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jueves, 10 de diciembre de 2009

ETNA VELARDE PERALES

Una vida dando vida a nuestra historia


“...los periodistas y gobernantes no pueden quedar para el futuro como traidores, tienen que analizar mucho sus actos.”

La historia es vida y la historia toma alma y color cuando es transmitida no sólo con la destreza del pincel, sino con ese toque especial que añade el cariño con el cual Etna Velarde vuelca sobre el lienzo todo ese conocimiento histórico, sentimiento y amor por la patria interiorizado y exteriorizado para transmitir todas esas vivas imágenes.
Doña Etna ha pintado desde muy joven y es quien, entre otras obras, ha realizado las pinturas de los famosos libros del doctor Gustavo Pons Musso y de la Guerra del Pacífico. Varias de sus obras se encuentran en el Museo de la Nación y constituyen un legado invalorable para el Perú. La historia del Perú no sería la misma sin esos rostros del coronel Francisco Bolognesi, el almirante Miguel Grau y muchas otras pinturas.
Mediante entrevista concedida a Por Nuestro Perú, doña Etna comparte sus experiencias:
―¿Qué recuerda del doctor Pons Musso?
―Era una persona excelente, amante del Perú, hasta el hueso, lo admiro mucho por su amor al Perú, él sí tenía como ideal a la patria. Algunas veces he escuchado críticas, pero no tienen razón. Todos los cuadros le costaban su peculio, de tres por dos, documentación, historia, era de puro amor a la patria, no se le ha reconocido como se debe, creo que ahora está muy enfermo.

Etna Velarde tiene muchísimas obras producidas en más de 40 años de trabajo, entre óleos y acuarelas superan las diez mil. Cuando ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes pasó de frente al cuarto año, porque ya tenía conocimiento de pintura.

En temas históricos es la artista más productiva. Otra de sus especialidades son los temas costumbristas.
Sus trabajos se exhiben en forma permanente en diversos países, entre ellos:
Ricardo Palma, en el local de la Real Academia de la Lengua, España.
Flora Tristán y Tiempo de la Historia, en Francia Sociedad de Mujeres Francesas
Francisco Bolognesi y Quiñónez, Estados Unidos
Ramón Castilla, Brasil
Miguel Grau, BAP Independencia
Humboldt y Bolivar, Biblioteca Humboldt de Berlín
Mates de Huancayo, Museo de Dresden
Varayoc, Museo de Budapest

