonzáles (1957), la Embajada Folklórica Balseros del Titicaca de la
misma época, dirigida por Máximo Pari Galindo, que también se presentaban en el
Coliseo Nacional en La
Victoria o el Coliseo del Puente del Ejército, ambos grupos
con intensa actividad artística y aun vigentes hasta hoy.
Existía el Conjunto Alma Kollavina
dirigido por Joaquín Vélez, uno de cuyos cantantes era Julio Sancho, agrupación
musical que contó con gente del sector quechua, que se formó después de 1962,
integrada fundamentalmente, por juliaqueños, de ahí que eran llamados los
«Juliaquences».
Posteriormente Julio Sancho actuaría como
solista en diversos grupos musicales, en 1963 grabó por primera vez esa anónima
y tradicional «Serenata Puneña» con el título de «Por tu Natal»,
dedicada a Adriana Condori, como dice el interprete Julio Sancho, hoy
fallecido. El marco instrumental lo puso el Conjunto Alma Kollavina, aunque en
la grabación en 45 rpm se registra a «Los Huayruros» dirigidos por el propio
Sancho, al reverso de esta grabación está el tema Kaluyo, Julio Sancho en el
fulgor de su juventud y Los Huayruros en la cúspide de su popularidad, también grabaron otro disco de
45 rpm con los temas Pomateñita y Ojos
Negros, en el sello Virrey.
A finales de los años 50 y los primeros de
los años 60, existía el «Centro Musical Puno», que era dirigido por Luis Naldos
Paniagua, agrupación que desarrollaba su actividad en el restaurante Jardín
Yolanda, en Jesús María, donde concurrían puneños de diferentes provincias.
Esta agrupación musical existió antes que el grupo de Brisas, en tal condición
poco tenía que hacer con Brisas del Titikaka, sin embargo reunía entonces a
muchísimos puneños a través de las concurridas actividades que se realizaban en
el mencionado restaurante.
Igualmente existía la «Estudiantina Puno»,
que en el año 1951 ganó el primer lugar en un concurso de Estudiantinas
organizado en Radio Nacional. La mayoría de sus integrantes eran pomateños
entre los que podemos mencionar a Vicente y Fernando Catacora Miraval, Augusto
Portugal Vidangos, Theodoro Iturry, Adrián Arce Iturry, Alberto Faggioni,
Manuel Achata, Walter Díaz, Ángeles Figueroa. (10)
Es necesario tomar en cuenta que parte de
este sector de puneños provenientes del sur de departamento siempre mantuvo una
relación constante de amistades, principalmente alrededor de la música, grupo
que en algún momento forma el Centro Musical Aymara y luego la Estudiantina Pomata.
Años después algunas personas de este grupo
formaron el Club Cultural Cuerdas del Lago, el 28 de julio de 1967, -y como parte del Club, la Estudiantina Cuerdas
del Lago- y que tuvo su origen en un paseo a la ciudad de Ica; otros se
incorporaron a Brisas del Titicaca o compartieron ambas instituciones.
Este grupo de puneños
desarrollaba su actividad paralelamente al grupo que estaba en torno a Brisas,
así lo evidencian los documentos originales(*)
en los que figuran los nombres de quienes integraban el Centro Musical
Brisas del Titicaca hasta julio–agosto de 1967.
Tiempo después «Brisas» y «Cuerdas» generarían una competencia rayana en
la rivalidad, a veces insalvable, aunque muy fraternal, tanto en el aspecto
artístico, danzas y música, como en el deportivo, hasta que hoy ese club ha
dejado de realizar actividades y como alternativa la gran mayoría de sus
integrantes, desde 1996, junto a un grupo numeroso de pomateños, se han
incorporado masivamente a Brisas del Titicaca, cuando esta institución inició
su despegue, crecimiento y desarrollo, y abrió sus puertas a «todos los
puneños» con beneplácito y sin
discriminación alguna.
La Estudiantina
del Club Cultural Cuerdas del Lago plasmó su trabajo musical en un excelente
disco de larga duración grabado en el año 1975 en el sello Sono Radio, bajo la
dirección Alberto Faggioni Mallea, con los arreglos musicales del maestro
Augusto Portugal Vidangos, como se registra en su portada.
Mientras que la Estudiantina de la Asociación Cultural
Brisas del Titicaca, ese mismo año realizó su primera grabación, en un disco de
45 RPM, bajo la dirección musical de Justo Obando, con la voz de la destacada y
conocida artista puneña Asunción Garnica Gamero, como consecuencia y gracias a
una actuación realizada en el Teatro Municipal, cuando concluía su periodo
presidencial Víctor Naldos en 1975.
Es recién el año 2000,
luego de 38 años, bajo la presidencia de Luis Arenas Lozada, en que la Estudiantina de
Brisas del Titicaca con la dirección de Javier Salas Avila, realiza su primera
grabación de larga duración en un disco compacto, reeditado en miles de miles
de copias por lo exitosa que resultó; ya que la grabación incluye temas de
todas las provincias de Puno, de ahí su gran popularidad en todo el
departamento de Puno y ni qué decir en todo lugar donde hay puneños.
