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jueves, 21 de junio de 2007

Año nuevo andino

Año nuevo andino: mito o realidad
Escribe: Franklin Rónald Ramos Vargas
(Publicado en el Diario Los Andes 21/06/2007)

Suponen algunos intelectuales, con mucho aplomo, que el ‘Año Nuevo Andino’ es vil invención de los que maliciosamente pretenden hacer creer la supuesta vigencia de algunas supuestas manifestaciones qichwas y aymaras. Entre estos intelectuales destaca, por ejemplo, Renato Aguirre Bianchi, quien manifiesta que “existe la posibilidad contundente de que las intenciones de los contemporáneos terminen por formar una ‘pseudocultura’ andina basada en costumbres y creencias no autóctonas, así como el ficticio Año Nuevo Andino” . Otros, por el contrario, remedando el estilo visionario de algunos ‘avataras’ occidentales, juegan el papel divinizante de augures y establecen fechas ‘exactas’ de lo que podría ser el tiempo transcurrido en años desde el origen de la cultura andina hasta la actualidad. Algunos lanzan el año 5 515 como año andino, otros prefieren el 40 515 y otros el 160 515. Sin embargo, es preciso aclarar que quienes sostienen esta última versión son conscientes de que no se puede establecer una fecha exacta, por tal razón enfatizan que dicho tiempo es sólo de aproximación. Considero, por mi parte, como acertada esta posición, pues ni la misma ciencia a podido establecer tiempos exactos de existencia humana y cultural. La versión del 5 515, se basa en las investigaciones sobre el jaqiaru, que considera un horizonte histórico basado en las investigaciones de Alfredo Torero y la antigüedad de la lengua aymara. Esto incluye, a la vez, investigaciones en las cercanías de la actual Lima, concretamente en el Callao. Además, otros estudios que grupos indianistas han hecho en Tiwanaku. Khara Choquewanca y el indianismo de los años 1970 tiene que ver mucho en esto. La versión del 40 515, celebrada por la nación paqaje, se basa en las investigaciones hechas por arqueólogos como Dick Ibarra Grasso, quien ha calculado el origen de la civilizacion en 40 mil años en el Qollasuyu. En ese sentido, algunos grupos andinos, considerando que de una manera u otra descienden de esos primeros habitantes prefieren este calendario. Por otro lado, la versión del 160 515, es sostenida por el historiador ‘indio’ Inka Waskar Chukiwanka, quien manifiesta, en su formidable obra ‘La Wiphala Guerrera’, que “de acuerdo a nuestro calendario MARA WATA se cuenta el tiempo a partir del Qama (orden de vida) y a partir del Pacha (equilibrio), siendo el inicio del año el INTIRAYMI (21 de junio). Según esta propia cronología se cuenta a partir del nacimiento de la cultura de los seres humanos que ocurrió hace 160 000 años donde la vida se desarrolla en torno al Pacha (tiempo del orden armónico) y se rompe parcialmente con la invasión de los españoles europeos que establecen el Macha (tiempo del desequilibrio y caos) que a partir de ese momento se cuenta el tiempo reciente, siendo este año cristiano 2007 el año 515, y para nosotros más propiamente es como año indio el año 160 515” . De esta manera se ha podido dilucidar las posiciones respecto a los tiempos de existencia humana y cultural desde una perspectiva andina. Queda por otro lado, analizar los tiempos que establecen los intelectuales occidentales. En primer lugar, la mayoría de historiadores, antropólogos, arqueólogos, etc., asevera que la cultura andina tiene una antigüedad aproximada de 2 000 años a 2 500 años. En segundo lugar, se guían de un calendario muy singular: el Gregoriano (en el que ya se celebraba el 1 de enero como inicio del año), que tiene su origen en el año 1582 en honor al Papa Gregorio XIII. Antes de esta fecha, occidente se guiaba del calendario Juliano. En tercer lugar, en la actualidad se ha establecido con algunas reformas, un calendario basado en el Gregoriano, a la vez, basado en las revoluciones del sol. Aún así se aprecian extremas incongruencias. ¿Por qué? Quizá porque dejaron de lado a los otros astros en el establecimiento del tiempo. Volviendo al tema que nos convoca el día de hoy, es preciso indicar que nosotros los hombres andinos, otrora ‘indios’ del Awiyala e inkas del Tawantinsuyu contamos a partir del Pacha, que significa ‘tiempo fundamental’, es decir, explicamos el proceso histórico de nuestra sociedad y naturaleza a partir de la ontonaturalidad y la paridad complementaria, de ahí que nuestra cultura supone dos calendarios, uno lunar y otro solar. Nuestros antepasados al guiarse de estos y otros astros, establecieron un cúmulo de conocimientos astronómicos que permitieron un desarrollo de convivencia eficaz entre todos los entes de la Pacha. De esta manera, también lograron establecer fechas exactas, cuando el sol estaba más lejos, cuando más cerca, cuando las estrellas entraban en cuadratura con otros, etc. Así determinaron el Marat’aqa en el aruwa y el Wat’aiti en el rimawa ambos significan “ruptura de año” o el día arrancado del año y con estos nombres se identifica al 21 de junio. Es el único día suelto que se agrega a cada año (esto, claro, en el calendario lunar); es decir el 21 de junio es el último día o el primer día del año, o si se prefiere, ni primero ni último. El Inti Raymi está muy relacionado con el 21 de junio, y realmente es el día (madrugada) más frígido, claro que también depende de algunas condiciones propias del planeta tierra. Tambien es necesario aclarar que esta fecha representa el renacimiento del sol y su retorno estable a nuestro hemisferio. Conviene, entonces, revalorar y actuar en nuestras vidas en torno a esta fecha, pues como se quiera, somos descendientes de una gran cultura que ante pretensiones sincretizadoras vuelve a su fuente de conocimiento y de lógica; es decir que frente al intento de establecer perpetuamente fechas como el ‘Sagrado Corazón de Jesús’, ‘San Juan’, ‘San Pedro’, ‘Hábeas Christi’, ‘Espíritu’, ‘Trinidad y Santiago’, etc., hemos mantenido incólume, y cada vez con mayor vigor, las manifestaciones culturales primigenias que nos eran propias. Una de estas manifestaciones es la concepción andina, y por ende, ontonaturalista del tiempo, que significa, pensar y sentir con el tiempo (cosa que no sucede en la concepción occidental del tiempo); es decir, considerar al tiempo como nuestra respiración, como nuestros latidos cardíacos. También considerar al tiempo como copresente. Por eso se piensa y siente un futuro que está atrás y un pasado que está adelante, y viceversa. En esta hora de reivindicación cultural, sólo queda, retomar la senda por la que un día nos impidieron ir y de esta forma establecer un Novus Ordo, que saque de la postración de más de medio milenio a nuestros hermanos andinos. Asistamos pues a los puntos energéticos de nuestro altiplano, y llenémonos de la energía sacrosanta de nuestro Tata o Yaya Sol. ¡Féliz Año Nuevo!