Siempre me traía toda la documentación, por ejemplo, en el cuadro de Bolognesi yo ya había hecho todo el plan, con uniformes azules, rojos, pero él se documentó y encontró que una mayoría tenía uniforme blanco, por el desierto, así que cuando estaba casi terminado tuve que replantear el aspecto pictórico, después me encargó la batalla de San Juan de Miraflores, el combate de Iquique, Cáceres en Tarapacá. En esos libros que hizo están mis cuadros.
Era muy serio en su trabajo y muy educador, me parece una maravilla que haya sido profesor, porque ha educado a muchas generaciones y les ha inspirado amor por el Perú, de esa generación todos son admiradores del Perú. Es un ejemplo, porque uno de los valores es la patria, eso significa las tradiciones, los hombres y mujeres que han muerto por el ideal de la patria. Me contaba del comandante Espinar, es un ejemplo, porque formó un batallón con toda la gente que trabajaba en su hacienda, en la batalla de San Francisco dirige a su batallón hacia el cerro donde sabía que lo iban a matar, ya estaba perdido todo y se inmola. Eso es muy interesante, cada vez que paso por la avenida que lleva su nombre voy con una mística especial por nuestros héroes. Creo que es muy importante poner atención al curso de Historia del Perú, cero que hay gente que ni siquiera sabe quién es Grau, no lo puedo creer, hay una despersonalización y cuando van a otro país, como allá sí se aprende, les despiertan amor a sus héroes, entonces los peruanos allá se extranjerizan.
Nuestra historia es muy rica, nos han dejado un tesoro que inclusive están contrabandeando. ¿Quién vende estas cosas? Gente que no tiene convicción de lo que es el Perú, y lo que significa eso, todo lo ven dinero y son capaces de traficar. Tengo un hermano en Ginebra, director del museo etnográfico, y vino trayendo un documental de todos los tesoros peruanos que se venden en internet. Él ha denunciado, hay que tener más control, pero eso falta por falta de convicción, tienen que saber que eso es nuestra historia, que son cosas sagradas, desde la prehistoria hasta ahora.
―¿Qué sentía cuando leía los partes de guerra de la guerra con Chile?
―Tenía que estudiarlos bien y allí se me despertaba la mística hacia todo lo peruano, hacia esos momentos heroicos de los hombres, de morir por un ideal. Pero parece que somos pocos, como los que se dedican a la Historia del Perú y que presiden esas instituciones, como el general Hamman y otras personalidades, todavía guardan una mística por todo lo peruano
―¿Qué es lo que más la ha impresionado?
―De cada hecho muchísimo, por ejemplo admiro mucho a Bolognesi, Cáceres en la batalla de Tarapacá, me pareció impresionante la forma en que subió una cuesta para derrotar a los chilenos. También Grau, además de su caballerosidad, era un hombre que desde chico luchó por la superación, era muy humano y superinteligente, porque mucho tiempo tuvo en jaque a los chilenos. Por eso cuando pinto la batalla de Reducto, en el parte está que el Huáscar estaba en Chorrillos y me negué a poner el Huáscar, me dijeron que eso está en el parte de guerra, pero felizmente el general Hamman me aceptó este capricho histórico, porque el Huáscar bombardeaba a los chilenos en Chorrillos, pero me dolía que bombardeara su tierra y me rebelé, dije que si quieren que lo haga otro, además, eso puede confundir. Me sentí feliz de no ponerlo.
―¿Hubo algo especialmente conmovedor?
―Me ha conmovido lo que hicieron los chilenos en Barranco, me conmovió la forma en que mataban a la gente, torturándolos y matándolos en el sitio, para robarles, no lo soporto, después se dedicaron a la borrachera, tengo cuadros sobre lo que hicieron en Barranco, Chorrillos y Miraflores, sobre los robos y los tesoros que se llevaron, el heroísmo de Suárez, ese cuadro que tiene cinco metros y que está en el cuadro Reducto me impactó bastante, porque vinieron especialmente para esa batalla los lanceros de Tarapacá, pero las condiciones materiales eran inferiores. Esos sí son peruanos valientes que se inmolaron por la patria con sus pocos recursos. También en Huamachuco, pelearon hasta con rastrillos de agricultura.
―Viendo de cerca el esfuerzo del doctor Pons Musso y de usted, ¿qué impresión le causa el hecho de que durante el primer gobierno de García se haya firmado un acta donde nos sometemos a un compromiso escrito para falsificar la historia?
―No sabía de eso. Eso sería un error histórico, no puede borrarse toda esa cantidad de muertes, por ejemplo, he tenido a toda mi familia que sufrió en Moquegua, todas las atrocidades.
―Recién este año ha salido a luz el documento firmado por Allan Wagner, en 1985 el Perú se somete para deformar nuestra historia.
―¡Es un crasísimo error, es terrible! ¡Qué raro que no han reaccionado, por ejemplo el doctor Pons Musso!
―Era secreto, recién salió a luz.
―¡Qué diría el doctor Pons Musso!
―Esto se ha trabajado en silencio a espaldas de la población. Viendo un libro encontramos que se insinúa que Grau fue un cobarde, que Petit Thouars actuó por interés, que no tenemos héroes, son llamados personas destacadas, el traidor Iglesias aparece como alguien razonable.
―¡Eso es horrible, me hace doler todo el espíritu, me duele muchísmo!, porque Grau es un ejemplo desde niño, se hizo solo, fue grumete desde los nueve años, tiene una historia por el mundo, además fue senador, además por los mares, se ha batido con un Huáscar que necesitaba constantemente reconstrucción.
―Eso es lo que nuestros niños reciben a pedido del estado chileno.
―¡Increíble!, y tanto que estamos reclamando reconocimiento a nuestros héroes, entonces qué se puede pedir a nuestros niños y jóvenes, a las pandillas. No van a tener como ejemplo a nadie, por eso no tienen idea de lo que es su tierra ni la vida humana, están actuando según la ley de la selva, como monos y orangutanes que se trompean por el territorio, y todavía estos ni siquiera por el territorio se pelean, porque se les vería luchando para salir adelante con su familia, pero no, se organizan para agredirse.
Ahora los chilenos nos están invadiendo, me han dicho que están comprando tierras en Urubamba, el tren de Machu Picchu es chileno, entonces quienes se oponen al puente de Santa Teresa son los dueños del tren. Todo se chileniza, no han necesitado la guerra para venir a conquistar los bienes del Perú, porque ese es el interés de ellos, porque tenemos todos los climas, una agricultura que sería la primera del mundo con apoyo.
―¿Qué debemos hacer?
―Creo que todo está en manos de la educación. Los profesores tienen que realizar un trabajo único. Pero si a ellos tampoco se les educa bien... hay que capacitarlos. La población y las instituciones deben tomar la palabra. Creo que desde la época colonial uno de los sentimientos que domina es el miedo y no actuamos hasta que no se viene encima todo y la reacción es brutal. Es mejor ir cada uno de los seres de los que nos damos cuenta de lo que pasa ir hablando y capacitar a los demás, pasar la voz, siempre hay alguien que va a pensar un poco más, y no ser tan materialistas y pensar sólo en el dinero, hay que educar el espíritu y la sensibilidad y nos daremos cuenta de nuestra realidad.
―¿Cree que deberían regresar los libros y el curso de Historia del Perú como lo soñaba el doctor Pons Musso?
―¡Tiene que ser eso! Eso es uno de los valores del ser humano y nuestra humanidad, tanto se habla de identidad, eso son nuestras tradiciones, nuestro paisaje la defensa de todo ello, es nuestra historia. Tenemos una historia tan maravillosa que cuando estuve en China me sentí tan grande como ellos por nuestra historia, hablaba desde la prehistoria con todo orgullo. Uno que va con esta educación tan débil se siente empequeñecido ante toda esa grandiosidad que se presenta en esos lugares y en muchas partes del mundo. Acá quieren empequeñecernos con que no tenemos nada, que somos flojos y eso es mentira. La gente se mata por trabajar y quiere trabajar. Jamás hay que aceptar eso, yo soy testigo de que la gente trabaja, yo misma, cuando tengo un trabajo que terminar aunque sea me amanezco, no existe noche ni día, tengo que cumplir, jamás aceptemos eso.
―Se ha trabajado para minar la autoestima de la población.
―Así es y hay que transformar eso desde todos los medios de comunicación, hay que reforzar nuestra convicción de peruanos.
―¿Qué recomendaría a los profesores?
―Tienen que rebelarse y enseñar, así no esté en los currículos, enseñar la Historia del Perú, siempre tienen que hablar del Perú, en todos los cursos, debe ser una misión del profesor. Eso significa construir valores, la identidad y el orgullo de ser peruano y el orgullo de la provincia, de ser mestizo, cholo o de cualquier color. Ahora se habla de la globalización pero que quiere desaparecer identidades para aprovechar sus riquezas naturales. Quieren que prime la ganancia inescrupulosa, es un egoísmo supino.
―¿Qué opina que pese a que La Razón hizo público el hecho, ningún medio, tanto periódico como radio o televisión tocan el tema?
―Está rarísimo, yo ni sabía, voy a averiguar más, hay que llamar la atención a todo el mundo, sería una traición definitiva. Ahora no se verá, pero en el futuro se verá, pero los periodistas y gobernantes no pueden quedar para el futuro como traidores, tienen que analizar mucho sus actos.
―¿Qué recomendaría a los padres de familia?