En el 2001 otro órgano de
difusión cultural, el Conjunto Orquestal de Brisas del Titicaca, bajo la
dirección de Américo Valencia Chacón, realiza una grabación de música clásica peruana; en el 2005 la Estudiantina realiza
su segunda grabación con temas para danzas y la dirección musical de Percy
Bueno Ramírez.
Sin embargo, respecto a la presencia de
artistas puneños en Lima debería tratar al final de esta parte, la presencia
muy destacada en el campo artístico del folklorista Gerardo Barbosa Idiaquez,
(En el Diario Los Andes de Puno del 04 de noviembre del 2011 publicamos una
nota extensa sobre su vida), que desde los años 40 no cesa de bregar en
defensa de la música puneña, así como la presencia desde entonces del talentoso
y muy reconocido músico puneño Edgar Valcárcel Arze, hoy fallecido; quienes
-guardando las distancias- merecen un tratamiento muy especial sobre su
participación en esa lucha por difundir la música puneña, así como un sinnúmero
de músicos y artistas puneños que trabajaron incansablemente por difundir lo nuestro
en la capital peruana. Esta pendiente, tendremos la ocasión de hacerlo en una
nueva edición.
Los Primeros Sikuris en
Lima
Incluyo aquí, algunos
párrafos de una publicación del Diario Los Andes de Puno del pasado 01 de abril
del 2011 y que corresponde a parte de una largo dialogo que tuve con Gerardo
Barbosa Idiaquez, antiguo folklorista y promotor cultural, de allí se extraen
algunos resumidos textos.
... En la Capital existen un gran
número de tropas y conjuntos de sikuris y sikumorenos que practican esta
tradición, hoy masivamente difundida en instituciones, colegios y
universidades, todas, expresamente todas, tienen un origen o una raigambre
puneña, por los estilos, formas y modos de interpretar esta variedad musical
trasladada desde el Altiplano puneño.
Hace un tiempo pregunté a un antiguo
promotor de las tradiciones puneñas en Lima, el pomateño Gerardo Barbosa
Idiaquez, si podría responderme cuándo se habría formado en esta ciudad, la
primera tropa se sicuris integrada por residentes puneños en Lima.
Esto me comenta Gerardo, que cuando vivía en el Jr. Azángaro
228 en el centro de Lima, cerca del Palacio Legislativo, había sido canillita y
lustrabotas, mientras estudiaba en la nocturna del Colegio Guadalupe, cuenta
que a mediados de los años de la década de 1940, fue convocado por el señor
Baltasar Ruelas, quien era portero en el Banco de Crédito, y que a sabiendas
que ese canillita y lustrabotas recorría las calles de Lima, le encargó que
buscara entre los barredores puneños que hubieran en la Municipalidad de la Victoria o de Lima, gente
que supiera tocar zampoñas, y que los llevara a su casa de Barrios Altos el
siguiente sábado; en ese afán primero reunió a seis huancaneños, y así don
Baltasar empezó a ensayar con ellos, ya que tenía una cuantas zampoñas con las
que practicarían.
En el tiempo el número de músicos se
incrementó y hacía falta algunos instrumentos más; entonces hacia 1946 cuanto
Gerardo tendría 16 a
17 años, ya estaba trabajando en el Congreso de la República, donde primero
ingresó como lustrabotas, para luego llegar a ser “Ujier”, que era el auxiliar
que se encargaba de alcanzar el micrófono a los diputados que intervenían en
los debates; allí conoció al senador puneño José Antonio Encinas, a quien luego
de contarle lo que hacían los días sábados, en un desprendido atrevimiento de
emoción, le solicitó como donación un juego de zampoñas, el Dr. Encinas
entusiasmado de esta inquietud, en quince días mandó a traerlas de Puno y con
esa donación continuaron los ensayos con
más personas.
Así
se formó el grupo de sikuris, que no tenían un nombre definido, simplemente era
de Puno, del Altiplano; interpretaba indistintamente sikuris y sikumorenos,
especialmente en la modalidad de zampoñada, aunque en general melodías de la
zona de Huancané y Puno, modalidad de algún modo citadina.
El grupo se iba preparando continuamente y
sus reuniones de los sábados eran ya de real convocatoria, entre el año 47 y 48
se presentaron casi informalmente, en el Festival que por el Día del Indio se
organizaba anualmente en la
Pampa de Amancaes; sin embargo es en 1949, cuando se están
preparando decididamente para participar nuevamente de este festival, don
Baltasar Ruelas viaja a Puno y con su propio peculio adquiere vestuario del conjunto
de sicuris del Barrio Mañazo, y con esa vestimenta se presenta a un grupo
numeroso de sikuris en las puertas que conducían a la Pampa de Amancaes, hecho que
molestó a los organizadores, que aunque no habían estado inscritos en el
Festival, ya “estaban descalificados” por tocar en la puerta, congregando gran
numero de personas que no ingresaban al Festival.
