Entrevista a Juan Velazco Alvarado
Una entrevista del periodista César
Hildebrandt a Juan Velasco Alvarado, publicada en la revista Caretas el 3 de
febrero de 1977.
Una entrevista del
periodista César Hildebrandt a Juan Velasco Alvarado, publicada en la revista
Caretas el 3 de febrero de 1977, que las nuevas generaciones no habrá leido. Se recuerda con ocasión del 16 de junio de 1910, fecha en que nació Velazco Alvarado.
LA ENTREVISTA
General, ahora tal vez tenga usted tiempo para
hacer reflexiones que antes no pudo hacer, ¿ha reflexionado sobre el verdadero
objetivo de su gobierno?
Sí, lo he hecho.
¿Cómo calificaría ahora ese objetivo?
Hacer del Perú un
país independiente y cambiar las estructuras para que el Perú se desarrollara
con independencia, con soberanía. No un país vendido, de rodillas. ¿Cómo era
aquí? ¡Aquí mandaba el embajador americano! Cuando yo era presidente, el
embajador tenía que pedir audiencia y yo lo manejaba a seis pasos. Yo los
fregué. Yo boté a la misión militar americana.
Aquí había 50 ó 60
jefes americanos y el gobierno peruano tenía que pagarles sus sueldos, el
pasaje hasta para el gatito que traía la familia. Y formaban parte de la
información para la CIA.
Nosotros no lo
necesitábamos, ya habíamos crecido bastante como para no tener que consultarle
todo. Aquí nuestras escuelas de guerra son muy buenas. Nosotros les podemos dar
vacantes, más bien.
Mucha gente considera que usted está lleno de
rencor, ¿qué piensa de eso?
¿Rencor?, ¿contra quién? ¡Contra nadie!
Yo no di ningún golpe. Yo llevé una revolución. Fue una revolución bien
planteada. Porque nosotros entramos de frente a actuar, a operar con velocidad.
Nosotros hemos hecho cuántas cosas a una velocidad espantosa. Yo sabia que en
cualquier momento me botaban. Porque aquí en el Perú, fatalmente, la oligarquía
nunca muere.
¿Usted qué cree?
Bueno, al menos durante mi gobierno a
la oligarquía le hemos dado forma tal que la hemos deshecho. Muchos han dicho
que una de las cosas que hizo la revolución fue terminar con la oligarquía.
Bueno, yo creo que no hemos terminado con la oligarquía. Han quedado restos. Y
estos restos, están creciendo otra vez. Yo tengo mi conciencia tranquila,
excepto por una cosa. Porque no terminé la obra de la revolución. No hicimos lo
de la salud y lo de la vivienda. Y no lo hicimos porque me sacaron.
Y ¿por qué cree que lo sacaron? La ambición
política, la ambición del poder... Algunos sectores le reprocharon siempre el
que usted fuera amigo de los comunistas, el que fuera blando con ellos.
No sólo eso, me han
dicho que oficialicé el comunismo. Y eso es una brutalidad. Eso lo dice mi
amigo Frías. Eso lo he leído en "X". ¿Por dónde voy a salir
comunista? Yo he sido militar toda mi vida. Había algunos medio rojos en el
gobierno, que eran pasables. Ustedes me hubieran acusado de macartista si yo
hubiera perseguido a los comunistas. Yo mas bien he dicho que los comunistas se
infiltraron. Hubo infiltración. Y sin embargo, el guerrillero, este muchacho
guerrillero, ¿cómo se llama? ¿Béjar? Béjar. Bueno, Béjar dice en su libro
"La revolución en la trampa", que no hubo infiltración comunista.
¡Cómo que no hubo infiltración comunista! Hubo infiltración comunista en todas
partes, viejo. Y en SINAMOS, donde trabajaba Béjar, hubo más infiltración que
en ninguna otra parte.
FOTO: AMIGOSDEVILLA.IT
¿Y usted combatió esa infiltración?
En cierta forma. Yo
no les hice la guerra, no salí a cazar guerrilleros como hicieron una vez acá.
Yo no los he perseguido. Yo no he perseguido tampoco al APRA. A ningún partido
he perseguido yo, viejo. Un hombre es dueño de sus ideas y es libre de expresarlas
como le dé la gana. A no ser que lo hagan cambiar a la fuerza. O que le hagan
lavado cerebral.