―También ellos son educadores, no sé si soy capaz de dar consejos, pero creo que igual que los profesores, deben educar a sus hijos y enseñarles la historia que les están negando. Así tendrán también respeto a la lucha de sus padres, dentro de eso está el concepto de patria e identidad.

―¿Desea añadir algo más?

―Que me da mucha alegría y me siento orgullosa de contestar, he removido recuerdos porque hace mucho tiempo que pinté esos cuadros, porque estoy orgullosa de ser peruana y de habitar esta tierra donde habitaron esos grandes héroes, siempre está presente mi amor a la patria y al Perú, soy muy peruana.



Una muestra de sus célebres pinturas:





Francisco Bolognesi en batalla de Arica




Chilenos atacan a una familia


Chilenos prenden fuego a vivienda









El Huascar en combate






Testimonio de los inicios en la pintura de Etna Velarde por los caminos del arte:
 * por Etna Velarde
Empecé desde muy pequeña, porque tuvimos la suerte de tener un padre que era, a más de artista, arquitecto. Él estudió con Daniel Hernández, uno de esos pintores que ahora son legendarios. Hernández fundó la Escuela de Bellas Artes. a mi papá le encargaron algunos trabajos en Puno, la reconstrucción del templo Azángaro, el monumento a Choquehuanca y Vilcapasa, la plaza de armas de Huancané. Entonces despierto a la razón por esos pueblos, nunca han dejado de influir en la pintura costumbrista, el paisaje, los ichus, la puna, la música, sobre todo la zampoña, la identifico mucho con el paisaje.
(Etna vivió desde pequeña en Azángaro (Puno), con sus padres en la casa de la familia Mandujano, estudió en la escuela del pueblo Nº 852, sus grandes inspiraciones iniciales las alcanzó en esa tierra. Hoy pertenece con mucho orgullo a instituciones puneñas de Lima, como Brisas del Titicaca y el Club Cultural Azángaro)

Allí comencé a dibujar con mis hermanos. Cuando mi papá vio nuestro interés comenzó a guiarnos, entre juegos de escuadras, pinceles, ya después comenzó a imponer tareas. Allí empecé y también a escribir poesías, me iba a una roca para escribir mis fantasías poéticas, pero esas poesías desaparecieron.