En algún momento iba a llegar al Festival
el Presidente de la
República, razón por la que los convencen a que ingresaran
acompañándolo; el General Odría quien había dado su golpe de estado en
noviembre del año anterior, quiso tomarse un baño de popularidad porque ya
estaba pensando en postular en una elección Presidencial, y encontró al grupo
de sikumorenos con vestuario de brillantes y colores, acompañados de un Angel,
diablos y demás figuras de Los Diablos de Puno, al estilo zampoñada; el Caporal
o Diablo Mayor era encarnado por Barbosa, quien cual pecador enamorado invitó a
bailar a la Primera Dama,
María Delgado de Odría, ella complacida por ver esta modalidad coreográfica
acompañó al conjunto un buen trecho.
La señora María Delgado de Odría conocía
Puno algunos años atrás, había estado antes por motivo de trabajo, junto a su
esposo en el cuartel de Huancané, entonces ya sabía cómo eran esas tropas de
sikuris.
Fue la primera vez que un grupo de puneños
residentes en Lima, logró tan resonante éxito y aplausos, que motivó que el
grupo continuara, especialmente en la variedad de sikumorenos, que años después
se convirtió en el Conjunto Zampoñas del Titicaca, quien recibió premios y
preseas en el afamado Festival de la
Pampa de Amancaes, llegando inclusive a grabar un disco LP;
mientras esto se desarrollaba adecuadamente, el primer grupo que empezó a
practicar el sikuri en su modalidad de varios bombos y otros modalidades de la
música campesina desde mediados de los años 50, fue el Club “Unión Progresista
Conima” que también llegó a grabar un disco LP en 1980, bajo la dirección de
Calixto Vásquez con el título «Zampoñas, Tarkas y pinquillos». Después
vendrían los sikuris 10 de Octubre de Yunguyo, y Los Sankayos de Moho, que
fueron creados posteriormente.
Hoy existen más de 40 grupos que están
reunidos en torno a una Asociación de sikuris, sin considerar los grupos que
existen en colegio, facultades de universidades y parroquias, gracias en gran
parte a la inquietud innata de los puneños de difundir esta modalidad musical,
y en especial a la
Asociación Juvenil Puno fundada en 1970, institución cultural
que se ha convertido en la principal
promotora de los sikuris y zampoñadas, por medio de los encuentros de sikuris
«Tupak Catari» y la fiesta patronal anual de la «Chacana Cruz».
Instituciones Puneñas en
Lima.
¿Cómo nacen?. Retomando lo anteriormente
escrito sobre la migración puneña, debemos afirmar que, los primeros puneños
migrantes que llegan a Lima, en las primeras décadas del siglo pasado son uno
que otro hacendado que «se compró una casa en Lima», a continuación los
puneños que siendo funcionarios del gobierno, asumen responsabilidades en algún
Ministerio, por lo que deciden trasladarse con su familia a la Capital, y también los
jóvenes que son enviados por su padres a estudiar en Lima y que una vez
profesionales aquí se quedan; hay que advertir que los mayores destinos de
estudiantes puneños en busca de una profesión en aquellos y tiempos eran
Arequipa, Cusco y Buenos Aires y en menor grado Lima.
Las primera gran migración de puneños
hacia la costa y en especial hacia Lima, se efectúa después de la crisis económica
mundial de los años 30 que se reflejó también en nuestro país, en especial en la sierra; a continuación, durante y después de la Segunda Guerra
Mundial, y cuando en las ciudades se requería mano de obra obrera barata, por
el desarrollo de la industria que la exportación minera y la apertura a la
inversión del capital extranjero, había provocado a finales de los años 40 y
principios de los 50s.
A continuación otra gran migración se
produce desde cuando la región del altiplano sufre grandes sequías desde
mediados de los años 50, se desarrolla la industria manufacturera, y se aparece
el «boom» de la pesca, en especial de la anchoveta y la creación empresas de
harina de pescado; en Lima crecen y se desarrollan sus distritos, los migrantes
provincianos del centro del país se ubican al norte de Lima, en Comas, en Piñonate, la barriada 27 de
octubre, «La Parada»;
los migrantes del sur encuentran espacios como trabajadores de limpieza de los
Municipios de los distritos que se estaban desarrollando así se ubican en Lima,
La Victoria,
San Miguel, Callao, etc. y en las recién creadas barriadas de las pampas
desérticas del sur de Lima; otro gran sector de puneños viene a ofrecer su mano
de obra en las plantas de Harina de Pescado ubicadas en la Provincia del Callao,
donde acceden especialmente los aimaras de Huancané y Yunguyo, como lo hacen
también en las municipalidades distritales de esa provincia, donde sientan sus
sólidas bases de presencia.
Es en esta época en que los puneños llegan
a Lima, en que se motiva la organización de las primeras agrupaciones de
puneños que buscan las formas de reunirse, de juntarse para recordar sus
tradiciones, eso sucede generalmente cuando se identifican más fácilmente por
el idioma quechua o aymara, o cuando se ubican por el lugar de origen, donde el
idioma es el mejor vinculo de amistad y confraternidad coterránea, para no
sentirse un desarraigado de la tierra.
Las primeras reuniones entre los
coterráneos son por supuesto los días domingos, ocurridos en la Plaza Unión, Plaza de La Victoria o en el Parque
Universitario, lugares donde era común encontrarse entre los paisanos; para a
continuación motivar reuniones deportivas entre familiares o «paisanos» de un
mismo terruño, generalmente en campos deportivos de barriadas, lo que obligó a
formar «instituciones deportivas», o «sociales», las más de ellas de carácter
familiar, de la comunidad o del distrito común del cual fueran originarios.
