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lunes, 11 de abril de 2011

EN LA SELVA DE PUNO

CUANDO LOS CHUNCHOS FUERON VISITADOS


Autor: José Mandujano Gallegos

Hace mucho tiempo, venía acariciando la idea de recorrer
la carretera interoceánica, visitar Puerto Maldonado, y finalmente la frontera de Perú con el gigante Brasil.
Los sueños se hicieron realidad, cuando uno de mis sobrinos, que vive en Puerto, me invitaba a pasar unos días, en esa calurosa ciudad.

Desde Juliaca el viaje dura como 11 horas, en unos buses casi destartalados; la mayor parte del viaje se realiza de noche, asi que es poco lo que se puede apreciar del majestuoso paisaje. Desde los 3800 msnm, hasta los 20 msnm, en menos de 12 horas. Pasando por la legendaria tierra de Pedro Vilcapaza, Lizandro Luna, José Domingo Choquehuanca, y Pepe Mandujano, salvando las distancias y las glorias. Me estoy refiriendo a Azángaro, allá donde la gente quema a la gente, sin motivo aparente. Allá donde la gente anda inconforme y permanentemente anda reclamando algo. Las pistas están asfaltadas casi en su totalidad, la torre esta casi concluida, un moderno mercado a punto de inaugurarse y con las aguas servidas que se vierten en el río del mismo nombre sin ningún tratamiento.

Mas allá orgullosa se yergue una villa que no figura en las cartas; pero que se hizo famosa porque en ese lugar nació en ex presidente regional Hernan Fuentes Guzman, el personaje que hablaba de un estado federal quechua y aymara y otras cosas simpáticas. En Lima la oligarquía quería linchar al hombre federal; de hecho el ex presidente fue linchado en los medios capitalinos; como se podía sostener semejante herejía, en un estado unitario donde las cosas se deciden en Lima. Allá donde eminentes cerebros piensan por nosotros, para evitar que la gente del “interior” se dé el trabajo de pensar.

La pista sigue interminable pasando por San Antón, el distrito que quiere ser provincia, allá donde en un festín de sangre, en una noche muchas ex autoridades pagaron con su vida el atrevimiento, con la excepción de José Turpo el ex juez de paz, que recibió un balazo a 3 centímetros de la oreja; cortesía de un ex guerrillero, que como se puede imaginar, no quiso matar al cuasi difunto. José al escuchar la detonación no se ocurrió mejor cosa que caer al pavimento pesadamente, los matarifes dejaron los “perros” bien muertos; al parecer para evitar que en el lugar haya autoridad alguna. En San Antón además, vivieron linajudas familias de Azángaro como los Salas, los Carrera, los Gonzales. La reforma agraria borraría del mapa a esta familias más adelante; ahora la gente es dueña de la tierra, de los animales y de sus miseria.

El bus casi destartalado hace de pronto un alto en Macusani, después de pasar por el abra de Oqque Puño. A partir de este punto todo será una interminable bajada hasta Inambari. En Macusani el frió reina hace mucho, las alpacas se multiplican y los proyectos mineros están en auge. Mas allá nos espera Ollachea un pueblo enclavado en el fondo de un valle; aquí el viajero podrá bañarse en las aguas termales, que se encuentran en el mismo lugar. Eventualmente se podrá observar imponentes cataratas, que adornan el paisaje; además de ser un lugar obligatorio para recuperar las energías (un puerto obligado). Bajando hacia la selva pasaremos por la central Hidroeléctrica de San Gabán, aquel proyecto soñado por todos los puneños; pero cuya energía cuesta casi lo mismo que en Nueva York. Mas allá pasaremos por Lanlacuni alto,, Lanlacuni bajo, Limacpampa, Puerto Leguía, para encontrar la localidad de Inambari, alla donde confluyen las dos carreteras; la que viene del Cuzco y la que va de Puno. A unos 40 minutos arribamos a Mazuko, este desde hace decenas de años pertenece a Puno; pero los hábiles burócratas de Maldonado se lo viene adjudicando, con la anuencia de los pobladores en un 90 % son foráneos. Aquí vamos a realizar un alto para referirnos al valle de San Gabán, este es un valle en términos geomorfológicos joven, estrecho con una topografía accidentada flancos empinados poco aptos para la agricultura, suelos poco desarrollados (suelos rojos). Sin embargo desde Ollachea hasta Inambari aquí los colonizadores lo que encontraron fueron bosques, de cedro, caoba, 37 especies de aguano y más de 100 especies de “madera corriente” o mejor dicho arboles que proporcionan madera corriente. Estos bosques han sido barridos literalmente, por los colonos entre los años cincuenta y 2000. El año 90 la carretera de penetración llegaba a un lugar conocido como la Oroya. Hasta aquí la depredación había llegado a su máximo apogeo. Por la ciudad de Macusani en cuyo lugar había una sede de Senasa, Ministerio de Agricultura, Policía Nacional, Fiscalía, Juzgados de Paz letrados e iletrados. Por esta ciudad han pasado bosques enteros hacia Juliaca, las autoridades que durante todo ese tiempo estuvieron al frente, debieron enriquecer asquerosamente y la ciudadanía en general silbando con la mirada al techo, dejamos pasar, a los depredadores y a los bosques que no crecerán nunca más. Junto con la desaparición del bosque, otras especies de flora y de fauna han sido borradas del mapa. Estos atentados en contra de la naturaleza se justificaran posiblemente arguyendo que, la falta de empleo ha obligado a colonizar el valle y que por encima esta la necesidad de vivir.