Después regresamos a Lima, en el colegio seguí dibujando y en quinto de media gané el primer puesto de pintura y dibujo en un concurso organizado por el Ministerio de Educación, para colegios nacionales. La directora entonces me recomendó al Ministerio de Educación y mi primer cuadrito fue de Túpac Amaru, para el doctor Emilio Romero, que era el ministro, no había rostros de Túpac Amaru, entonces hice una carita en la que me demoré tres meses, les gustó mucho.
De allí ingrese a San Marcos, a literatura y arte, quería dedicarme a la educación, pero con el tiempo me di cuenta que sería imposible, la educación requiere dedicación completa, entonces me dediqué a la pintura. En el segundo año de letras pinté un cuadro de Raúl Porras Barrenechea; como me hice conocida con los cuadros, me lo encargaron cuando falleció, lo expusieron y el doctor Puccinelli, decano de la facultad de letras, me apoyó mucho, como el doctor Tamayo Vargas. Entonces lo expusieron y entonces comenzaron a encargarme trabajos, para las facultades de letras, derecho, química, etc., para sus galerías de San Marcos, desde allí nunca dejé de pintar ni de escribir poesías.
Tomaba parte en los recitales, pero en esa época la vida era muy difícil para una joven, no me daban permiso para ir a los recitales hasta el amanecer, yo me desesperaba por ir, estaban César Calvo, Corcuera, todos ellos iban a la casa de la poesía, pero a mí lo máximo que me permitían era llegar a las nueve de la noche a la casa.
Cuando me encargaron el cuadro de Túpac Amaru tuve que buscar referencias, en ninguna parte había uno, y el doctor Emilio Romero me dijo que en el Centro de Estudio Histórico-militares había un retrato con sombrero. Entonces fui a verlo, en esa época el presidente de esa institución era Federico de la Barra, él no podía creer que, como me vio tan chica, que yo pintaba, y sobre todo había un concepto discriminatorio contra la mujer joven. Era gracioso, porque fue a mi taller para ver si era cierto que yo pintaba los cuadros, no se convencía.
El precio que me pagaban era bajísimo y había otros pintores mayores, ya señores de peso, a ellos les pagaban muy bien, yo sentía esa diferencia y me dolía mucho, porque a mí me costaban muchísimo hacer los cuadros, alternaba con los estudios de la universidad, estudiar la documentación. Pero empecé la competencia con los señores pintores, me esmeraba bastante, recuerdo que en el Instituto Sanmartiniano el pintor oficial de la institución se molestó, protestó porque a mí me habían dado cuatro cuadros y a él dos, eran cuadros grandes de tamaño natural, de los próceres que habían ayudado a la expedición de San Martín. Entonces el presidente de la institución vino a mi casa a disculparse y decir que ya no haría cuatro cuadros sino dos, porque el pintor oficial había protestado y quería quejarse a los diarios. Entonces le dije que no importa, que iba a hacer lo mejor que podía.
Cuando terminé no fui a la exposición de los cuadros, de puro miedo, y vinieron a la casa a felicitarme y decirme que todos los cuadros de la institución los iba a hacer yo para siempre, entonces pinté 32 cuadros de los próceres y además un cuadro de cinco metros de largo de la llegada de San Martín a Paracas. Allí puse a San Martín con toda la gente, pero a un lado puse a un pescador saludando la llegada, en primer plano. Entonces, cuando lo vieron se alarmaron terriblemente porque había un pescador delante de todos los generales saludando y decían que tenía más fuerza, que cómo había hecho eso sin consultar. Entonces dije que no lo iba a borrar, porque significa el pueblo peruano que saluda la llegada, además aquí hubo una serie de levantamientos en todo el Perú, nunca dejamos de ser rebeldes y era mi primera rebelión, me aceptaron, vino la directiva para analizar el caso. Pero es verdad que los pescadores de Paracas ayudaron a San Martín, le dieron sus botes. En un principio recuerdo que hice unas rocas, pero me dijeron que no había rocas en Paracas, tuve que viajar para ver y vi que era plano, de arena, yo había puesto las rocas, pensando en que tenían que amarrarse de algo los botes. Tuve que borrar las rocas, allá tienen una forma de parar los botes sin rocas. Tuve que traer arena de la playa y ver el movimiento y pinté los pies de mi papá como los del pescador, fue difícil, porque los pies se hunden, era bien complicado.
Todas estas experiencias me han ayudado para hacer bien mi trabajo. No hago nada sin documentarme bien, por eso los artistas del género históricos necesitan documentarse mucho y también ayuda de quienes encargan el cuadro. Es una misión de nación, porque es un documento histórico, tiene que estar bien documentado, no pueden hacer pura imaginación, sino hacen tonterías.
Cuando pinté el combate de Angamos para el doctor Pons Musso, lo conocí en el Instituto Sanmartiniano allí era miembro de la directiva, además era director del colegio San Julián de Barranco; estaba proyectando un libro referente a la guerra con Chile y me vio con entusiasmo, porque pensó que yo podía hacer los cuadros. Primero eran dibujos, pero lo convencí de que sean cuadros, para que queden para la historia. De todas maneras yo tenía que documentarme y yo recién comenzaba con el óleo, era muy difícil, pero aprendí a ser responsable, tenía que buscar cómo vestían los peruanos, chilenos, los uniformes, los fusiles alemanes y franceses, las botas, cinturones, botones, saber cuántos botones tenían las casacas, todo eso es documentación que no tiene que ver con la técnica pictórica, el cuadro puede estar bien hecho desde el punto de vista pictórico, pero si hay un error histórico van a decir que está mal.