Sin embargo las agrupaciones de puneños de
capitales de provincia, que no eran muchas, también tenían sus propias
reuniones, generalmente en torno a grupos familiares con ocasión de algún
cumpleaños, grupos de ex estudiantes del único colegio común de Puno (San
Carlos), que llegaron a Lima a estudiar y se hicieron profesionales aquí o grupos de personas que llegaron como
profesionales, quienes se reunían en torno a la música puneña interpretada por
estudiantinas, agrupaciones musicales que eran reforzadas generalmente en
tiempo de vacaciones de verano, cuando un gran número de maestros llegaban a Lima
a «profesionalizarse» y venían con sus instrumentos y su música.
Tanto de estos grupos, como de los de
distritos y comunidades, surgió la inquietud de realizar acciones conjuntas en
representación del departamento de Puno, así como reunir a todos los coterráneos
que estaban desperdigados en la gran capital y así se pasa a una segunda etapa
ya de mayor organización.
Así entonces, a finales de la década del
50 existía una importante institución popular denominada: «Central de
Instituciones Puneñas», que estaba integrada por diversas agrupaciones y
asociaciones de residentes puneños en Lima, congregaba a puneños de diferentes
provincias y distritos de los sectores populares, especialmente del sector
aymara y quechua del norte de Puno (Huancané, Azángaro) o del sur de Puno
(Yunguyo, Juli, Pomata) y que tuvo una meritoria y fructífera labor para
integrar a los puneños en Lima.
La «Central», como era popularmente
conocida, fue una institución de segundo orden, fundada en 1957 con la
participación de diversas instituciones de puneños en Lima. Su primer
Presidente fue el recordado Sr. Hugo Saravia Pacoricona, quien trabajaba en el
Hospital de Bravo Chico, era un entusiasta huancaneño, excelente promotor de
artistas y de actividades folklóricas, sociales, deportivas que realizaba con
el objeto de unificar a los puneños en acciones comunes; el segundo Presidente
fue el pomateño Gerardo Barbosa Idiaquez, luego el Dr. Guillermo Zegarra
Villar y a continuación el azangarino Luis
Cano Pacheco.
Para hablar sobre la «Central», recurrimos
otra vez a la larga y animosa conversación que sostuvimos con Gerardo Barboza,
quien fuera su gran animador y dirigente, en parte del diálogo que publicamos
en el diario «Los Andes» de Puno del 4 de noviembre del 2011, conversaciones que
también las tenemos grabadas en numerosas cintas, de allí extractamos estos
texto donde le preguntamos sobre la
Central:
«BME. En Lima se habían
ido formando diversas instituciones de distritos o provincias de Puno, pero
esta presencia de la cultura puneña en la capital, promovió la posibilidad de
reunirlas y organizarlas para realizar acciones conjuntas en una institución de
segundo nivel, como fue entonces la
Central de Instituciones. ¿Cuándo se forma, quien lo presidió
y qué actividad realizó la
Central?.
«GBI. La Central de Instituciones
Puneñas se forma en el año 1957, su primer Presidente fue Hugo Saravia
Pacoricona, era de Conima, un enfermero que trabajaba en el Hospital de Bravo
Chico, su primer grupo fue «Unión Progresista Conima», que llegó a grabar un
disco, como también lo hizo el Conjunto Zampoñas del Titicaca. En 1958 yo asumo
la Presidencia
de la Central
en reemplazo de Saravia, mi primera actividad fue el primer concurso del
folklore puneño, con Resolución Ministerial y jurados nombrados por el
Ministerio de Educación en un local del Jr. Sebastián Barranca, todo con
instrumentos y danzas nativas, no había danzas de luces, quien ganó ese año fue
el grupo de Conima con una danza de los «Satiris», uno de los jurados nombrados
por el Ministerio era Jorge Huirse, quien tuvo que cumplir con su tarea; el
premio de 500 soles fue donado por «Unión Carolina» con la Presidencia de
Sócrates Sáferzon, quien tenía una oficina de contabilidad en el centro de Lima
donde reunía a muchos puneños.
El Primer presidente que
organizó un campeonato de fútbol entre puneños fue el médico Guillermo Zegarra
Villar, cuya clausura y entrega de premios se realizó en el Hotel Savoy, donde
el administrador era un puneño llamado Juan Villalba Carpio, un gran poeta, era
nuestro gran colaborador, y que por su trabajo hablaba varios idiomas, como
otros colaboradores que no pensaban con el estómago sino con el corazón».
Es de notarse que la presencia
de la Primera
Embajada Cultural que llegó de Puno en 1957, habría sido el
incentivo para que diversas instituciones populares procedentes de los
distritos y comunidades de las diversas provincias de Puno que existían en
Lima, se agruparan para recibir esa Embajada y también formar la «Central».