Uno de los puntos de
nuestra revolución era: Pluralidad política. De manera que la revolución
peruana era para todos los peruanos, no era para unos cuantos. Yo decía que
aquellos que no querían estar con la revolución, la revolución les iba a entrar
por los poros alguna vez.
¿Con algún partido sintió alguna aproximación?
Libros como "El poder invisible", lo han descrito a usted como un
hombre resentido, lleno de amargura por su infancia tan pobre, tan dura. ¿Qué
le suscita eso?
Hubiera sido como el alacrán. Me
hubiera metido la ponzoña yo. Cuando yo hice la revolución, ya era general de
división. Había llegado a lo más alto de mi carrera General de División.
¿Qué puesto tenía?
Mandaba al Ejército y mandaba a la
Fuerza Armada. Era comandante general del Ejército y presidente del Comando
Conjunto. ¿Dinero? Yo no necesitaba dinero, viejo. Yo había estado como
agregado militar en Francia, donde gané bastantes dólares como diplomático.
Después fui miembro de la Junta Interamericana de Defensa y ahí gané también
buena plata. Ahorrábamos, yo nunca he sido botarate. Esta casa me la hizo mi
hijo, el arquitecto. De manera que esta casa es antes de... De manera que dinero
tenía, lo suficiente para vivir una vida cómoda. Yo no hice la revolución para
llenarme los bolsillos. ¿Dónde está el dinero que me he robado? Yo no tengo
plata. Yo vivo con las justas. Vivo de mi pensión nada más. Como todavía estoy
enfermo no puedo trabajar en otra cosa.
Si no es indiscreción, ¿a cuánto asciende la
pensión de un general de división? ¿Cuarenta mil?
Nunca llegó a cuarenta... De manera que
yo no hice la revolución para mí. Había viajado, conocido el mundo, ¿qué más
quería?
General, usted dice que la revolución está
detenida, porque no ha habido ninguna medida de transformación. Pero ante la
crisis económica, ¿qué hubiera hecho usted?
Arreglar la crisis económica.
Sí, pero ¿cómo?
En principio, viejo, hay una tanda de
mocosos en las entidades claves. Así no se puede arreglar la economía del país.
He visto que acaban de botar a Guiulfo, un mozo inteligentísimo, botan del
Banco de Reserva a Barreto, que es un tipo de mucha experiencia. ¿Así se hace
patria? A la buena gente la han botado y ha quedado una partida de mocosos.
¿Mocosos, general?
Para mí, mocosos, viejo.
Usted recibió una deuda de 800 millones de dólares.
Y cuando salió está en 4 mil millones. ¿Cómo un gobierno como el suyo pudo
producir una deuda tan alta?
Depende de lo que se
haga. Si usted va al gobierno y no hace nada, no gasta un centavo. La
revolución fue para hacer un nuevo Perú. Había que expropiar las tierras y
había que pagar esas tierras. Cada transformación costaba al país, las cuentas
están claras.
Yo le pongo el oleoducto
Poechos, Cuajote, Bayóvar, Olmos, la fabrica de papel, fertilizantes.
Actualmente no va a apretar el botón a hacer inauguraciones.
¿Inauguraciones de qué?
De obras importantes que hizo la
revolución.
Hace un rato le pregunté y usted no me contesto esto:
¿Cuál fue el peor defecto de su gobierno? Digamos, ¿cuál fue su mayor virtud y
cuál su peor defecto?
La mejor virtud fue que fue el primer
gobierno que luchó por las grandes mayorías que estaban oprimidas.
¿Y su peor defecto?
El peor defecto de la revolución,
bueno, tenía muchos defectos. Porque yo actuaba con gente que era enemiga de la
revolución. Había Belaundistas, apristas, comunistas. Teníamos opositores por
todos lados, inclusive ya está usted viendo, viejo, que mis ministros me
traicionaron. ¿O no? Me traicionaron porque me sacaron, traicionándome. Eso fue
una traición.
¿Cuáles eran sus relaciones con Expreso?
"Expreso" nos defendía.
"Expreso" defendía a la revolución peruana. Todos los del
"Expreso" defendían a la revolución.
¿Por qué?