En el cuadro del combate de Angamos el doctor Pons Musso de puro patriota me dijo que ponga una banderita delante del Huáscar, pero la sacan y la ponen dependiendo de si está en la alta mar. La exposición en ínsula, en el aniversario del combate, eran grandes cuadros de tres por dos. Vino un almirante Elías, que era director del Museo Naval y dijo: “¡Qué mal está este cuadro!”. En ese momento sentía que el alma se me iba al piso, me quería enterrar, estaba delante de toda la gente. Dijo que la banderita no debería ir allí. Le dije que pinté sobre la base de la documentación del doctor Pons Musso, porque no soy marina, me documentaba con los partes de guerra, lo estudiamos con el historiador que me encarga el cuadro y tengo que hacer lo que me pide y era para que se entienda que el Huáscar es peruano, era un fin didáctico, para los peruanos que no saben y se quedaron discutiendo con el doctor Pons Musso. Les dije que para mañana la banderita iba a desaparecer, pero a ellos les parecía imposible. En la tarde con dos pinceladas lo borré.
Otro cuadro fue para la Sociedad Fundadores de la Independencia, de la hazaña de Quiñonez. Quien encarga el cuadro era el general Mendoza y me tenía que asesorar históricamente el general Ciriani, era muy creativo y entusiasta. Donde muere Quiñonez es en Quebrada Seca. Él me dijo: “Imagínate los Andes, poco a poco vienes a la selva, pero que parezca una quebrada seca”. Entonces hice los cuatro aviones volando en círculo, todo rápido, urgente, porque tenía que viajar a una exposición en Berlín. Cuando entregué el general exclamó: “Así no fue, está malísimo, ahora, ¡qué vamos a hacer!, ¿quién ha hecho este cuadro?, es un adefesio”. Yo estaba paralizada, porque, desde el punto de vista técnico me había sentido Van Gogh haciendo unas ramas secas. Entonces el comandante me dijo que regrese, porque era un “lío de grandes”.
Me llamaron y dijeron que iba que borrar las montañas, los Andes, el general Mendoza me dijo que la zona de la inmolación era totalmente plana, selva pura, y si había visto la cabeza de los sambitos, la haga así nomás, verdecitas. Como yo había volado en avión ya sabía, en la tarde con una brocha de pared borré el horizonte, pero dije detrás de este cuadro hay un paisaje lindísimo, pensé que algún día alguien lo va a ver. Entonces terminé y al día siguiente el general fue a ver y dijo: “¡prodigio, cómo lo ha hecho, ahora sí, excelente!

(Fuente: http://www.connuestroperu.com/)
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Una figura de leyenda
”NUNCA DEJÓ DE LADO SU VÍNCULO CON LA JUSTICIA…”

Por: Etna Velarde (*)
Cuando el falleció, el 13 de agosto de 1999, todavía teníamos en el poder al fujimontesinismo. Entramos a una etapa de transición a la democracia con el Gobierno de Valentín Paniagua, luego del 2001 al 2006 tuvimos como gobernante a Alejandro Toledo y, actualmente ya llevamos tres años del segundo mandato de Alan García, y en el 2010 se cumplirá el centenario de su nacimiento. Nacio en Arequipa el 15 de Agosto.



En el homenaje a Jorge del Prado están: Gustavo Espinoza,
Etna Velarde, José Luis Ayala, Winston Orrillo y Rita Rojas,
en el "Rincon Rojo" de Mariategui.