La «Central» organizaba diversas actividades
sociales, culturales y deportivas, en las que participaban tropas de sikuris,
tarqas, bandas de músicos especialmente en las competencias deportivas y en la
celebración de los carnavales o en el aniversario de Puno. La «Central»
realizaba su actividades especialmente los días sábados en el Jr. Sebastián
Barranca 624 en el distrito de La
Victoria, hoy convertida en una factoría de autos pero que
aun mantiene su ambiente techado en el amplio patio donde se realizaban las muy
concurridas veladas artísticas, local
donde se congregaban frecuentemente los puneños, gracias a las diversas
convocatorias y actividades que programaban los dirigentes de entonces, el
local está ubicado estratégicamente al frente del lugar donde los trabajadores
municipales del distrito de La
Victoria tenían y aun
tienen su centro de operaciones.
Es significativo tomar en cuenta que los
trabajadores de limpieza de la
Municipalidad de la Victoria, como de otros distritos, eran en una
gran mayoría procedentes de Puno, en especial de la provincia de Huancané, por
ende muchos de ellos dirigentes del gremio sindical de trabajadores
municipales, por ello brindaban la cobertura correspondiente a las actividades
de los puneños, así como de los provincianos de otros lugares. También se utilizaba
el local de la Carpa
de Coliseo Nacional.
Hay que tomar muy presente que de esa
época data el inicio de una de las primeras «fiestas patronales» de los puneños
en Lima, como fue la Fiesta
de San Francisco de Borja, el «Tata Pancho» de Yunguyo, cuyo primer alferado
fue el entonces joven yunguyeño Severo Arroyo Goyzueta, lamentablemente
fallecido a pocos días de concluir esta redacción, por lo que no tenemos la
información completa sobre este trascendental hecho, que él nos prometió
relatarnos.
Una de las actividades más recordadas es
aquella que realizaron en los Carnavales del año 1959, en que organizaron un
desfile con carros alegóricos iniciado en la plaza México y el Campo de Marte,
recorriendo las principales calles, avenidas y plazas de Lima, en ocho carros
muy bien adornados con motivos puneños,
preparados por cada una de las instituciones integrantes de la Central, naturalmente
acompañados con grupos de sikuris, bandas de música, danzarines y
estudiantinas, para finalmente concluir en una gran fiesta de carnavales en el
local de Sebastián Barranca, en La
Victoria.
Con el tiempo la Central de Instituciones
Puneñas dejó de realizar actividades por el surgimiento del sectarismo en el
pensamiento de personas que decían representar a espurias «clases sociales» ya
sea la alta o de la baja, y debido a la permanente e ilógica rivalidad entre
quechuas y aymaras, como también por el surgimiento de comerciantes puneños que
se habían superado económicamente, así como por
el cambio del régimen de la propiedad de la tierra en el campo.
Algunas de sus instituciones integrantes
acordaron organizar después la actual «Asociación Central Folklórica
Puno», fundada formalmente años después
(1979).
De esa época predecesora data la creación
de la mayoría de instituciones que actualmente forman la «Central Folklórica»: La Asociación Cultural
Toquepani, fundada en 1957; el Centro Social Pusi, en 1959; el Club Atlético
Pajana San Isidro, en 1961; los trabajadores de la pesca del Club Deportivo
Cultural Unicachi de Yunguyo, en 1961 en el Callao.
En la fundación de la nueva «Central
Folklórica», también estuvieron el Centro Social Cahuaya Rosaspata, Huancané
(1965), la
Asociación Tirapunku (1964), San Salvador de Cotos de Huancané (1969), Conjunto Folklórico Sankayos
de Moho, la
Asociación Juvenil Puno (1970), quienes junto a otras 22 instituciones fundaron la «Central
Folklórica» el 25 de marzo de 1979. Paralelamente existían clubes familiares,
deportivos, asociaciones de comerciantes, trabajadores de municipios, migrantes
del sector aymara y quechua, así como otros grupos humanos sin mayor
organización, tanto en Lima como en el Callao. (13)
En ese tiempo también se
formaron el Centro Social Yunguyo (1954), Centro Social y Cultural Juli (1956),
Centro Social Azángaro (1957), entre las de capitales de provincias, así como
otras muchísimas más que no registramos.
El Instituto Puneño de Cultura
fue una institución muy importante,
fundado el 4 de noviembre de 1955 por los escritores e intelectuales puneños:
Ricardo Arbulú, Gamaliel Churata, Alberto del Castillo, Pablo Iturry, Ernesto
More, Dante Nava, Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo y Emilio Vásquez; en el
tiempo y durante muchos años esta institución realizó una intensa actividad de
proyección cultural resaltando los valores de la cultura puneña, y que tuvo todavía algún nivel de vigencia y
actividad cultural, hasta que falleció el gran músico Edgar Valcárcel, su
último mayor promotor.
Existían otros grupos, no necesariamente
musicales, que se reunían en actividades sociales; entre ellos estaba el «Unión Carolino» o «Asociación Carolina»,
que funcionaba en una oficina contable del Jr. Moquegua, donde se reunían para
realizar sus coordinaciones, el grupo lo presidía Sócrates Zaferson y estaba
integrado por ex alumnos del Colegio San Carlos, así como el Club Juvenil Puno,
que bajo la presidencia de Antonio Zirena también se reunía en una oficina del
Jr. Moquegua, bajo el auspicio del diputado Teófilo Monrroy.