No sé, pero la defendían. Cuando
"La Prensa" nos atacaba, el único que salía y nos defendía era
"Expreso". Cuando "El Comercio" nos atacaba, el único
periódico que salía en defensa de la revolución era "Expreso". Se les
prendía como un perro y les decía pestes. Nos defendía bravamente, nos defendía
con valentía. Ahora, yo sé que había comunistas, claro. Estaba Moncloa,
Roncagliolo, había varios, había un grupo. Pero nos defendía, viejo, era el
único...
Pero digamos que esa defensa solitaria se acaba
cuando se expropiaron los periódicos...
Bueno, no, porque en buena cuenta no se
trató de una expropiación. Los periódicos no se quitaron para que el Estado los
manejara, para que el gobierno los manejara a su gusto...
Pero así fue y así es...
Ahora yo no respondo por nada. Ahora
todo es una mierda, viejo... [con Morales Bermúdez]
Sus palabras parecen expresar a veces amargura,
general...
Amargura de qué.
Amargura contra qué. Absolutamente, viejo...
["Esta con el mejor genio del mundo", interviene su
esposa, que hace cinco minutos escucha la conversación]
La única amargura que
tengo es no haber completado las transformaciones. Nos faltó no sólo la salud y
la vivencia sino el crédito, la banca. No queríamos apoderarnos de los bancos
para apoderarnos de sus utilidades.
Lo que queríamos es
que el Estado fuera dueño de la banca para poder manejar el crédito con un
criterio revolucionario. Prestarle al zapatero, al gasfitero, al campesino.
¿Qué yo quiero cuarenta mil soles? Aquí está señor. Yo quería que el banco
agrario comprara cuarenta camionetas y que todos los días esas camionetas
recorrieran los valles para prestar plata. ¿Señor, usted siembra? Tal cosa, tal
cosa. ¿Cuánto necesita? No quiero. ¿Qué no quiero? Si señor, aquí tiene usted:
meterle por la boca la plata, aquí tiene usted. Porque la plata iban a mejorar.
Oye viejo, no había plata, a esta pobre gente le compraban las cosechas por
cinco años. Esta gente era estafada, les robaban su dinero... Nos faltó tiempo,
porque me botaron.
Yo hice lo que pude.
Más no puedo. Y mire cómo he salido...
Ya, que no te suba la presión. Interviene, doña
Consuelo.
Mira lo que he ganado; una pierna
menos, enfermo...
Pero todo tiene sus compensaciones. Usted ha
ganado...[¿El amor de la gente?, pregunta llena de ironía, doña Consuelo.No
diría eso, respondo] ¿No cree usted que ha ganado, más allá de las
pasiones y cuando las esencias se sedimenten; digamos, un puesto en la
historia? [La gente más ingrata no puede ser, dice Consuelo. Después de tantas
amarguras ¡un puesto en la historia!]
La revolución se ha dado el gusto de
hacer las transformaciones que no hicieron los civiles. Los civiles tuvieron
150 años en el gobierno y no las hicieron. Por eso es que la Fuerza Armada tuvo
que hacer la revolución. El consuelo que tengo es que la revolución hizo
vibrar. Porque hasta los enemigos nuestros vibraron de contento cuando...
(Velasco llora discretamente, apenas tiene voz para terminar) recuperamos
Talara. Cuando recuperamos Talara hicimos vibrar hasta al mismo Ulloa... ¿Qué
yo tenga amargura contra nadie...? ¡Contra nadie!
¿No cree que en algún caso fue usted, excesivamente
autoritario, rígido, despótico?
¿En qué caso?
Por ejemplo: deportar a Armacanqui, deportar a
Duharte, deportar a Zileri.
Yo no era ministro del Interior...
Zileri nos atacaba continuamente, nos paraba, nos frenaba... El gobierno tiene
también que sancionar a quienes lo atacan. La revolución tenía que defenderse.
No iba a cruzarse de brazos para que le dijeran falsedades. De manera que ellos
mismo se la buscaban, por locura...
Una última pregunta, general: ¿Cuál es según su
punto de vista la salida política para el país?
Si ya no hay revolución, entonces el
gobierno militar ya no se justifica. Debía haber pues, un gobierno democrático,
¿no?
¿O sea virtualmente, una convocatoria a elecciones?
Bueno, eso es lo
único hasta la fecha inventado, ¿no?
César Hildebrandt
http://www.perunoticias.tv/203-16-de-junio-un-dia-como-hoy-nacio-juan-velasco-alvarado.html