 Queridos amigos, tengo el altísimo honor de hacer uso de la palabra para agradecer este  homenaje, en nombre de la familia y enaltecer esta fecha conmemorativa de un nuevo aniversario del nacimiento de Jorge, y ello trae a nuestra memoria el recuerdo imborrable de lo que fue su vida. Cumplo este deber renovando mi fe e identificándome con el espíritu que nos convoca en una tarea sumamente difícil porque es una jornada de inmensidad y mística para comprender y describir al hombre incansable y luchador que fue Jorge.
El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente –dijo un poeta- y ésta fue una norma que caracterizó la vida de Jorge, honrada y digna, nunca resignada frente a la adversidad; su repudio constante a todo tipo de injusticia social y su ilimitada fe en la misión histórica de la clase obrera, hacen de él una figura excepcional, ejemplar, en la historia de nuestro pueblo.
La fuerza de sus ideas nos deja una lección permanente de convicción y perseverancia en los propósitos justos. Y en esta labor no ha estado solo, como dije en un poema, y no lo estará jamás; él está junto a Mariátegui, Vallejo, Huillca, Gamarra, Mohme, el Che; al lado de los que dedicaron la vida entera a la lucha reivindicativa y de todos los que sufrieron cárceles, destierros, y de los que cayeron por el camino y renacerán al calor fraternal y humano del ideal realizado.
Tuvimos el privilegio de escucharlo muchas veces narrar con emoción las diversas etapas de su vida. Nunca dejó de lado la convicción social y el vínculo con la justicia y el bien de los demás.
Es así como describe sus primeras emociones frente a las contradicciones que mostraba la cruda realidad: cuando de madrugada veía pasar frente a su ventana al niño trabajador y lloroso, o en los momentos que le tocó vivir a los 5 años en medio de conflictos sociales, cuando se protestaba por un mejor salario de los obreros en Arequipa, y cuando con asombro y horror, vio a muchos trabajadores muertos regados por las calles de la ciudad. Todo esto lo marcó para siempre. Entonces, las ideas revolucionarias alcanzaban todos los niveles de la sociedad e influían en todos los círculos sociales, intelectuales y laborales. Los hermanos mayores de Jorge no eran indiferentes y se unieron al llamado de conciencia enarbolado por Mariátegui. Innegablemente, también ellos influyeron en la formación de su pensamiento político.
Después Jorge también encaminó su rebeldia de adolescente hacia la vocación por la pintura.
Integró el grupo Revolución e hizo su primera exposición en la sala del diario Noticias. El dinero recolectado en la muestra fue destinado a la publicación del primer número de Amauta. Al trasladarse a Lima con sus padres, ingresó a la escuela de Bellas Artes, donde fue discípulo de Vinatea Reinoso y de Sabogal. Allí también conoció a Carmen Saco, a Camilo Blas, a Marroquín y a mi padre. El vínculo con Mariátegui se fue fortaleciendo, hasta consolidar la relación que ya es historia. Para Jorge, tenía un profundo significado el hecho de que Mariátegui conservara en una pared del Rincón Rojo, frente a su mesa de trabajo, un cuadro pintado por él, titulado “Oración Proletaria”, creado bajo la influencia del muralismo mexicano.
Su espíritu combativo y su obstinación por la reallización de sus ideales no fueron incompatibles con otras cualidades, como la sensibilidad para admirar la belleza de las grandes obras de música y pintura, o para maravillarse con los hermosos paisajes de nuestro país.
Alguna vez me contó que cuando lo llevaban preso a la cárcel de Madre de Dios, junto a apristas y comunistas, encadenados y a pie, llegaron a la parte más alta de los Andes, en la cordillera de Carabaya, y que allí, frente a la inmensidad, su ser fue más libre que nunca para renovar la fe en sus convicciones y proseguir la lucha por la felicidad del hombre en esta tierra maravillosa.
Mucho después, cuando estuvo preso en El Frontón durante 3 años, después de ser juzgado por una corte militar, alternó el trabajo político y organizativo con el de pintura, creando muchos cuadros, que con el tiempo, los destierros y las persecuciones se fueron perdiendo. Felizmente conservamos dos o tres composiciones, resueltas en la técnica de óleo y acuarela. Justamente en la última etapa de su vida estaba preparando una exposición de 32 cuadros. También tenía el proyecto de publicar su biografía, no para alimentar un culto a la personalidad, sino más bien para esclarecer muchos hechos de la historia de la lucha de los trabajadores que se desconocen o han sido tergiversados. Esperamos hacer realidad pronto los tan aspirados sueños de Jorge: la exposición de sus cuadros y la presentación de su libro.
 Lastimosamente, en los últimos tiempos, Jorge sufrió en silencio el olvido político y la soledad personal. A esto se unió, por qué no decirlo, la dificultad económica de la familia, ya que le negaron la jubilación durante los últimos 9 años, durante los cuales ni siquiera pudo tener un seguro de salud. Ahora, a casi un año de su fallecimiento, han aceptado su derecho a recibir una pensión, y se me ha concedido la suma de 145 soles al mes. Pero pensamos que él, en vida, merecía una justa retribución de la patria por 70 años de trabajo dedicados a la lucha por el bienestar y el progreso del país, y por la contribución al desarrollo en el proceso histórico que le tocó vivir.
Alguna vez leí “todo concluye 6 pies bajo tierra”, pero para el hombre con un ideal, allí  comienza; se siembra la semilla, germina y brota; su palabra crecerá dando frutos luminosos para alimentar a los espíritus que forjarán el futuro del Perú.
A nuevos tiempos, nuevos deberes, Jorge lo comprendió así. No basta pensar, es preciso amar y no solo pensar y amar, sino obrar, y no solo pensar, amar y obrar, sino sufrir si es necesario.
Fue la premisa de Jorge y él en la pléyade de los que viven después de morir, seguirá trabajando y seguirá luchando. Su pensamiento vive, se le descubre en la búsqueda actual de la Unidad, se le descubre en el canto del himno más fraterno y universal de los trabajadores, se le descubre en las marchas, en los puños en alto; va en el rojo de las banderas, va en el rojo de nuestros corazones, en la llamada conquistando la historia para la felicidad de la humanidad. Y para terminar, como nunca digamos: ¡viva Jorge del Prado!, ¡viva la lucha de los trabajadores!, ¡viva el pueblo peruano!.

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* Etna Velarde Perales, esposa, compañera y camarada de toda la vida de Jorge del Prado Chávez.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

El mito histórico de Pedro Domingo Murillo


El mito histórico de Pedro Domingo Murillo

Escribe: Guillermo Vásquez Cuentas
Cultural LOS ANDES, Puno 04 nov 2009
José Luís Ayala Olazábal, el más fecundo de los escritores puneños de la actualidad, aquel que parece haber hecho del oficio de escribir una pasión cotidiana, disciplinada e inclaudicable, ha publicado recientemente un relativamente extenso volumen de poco más de 320 páginas en formato “grande” bajo el título “JUAN BASILIO CATACORA. PROTOMARTIR DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA”, que viene a sumarse a las cerca de cuatro decenas de libros que llevan su prolífica autoría. Demás está decir que su lectura, imprescindible para cualquier aficionado a la temática histórica, no solo de Puno sino de los países andinos, suscita una irreprimible ansia de comentar, de decir algo al respecto.

A propósito de esta obra, y con el solo ánimo de procurar al público lector versiones e interpretaciones disímiles sobre algunos de los hechos e informaciones que se tratan en su apasionante contenido, queremos mostrar aquí algo del pensamiento discrepante solo sobre señalados temas que interesan a la historia del Alto Perú, al que Puno perteneció por siglos.