Existía el Centro de
Estudiantes Puneños que funcionaba en la Universidad de
Ingeniería promoviendo la actividad política, gremial y cultural de los
estudiantes puneños en Lima durante
muchos años. Estos grupos «representaban» a las capas económicamente medias y
altas de puneños en Lima, aunque un sector de orientación popular del Centro de
Estudiantes puneños, con la participación de estudiantes de las universidades
San Marcos, Agraria, Cayetano Heredia, forman en 1970 la Asociación Juvenil
Puno, institución que luego crearía su conjunto de sikuris «27 de junio», y que
en los años siguientes se convirtió en el principal promotor del Sikuri en Lima
por medio del encuentro anual de sikuris «Tupak Katari» que hoy ya lleva muchos
años de realizarse en Lima.
También estaban el Centro
Social Femenino Puno, el Club Departamental Puno, así como otras instituciones
que reunían con preferencia a los
puneños que tuvieran una posición socio económica respetable. Por supuesto,
quedaba marginado quien pertenecía a las «clases populares,» llamados
«poblanos», sus actividades las realizaban en el ámbito de la clase media alta:
en el Club de la Unión,
en el Club Arequipa, el Hotel Bolívar, entre otros ambientes seleccionados. Era
característico que el Club Departamental Puno no abriera sus puertas al puneño
en general. En ese entonces seleccionaba rigurosamente a sus invitados, en el
tiempo ha cambiado mucho esa política, para beneplácito de muchos puneños en
Lima.
El Centro Social Femenino Puno fue fundado
el 26 de octubre de 1955, realizando a continuación una intensa actividad social
en su entorno social. En 1959 las damas del Centro Social Femenino Puno, junto
con sus esposos, acuerdan formar una agrupación más amplia que incluyera
también a los varones y así se formó «La Casa Puno», cuyo
principal objetivo fue la adquisición de
un local en el Jr. Cervantes 163 en Lima, como así se logró; el mayor aporte
para la adquisición del local lo suscribieron las señoras, luego de un tiempo el 11 de diciembre de 1959
ambos grupos fundan el Club Departamental Puno; por lo que en ese su local se
reunían habitualmente el Centro Social Femenino Puno y el Club Departamental
Puno, que para entonces adquirió gran representatividad en el medio social y
cultural, integrándose inclusive en representación del departamento de Puno, a la Asociación de Clubes
Departamentales del Perú.
Es en 1987, siendo Presidenta del
C.S.F.P., la Sra. Rosa
Bacigalupo y Presidente del C.D.P., el Sr. Alberto Paniagua Daniells, que se
fusionan ambas instituciones. El Centro Femenino se convierte en el Comité de
Damas del Club Departamental, cuya Presidenta es elegida a partir de entonces
con la Junta Directiva
del Club.
Hoy, respecto a la cantidad de
agrupaciones de residentes puneños en Lima, Jesualdo Portugal (14) en un
registro y catalogación que realiza, contabiliza más de 300 agrupaciones y
clubes, de la más diversa índole, sociales, culturales, musicales, dancísticas, deportivas,
comerciales, familiares, comunales, distritales, provinciales, etc.
Están en la Asociación Central
Folklórica que cuenta con un coliseo en la Av. Las Torres, en Ate, están en el Callao,
integrados en una Asociación Departamental de Instituciones Puneñas, están en
Lima Norte, Independencia, Comas; en Lima Sur, Villa María del Triunfo, Villa
el Salvador, San Juan de Miraflores; están en San Juan de Lurigancho, y muy
pocos en el lado este de la
Gran Lima. Todas ellas esperan que en algún momento de forme la Federación de
Instituciones de Puneños en Lima
(FIPLI), que algún día habrá de constituirse para unificar a todos los puneños
que viven en Lima y que trabajan en bien de su tierra, mediante diferentes
actividades del quehacer humano, pero que el celo y la competencia entre
«cholos» y «mistis» y de los demás, aun no lo permiten.
Los Provincianos en la
Capital.
Concluimos esta serie de
materiales acerca de los puneños en Lima, manifestando que ellos entonces
actuaban según los conceptos heredados de Puno, donde hasta 1956, los «indios»
no podían entrar a la ciudad capital de Puno con su trajes típicos, sin antes
haber pedido permiso; o conforme estaba «establecido» desde tiempos de la
colonia y el gamonalismo muy determinante en mucho tiempo en Puno, cuando se
creía en la diferencia de las clases sociales; con razón o sin ella, cada quien
se ubicaba en la más alta o en la más baja y cada uno según su estilo, trató de
establecer en Lima esa anacrónica diferenciación que el tiempo y la distancia
aun muy poco ha borrado; ya que aun hoy cuando hablas con algún «exgamonal» o
algún «excampesino», existen todavía algunos de entre ellos, que continúan
manifestando su racismo su resentimiento, de un lado como del otro, más aun
cuando se refieren respectivamente a los «q’aras» o a los «indios». Si pues, el
tiempo aun no lo ha borrado, y es el mismo tiempo quien no permite unificar a
los puneños en Lima.