La historia de la colonización por donde se le mire, es negra como la noche; y fue realizada por gente mediocre, de espíritu ruin. Respaldados por autoridades igualmente mediocres, que se hicieron de la vista gorda a cambio de unos reales a cambio de dadivas.

Junto con la destrucción del bosque el oro que dejaba el rio San Gaban y el Inambari, también fue desapareciendo hasta llegar a Puerto Maldonado, donde la destrucción es palabra mayor.

El oro dio origen a Masuko una ciudad de una sola calle, larga y sinuosa como la mente de la gente que la habita. Lugares nocturnos de dudosa reputación, alojamientos, bares, pensiones, y gente que vende en las calles completan el panorama en este lugar, que es un lugar de paso. Desde aquí 180 kilómetros nos separan de Pto. Maldonado, 180 kilómetros de depredación similar a la observada en el valle de San Gabán, estos bosques deben haber salido por Urcos, allá también autoridades inmorales han permitido el desastre ecológico que he podido observar.

Puerto Maldonado es una ciudad que se agita, en medio de la actividad minera y la actividad extractiva, depredatoria. Esta ha crecido bastante, modernas avenidas surcan la ciudad, edificios nuevos han empezado a crecer de la noche a la mañana. Nuevos ricos surgen a diario, producto de la extracción brutal del oro, apelando a técnicas contaminadoras y destructivas de la naturaleza (uso de dragas, del mercurio, cianuro y de otros contaminantes). En Huaypetue viven como 30,000 personas que viven directa o indirectamente de la extracción del oro. Igualmente un desorden brutal, explotación inhumana de mano de obra que viene de Juliaca, Cuzco y otras regiones del Perú. Cientos de mujeres jóvenes y muchas de ellas menores de edad, obligadas a prostituirse es el paisaje de este lugar, que es un monumento a la insensatez del hombre. El estado bien gracias, los congresistas mejor, la prensa prefiere divulgar cada día la miseria humana de Lima, que ocuparse de esta herida abierta y sangrante que es Puerto Maldonado.

En Puerto sin duda se puede hacer patria; pero hasta la fecha nadie se ha dedicado a construir, todos se han dedicado a destruir. Se dice que últimamente se han dedicado a echarse abajo los arboles de castaña, para proveer de madera al mercado nacional. El puente gigantesco que se tiende sobre el río madre de Dios, anda inconcluso; la gente tiene que pasar en enormes barcazas hasta la otra banda para continuar hacia Iñapari.

Iñapari se encuentra a 210 kilómetros de Puerto Maldonado, la carretera interoceánica esta casi concluida, aunque de calidad dudosa; parece que se hubiera inaugurado hace 20 o 30 años. El bosque en este trayecto luce igualmente depredado e inútil; el trayecto de pasara por Planchon, Mavila, San Lorenzo, Iberia y finalmente Iñapari. Esta última es una ciudad pequeña que promete ser grande en un tiempo breve; pues limita con Brasil y con Asis, una ciudad brasileña igualmente pequeña; pero ordenada. La siguiente vez el viaje será más extenso y debe conducirme por lo menos hasta Porto Velho a 800 kilometros de Iñapari y sin duda serán reportados.

JMG