LA FUNDACIÓN DE PUNO
En lo que toca a la tan discutida fundación española de la ciudad de Puno, Ayala mantiene su posición irreducible por el “no-fundación” (desde su memorable intercambio de artículos con el desaparecido Ing. Ignacio Frisancho Pineda) bajo su principal argumento: Está abundantemente probado que el Conde de Lemos no estuvo en Puno el 4 de noviembre de 1668, sino en el Cusco, por tanto, no pudo efectuar fundación alguna. En la p. 66 del libro que motiva este artículo, expresa enfáticamente: “no hubo una ceremonia ni nada parecido a un acto de Fundación Española de Puno” y poco más adelante agrega refiriéndose a los que sostienen la tesis afirmativa, que (esa fundación) “…ha quedado en el imaginario pro hispano”, y propone en seguida que “habrá que hacer una gran tarea pedagógica para borrar ese error e inútil sentimiento de añoranza, extraer desde raíces ese enfermizo síndrome de la colonia. Nada más difícil frente a tantos años de una oscura corriente sostenida por aficionados a la historia y autores de textos de fotohistoria (fotostáticas e historia)”. Terrible.
Sobre el tema, como se sabe, se ha formado una abundante bibliografía generada por autores desde los –que podríamos llamar- “clásicos”, hasta investigadores, articulistas y ensayistas “recientes”. No son pocos los que defienden la posición “sí-fundación”. Entre ellos destaca Rene Calsin quien apoyándose en un dato del historiador Rubén Vargas Ugarte, contenido en su Historia General del Perú (Tomo III p. 317 Ed. Milla Batres, Barcelona 1966), refiere: “Esta fundación ocurrió el 9 de setiembre de 1668 en un marco sangriento y devastador y no el 4 de noviembre como se cree. Tal fundación la concretó en persona el sanguinario virrey Conde de Lemos por medio de una ordenanza cuando fundó la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, cerca al pueblo de San Juan de Puno” (Los Andes, 4 nov 2008).

La controversia está lejos de concluirse. Solo podrá terminar cuando se encuentre (si es que existe) el documento en el que conste la decisión política del virrey de trasladar la antigua San Luís de Alba al lado de pueblo de Puñuy; lo que -sin la parafernalia de un fundación española en forma- constituiría una fundación atípica, pero fundación al fin, del actual Puno por españoles. “El siguiente paso será, entonces, (Dice el historiador Nicanor Domínguez Faura en Rev. Cabildo Abierto Nº 11, Nov-Dic 2005, p.17) buscar la carta en el Archivo General de Indias de Sevilla, o entre los papeles que dejó el jesuita Vargas Ugarte y que hoy se conservan en la Universidad Ruiz de Montoya en Lima”. O en los archivos nacionales de Argentina o Bolivia, agregaríamos nosotros.


PEDRO DOMINGO MURILLO: ¿INDEPENDENCIA O FIDELIDAD AL REY ESPAÑOL?

El libro de José Luís Ayala está dedicado a exaltar, justicieramente, la figura de Basilio Catacora. De paso, resulta exaltando la de Pedro Domingo Murillo, el mismo que con motivo de la celebración de los doscientos años de los actos iniciales de la independencia criolla de la hoy Bolivia, ha sido objeto, no precisamente de conceptuaciones encomiásticas sobre el papel que jugó en esos hechos, sino más bien blanco de crítica y cuestionamiento a su actuación en los hechos del 16 de julio de 1809, anteriores y posteriores a esa fecha.
Los actos subversivos de Murillo y compañía no buscaban en realidad una independencia de España, sino de los franceses que dominaban la corona española cuando el rey Fernando VII había sido desprovisto del mando supremo por ellos.

La constitución de una Junta Tuitiva o protectora, el 16 de julio de 1809 en La Paz, ha sido presentada por los círculos de poder político boliviano durante toda la época republicana, como un hecho libertario de independencia.

Sin embargo, de la mano con la historiografía cabe recordar que en varias ciudades españolas, a partir de finales de 1808, los pueblos ibéricos lucharon y lograron la instalación de Juntas de Gobierno bajo la teoría, ilustrada y tomista de que, preso el Rey, el pueblo recobraba su soberanía y gobernaba. Las Juntas pretendían desconocer a las autoridades francesas impuestas por Napoleón, cuyas fuerzas militares habían invadido España. Las Juntas proclamaban que su constitución era un acto de fidelidad al rey de España Fernando VII, privado del poder y de su libertad.

Llegado el conocimiento de esos hechos a América, las conductas imitativas no se hicieron esperar. Así, entre 1809 y 1810 empezaron a constituirse Juntas con parecidos fines en diversas ciudades del espacio colonial; también como acto de fidelidad al rey cautivo y no como lucha política con objetivos autonómicos o independentistas respecto a España.