Un material muy importante
acerca de la migración de los provincianos a Lima y en general a otras ciudades
fuera de su tierra, la han escrito Jüngen Golte y Norma Adams,(15) que publican en su libro
una investigación muy interesante acerca de la presencia de un grupo de puneños
en Lima, y se refieren en especial a migrantes del distrito de Asillo de la Provincia de Azángaro,
hablan de cómo se van integrando en la gran ciudad, con todos sus modos de vida
y sus tradiciones.
El ejemplo que se hace de los asilleños
que se dedicaron a las confecciones, es muy emblemático, de ahí que en este
tiempo podemos concluir contundentemente cómo los puneños nos hemos asentado en
Lima; con el uso común del apoyo mutuo y la solidaridad recíproca, es decir el ayni,
la apjata, tradiciones ancestrales andinas que en nuestro pueblo, siempre han sido la base
para imponer nuestra presencia, la unión y la ayuda mutua han sido el sostén
para salir juntos en busca del progreso, la unión grupal entre los coterráneos
nos ha servido para alcanzar nuestros objetivos positivos.
Por eso es que ahora podemos ver cómo el
grupo de yunguyeños que primero se dedicaron a la pesca, luego a las
especerías, ahora lo hacen en los grandes mercados de abasto con mucho éxito, o
ver cómo los juliaqueños se han dedicado primero al comercio ambulatorio, a la
artesanía, a los tejidos, y hoy a los grandes mercados artesanales dedicados al
turismo, así como otros tantos puneños que han orientado su actividad en lo que
hoy es el gran emporio comercial de «Gamarra», «Caquetá», «Unicachi»,
«Villamaría», «Callao», etc.; donde la presencia de los puneños es contundente,
ello incluye la presencia económica y social acompañada con presencia
permanente en grupos de música y baile.
Ese fue el comportamiento de la gran
mayoría de los puneños en Lima, no necesariamente «pudientes» que mantuvieron
latente su identidad y sus costumbres tradicionales, comportamiento muy
distinto por cierto, al de algunos profesionales o empleados públicos que
también llegaron a Lima en busca de un mejor futuro, pero que no necesariamente
mantuvieron en pleno sus identidades. Muchísimos de este sector fueron
«absorbidos» por la «cultura» de la ciudad, criolla, aristocrática, limeña,
etc. aunque otro sector de profesionales y empleados públicos si mantuvo su
identidad y apego a las tradiciones puneñas, gracias en gran parte a Brisas del
Titicaca que, en el caso, es el resumen de todas las identidades puneñas, donde
su objetivo ha sido y es la difusión de la música y las danzas de Puno.
Aunque un sector bastante amplio de
puneños en Lima, se ha desarrollado independientemente, gracias a su iniciativa
propia e ingresar al circulo comercial, siendo inicialmente pequeños
comerciantes para ahora ser un sector muy activo -llamado hoy emergente-, cuya
presencia es clarísimamente notoria en los diversos conos de Lima, allá donde
hay un mercado nuevo u otro ha crecido, es por el empuje y la presencia que los
puneños han puesto en ese esfuerzo
común. Cada año se ve el reflejo de ese progreso, en la construcción de nuevos
mercados, así como en la «ostentación» de recursos que hacen cuando se trata de
una Fiesta Patronal de su pueblo. Evidente competencia, como también hay de los
que reúnen dinero para anualmente hacerlo llegar a su pueblo, donde pueden
donar diversas cosas.
Hoy por hoy el puneño en Lima representa a
un sector significativamente reconocido, algunos son dirigentes de
instituciones grandes, otros han sido autoridades municipales o Alcaldes
elegidos, por su trabajo y labor conocida
Transcribimos un párrafo del libro de
Golte y Adams, allí se dice:
«La
experiencia histórica de migración por
otro lado ha dado la oportunidad a los asileños, y con ellos a la gente del
altiplano en general, de desarrollar una cultura, que permite la identificación
con el lugar y sus habitantes a pesar de largas ausencias».... «El individuo se
identifica por medio de la música y las fiestas patronales con paisanos y
parientes. La ayuda entre ellos y el mantenimiento de las referencias de origen
resultan una obligación». (15)
Tan cierto que hoy no hay institución de
puneños en diferentes lugares del país que se precie de tal, que no celebre su
«Fiesta Patronal», como buen motivo para reunir a sus coterráneos e integrarlos
en afán de las ideas, modos y costumbres comunes que comparten aunque sea una
vez al año, actividad donde nos hemos visto muy involucrados en los últimos
años, por ser sus promotores.
Para mejor análisis acerca de la migración
puneña en Lima recomendamos la lectura del libro de Golte y Adams.
Concluimos también que la gente puneña
reunida en torno a Brisas del Titikaka, pretendió unir no solamente a los
coterráneos de las comunidades sino también de los pueblos y de las ciudades, y
a partir de esa voluntad, contar con una institución de carácter popular
y sin discriminaciones que con el tiempo y los años se ha logrado, aunque se
mantenga todavía presente la incomprensión innecesaria entre los puneños, no
solo allí sino donde estén, que al decir de don Samuel Frisancho Pineda podemos
repetir sus palabras, «Que por qué los puneños son así, porque viven todavía
como andaluces y vizcaínos, peleándose y odiándose»(16),
por cierto, ese es un factor negativo que aun existe en las
relaciones entre los puneños, que no puede ser desterrado como si fuera una
maldición.
