REESCRIBIR LA HISTORIA

PARA REESCRIBIR LA HISTORIA La historia de nuestros pueblos desde siempre las han escrito, quienes buscan fuentes que encuentran en sus investigaciones, en la mayoría de las veces
esas fuentes no son de los vencidos, sino de los vencedores que han tenido tiempo de describir sus hechos, es cierto que la historia está siempre enmarcada en base a hechos sociales que se relatan por que han sido consecuencia de movimientos, o revoluciones que determinan necesariamente cambios y desarrollo en favor y para uno u para otro, sin embargo siempre ha estado descrita por los triunfadores quienes son los que han dejado textos, partes de guerras, huellas, datos, información. Pocas veces ha sido escrita en base a la historia oral, tomadas de la memoria de los mayores, como son las tradiciones que dejaron los ancestros, las que también son “interpretadas” por quienes las transcriben a un texto, que no habiendo registro escritos de entonces son tomados como leyendas. La historia es una sola, sin embargo, es escrita según la visión de quien la redacta. Para nuestra educación formal existe una historia universal, la que ha sido dividida en varias “edades” o épocas, desde la prehistoria, antigua, feudal, moderna y contemporánea; tiempos ubicados como una periodicidad de la historia según los cánones europeos, ¿en qué periodo de esa historia universal cabe Chavín, Tiawanaco o los Incas?. La historia de este continente sin nombre original, pero si “descubierto por Colon”, pero que ha devenido a llamarse América, no cabe dentro de ese concepto europeo de “historia universal”. La cultura llamada “amerindia” tiene la antigüedad de las culturas ancestrales del mundo, autogeneradas, está entre las seis más importantes culturas que dieron origen a la sociedad y que son baluartes de la cultura universal, con más de 10 mil años de antigüedad, a decir, Mesopotamia, Egipto, India, en China, -después ya vendrán Grecia y Roma- en México y en los Andes sudamericanos, Por eso hay que confrontarla desde una visión dialéctica, aplicando sus leyes y categorías. La historia oficial que se nos han enseñado desde siempre, desde niños y aceptada universalmente, está enmarcada desde la opción de la sociedad occidental “civilizada” y cristiana, que llegó a este continente que bien pudo llamarse Colombia, y que algún sugerente estudioso ha devenido a llamarla Adba Yala , a sabiendas que ese no fue su nombre; sociedad civilizada europea en afán de “civilizar” a los aborígenes, que no conocían la escritura donde dejar su historia, y no descubrieron la rueda, porque no la necesitaban en estos agrestes parajes, cuando en verdad la cultura andina, desarrollada en el Tawantinsuyo, era una CIVILIZACIÓN con muchísimos modos y valores autogenerados por el propio desarrollo del hombre en el transcurso de su transformación de mono en hombre. Pocos de los que llegaron de Europa se preocuparon de transcribir la historia transcurrida previa a su presencia en estas tierras, quizá uno de los pocos y en un lenguaje español antiguo, fue el padre Bernabé Cobo o Sarmiento de Gamboa, cronistas que tratan de interpretar y transcribir “al pie de la letra” lo que les contaban, ni el mismo Garcilaso de la Vega, siendo criollo, toma la opción en defensa de su raza vencida, más bien su obra la hizo por su nostalgia a la vida juvenil que tuvo en Cuzco, descontando de esta mención a Felipe Guamán Poma de Ayala, que describe con crudeza la realidad de la sociedad en su tiempo. Si quisiéramos escribir la historia de la cultura andina o americana, ¿en qué etapa de la historia universal la deberíamos ubicar? En la prehistoria, en edad antigua, o en la edad media, los cánones para escribir la historia están basadas desde el punto de vista “occidental”, en que existe una prehistoria, edad antigua, esclavismo, edad media, feudalismo, edad moderna, contemporánea, definida por las diversas etapas del desarrollo de las sociedades en Europa o Asia, sin tomar en cuenta el desarrollo de la sociedad en este continente, bien podríamos ubicarla en la prehistoria, o antigua, sin embargo fue una sociedad muy desarrollada. Corrientes de opinión para rescatar o reescribir la historia de este continente, se han manifestado especialmente después de la segunda guerra mundial, junto a los movimientos de liberación nacional emprendidos por diversas naciones en Asia como África, de los yugos coloniales de diversos países europeos. Estos movimientos de liberación nacional también se han reflejado en América Latina, revoluciones y revueltas como la de Paz Estensoro en 1952, de Jocobo Arbens en 1954, o la Revolución cubana triunfante de 1959, o sandinista de 1979, motivaron la necesidad de reescribir la historia desde un enfoque propio, no eurocéntrico. Estas mismas corrientes se trasladaron a los medios académicos, como en la literatura, “El Boom Latinoamericano”, con obras de afirmación de lo latinoamericano que van desde Ciro Alegría con “El mundo es ancho y ajeno”, Alejo Carpentier con sus “Pasos Perdidos” llegando a Gabriel García Marques con “Cien años de Soledad” y en la religión cabe “Teología de la Liberación” como las reinterpretación del cristianismo desde la práctica popular, pero con mayor incidencia en el campo de la política y la filosofía, es decir el cultivo y aplicación de esa corriente descrita con amplitud en el libro la “Filosofía de la Liberación” y otros. En este tema no está demás rescatar a Augusto Salazar Bondy, en la pregunta que se hizo mediante una breve publicación realizada en 1968: “Existe una filosofía de nuestra América”, donde rescata la necesidad de contar con una interpretación propia de la historia desde el contexto socio político y económico propio, hasta muchos autores ya en siglo XXI, que han desarrollado este concepto de contar con una historia escrita desde el concepto propio y posterior luego de haber sido una colonia, trabajos como es el caso de Héctor Béjar Rivera con su reciente “Historia del Perú para Descontentos. Vieja crónica y mal gobierno”. (Lima, 2019). De nuestra parte tratamos de realizar una interpretación del contexto social de esa historia prehispánica, o el carácter de la época, con una visión a la altura de la dialéctica como ciencia moderna.  

Comentarios

Entradas populares de este blog

COLEGIO PEDRO VILCAPAZA

EL TEMPLO DE ORO DE AZANGARO

Inmolación de Pedro Vilcapasa Alarcón. 241 Aniversario