Del mismo modo también podemos
concluir que, desde siempre, la clase
media puneña afincada en Lima, -para este caso del grupo que estuvo en torno a
Brisas del Titicaca-, ha buscado un espacio para reunirse y desarrollar su
principal inquietud que la lleva impregnada en la sangre: la música y la danza.
En el lugar donde se reunían puneños no
faltaban instrumentistas que evocaran la música y danzarines que bailaran
entusiasmados y fue lo que aprovechó muy oportunamente la gente de Brisas del
Titicaca desde sus inicios hasta hoy, y que le ha servido de mucho para
convertirse en una gran y grande institución, a la cual muchos desean
pertenecer. Aunque creo -personalmente-
que su membresía debía ser limitada exclusivamente para quienes buscan el beneficio institucional y quienes contribuyen
al desarrollo de las manifestaciones culturales del departamento de Puno y no
por quienes buscan el beneficio y la satisfacción personal de la diversión.
Esta inquietud principal «llevada en la
sangre», fue la base fundamental para la formación de muchas asociaciones de
puneños y por supuesto el éxito que ha alcanzado durante estos años esta
institución, luego de su formación como «Conjunto Musical» en 1961, así es, en
1961, para convertirse formalmente en «Centro Musical» en diciembre de 1965,
elegir su primera directiva en febrero de 1966, convertirse en «Asociación
Cultural» en noviembre de 1968, consolidarse legalmente en 1970, cuando es
inscrita en Registros Públicos, y finalmente promover su crecimiento y
desarrollo desde 1994.
…………………………
NOTAS
(1) Inicialmente este trabajo fue publicado por el diario Los
Andes de Puno, en su edición Dominical del 24 de febrero del 2008, luego que
fue ampliado incluyendo imágenes y
anexos fue publicado en el libro, «LOS PUNEÑOS EN LIMA... EN AQUEL TIEMPO»
1ra. Edición Aswan Qhari, Lima 2008. La presente versión en más completa aun.
(2) Cristiam
Reynoso Torres. «LATIGO DEL ALTIPLANO. Biografía de Samuel Frisancho». Lago
Sagrado Editores. Puno. 2002, pág. 35.
(3) Guillermo Vásquez Cuentas. «LA OBRA DE UN EDUCADOR CULTURAL» Publicado en el diario LOS ANDES, Puno, marzo
2002. Discurso pronunciado por el autor con ocasión de conferirse al Dr.
Enrique Cuentas Ormachea, la distinción
CONDOR DE ORO DE LA
CULTURA PUNEÑA por La Asociación Cultural
Brisas del Titicaca.
(4) Guillermo Vásquez Cuentas. ídem.
(5) Diario «EL PERUANO», 23 de noviembre de 1957.
(6) Diario «EL PERUANO»
del 20 de septiembre y 4 de noviembre de 1958. pág. 4.
(7) Diario «LA PRENSA».
27 de noviembre
de 1963.
(8) http://folcloremusicalperuano.blogspot.com/2011/05
el-primer-huayno-cantado-en-quechua-fue_28.html. Luis Salazar Mejía. Bachiller en
Educación, con estudios de musicología en la Université de Genêve,
Suiza, y con un diplomado en Estudios Musicológicos Peruanos por el
Conservatorio Nacional del Perú. Ha sido profesor en la Escuela Nacional
de Folklore “José María Arguedas” y publicado y realizado diferentes
investigaciones sobre música peruana de la cual también es intérprete.
(9) Publicada
en «EL PERUANO» el 01 de abril de 1958.
(10) Página en Internet de
www.radioaswanqhari.galeon.com
(11) Revista Aswan Qhari
Nº 9. Lima, Febrero de 1995
(12) Carlos
Cano Pinazo, Julio Monje Herrera. BRISAS DEL TITICACA. APUNTES PARA SU HISTORIA
Y TRAYECTORIA INSTITUCIONAL. Edic. ACBT. 1999. pág 115.
(13) Bruno Medina Enríquez, «Del Gran
Cambio a la
Consolidación Institucional». ACBT Lima, año 2001. Los
datos se toman de las revistas: Altipampa, Aswan Qhari, Ecos de la ACFP, Wiñaymarka, Boletín del CDP, Yatiri, AJP,
entre otros diversos voceros de
instituciones de residentes puneños en Lima, publicadas en diferentes
fechas. Ver Bibliografía.
(14) Jesualdo Portugal Castello. «Instituciones de Puneños». en
Revista ALTIPAMPA Nº 4. Lima . Febrero 1999.
(15) Jüngen
Golte y Norma Adams. LOS CABALLOS DE TROYA DE LOS INVASORES. Estrategias
campesinas en la conquista de la
Gran Lima. IEP. Lima 1987 pág. 179-187, «Asillo,
Indios sin mistis»
(16) Cristiam Reynoso Torres. «LATIGO DEL ALTIPLANO.
Biografía de Samuel Frisancho». Lago Sagrado Editores. Puno. 2002, pág. 94.
(*) Américo Valencia Chacón. «MÚSICA CLÁSICA
PUNEÑA». Gobierno Regional de Puno. año 2006.