Existen publicadas cartas que los “juntistas paceños” dirigieron a las autoridades españolas cuando el movimiento contestatario empezaba a declinar. El historiador boliviano José Huidobro Bellido en su “Relación e Informe del virrey del Perú, D. José de Abascal y Sousa” da cuenta de su análisis de dichas cartas, concluyendo entre otras cosas que “los alborotos del 16 de julio eran el preciso resultado de fidelidad, celo y honor del pueblo hacia la monarquía española” y que “…la Junta de Gobierno de 1809 jamás tuvo connotaciones libertarias y menos independentistas”.

Ese aserto se confirma con determinadas y puntuales alusiones a la fidelidad a Fernando VII, que obran en distintos documentos que se dieron en ese lapso de lucha por el poder colonial:

En el acta de instalación de la Junta Tuitiva fechada el 24 de julio de 1809 (Ayala: Basilio…p.150) ante el Cabildo de La Paz los miembros de la Junta juran “reconocer y obedecer a nombre de nuestro Soberano el Señor Fernando VII, a este ilustre Cabildo, Gobierno, Intendencia y Capitanía General…”

En la Proclama de la Ciudad de La Plata (Ayala: Basilio…p.152) los de la Junta dicen en un acápite: “Ya es tiempo pues de sacudir el yugo tan funesto a nuestra felicidad como favorable al orgullo nacional del español”.

Pedro Domingo Murillo publica el 11 de agosto una Proclama (Ayala: Basilio…p.157) , en la que reflexiona: “La causa que sostenemos, ¿no es la más sagrada?. Fernando, nuestro adorado Rey Fernando, ¿no es y será el único agente que pone en movimiento y revolución todas nuestras ideas?” (¡!).

El 3 de setiembre se publica un Bando en que se reclama al gobierno de Puno por introducir armas y fuerza por Copacabana. “Por tanto –señala- con conocimiento del atentado y autoridades holladas, ha venido este Cabildo Gobernador en determinar con maduro examen, la guerra que debe hacerse a la citada provincia de Puno… y se ordena en sostén de sus respectivas jurisdicciones y representación que esta tienen de nuestro único soberano el Señor Fernando VII, cuya causa invariablemente sostiene este gobierno, ciudad y provincia.”

En días inmediatamente posteriores al 16 de julio de 1809, los alzados elaboran un interesante documento que contiene diez puntos programáticos, al que denominan “plan”, que algunos han dado en llamar “credo político”, otros “Constitución de la Junta Tuitiva”, y algunos exageradamente “Estatuto Constitucional”. Suscrito por los “representantes del pueblo” Gregorio García Lanza, Basilio Catacora, y Buenaventura Bueno, el escrito contiene propiamente un petitorio mediante el cual se dirigen al las autoridades coloniales encabezadas por el Cabildo, pidiendo que “en el acto y sin oposición alguna se realicen todos los artículos que contiene esta solicitud, por dirigirse en beneficio de los intereses de nuestro adorado Monarca el Señor Fernando Séptimo…” (Ayala: Basilio… p. 224) Más adelante se registra sin empacho: “Este proyecto (o sea el “Plan”) se halla apoyado en el sistema de nuestra amada península”, y que sus “diez artículos se dirigen a la defensa de la patria, sagrados derechos de la religión y de la corona”.

Sobre los anteriores datos, los historiadores hispanos, criollos y pro-criollos, esgrimen el argumento de que en el fondo de esos documentos residía el propósito táctico, escondido, disimulado, de los alzados, de lograr la “verdadera” independencia y que las frases de lealtad al “amado” rey Fernando VII eran pura máscara. Obviamente no fue así pues los hechos habrían sido distintos, y si hubieran sido como se dice, puro disimulo, los “protomártires” habrían contrapuesto ética y política, lo cual no sería sino la legitimación de la mentira, del fraude, del engaño, de la vergüenza.

En definitiva y a la luz de los documentos citados, no es arriesgado afirmar que el objetivo buscado por los alzados parecería ser ganar posiciones en la estructura del poder colonial, con todas las ventajas -de todo tipo- que ello aparejaba en esa época histórica del Alto Perú.


TRAS LAS HUELLAS DE MURILLO

En 1781 se produjo la gran rebelión de Tupak Katari. Además de los españoles, los criollos y algunos “caciques” se unieron para combatirla hispanos. Los españoles o hijos de españoles nacidos en tierras americanas, eran como se sabe, los “criollos”. Tan pronto cómo el poder colonial español entró en crisis de legitimidad, los criollos se erigieron como pieza de recambio, manteniendo la dominación sobre las masas indígenas. Criollos e indios nunca tuvieron (ni las tienen) coincidencias estratégicas. “En la rebelión de 1781 no había criollos y en la revolución de 1809 no había indios”.

Las coincidencias eran puramente tácticas y partían del descontento, aunque distinto, de unos y otros frente al poder colonial. Ambos querían ver suprimida la dominación política de aquellos a los que ya se consideraba como extranjeros. Las diferencias no eran fáciles de salvar: Los criollos no tenían caudillos carismáticos; los criollos no estaban dispuestos a obedecer a un líder indio; la lucha indígena podría dirigirse también contra ellos; los intereses económicos y sociales de ambas partes estaban en conflicto.

En los sucesos del 16 de julio de 1809 los indígenas no participaron porque no era “su” causa y porque los criollos soliviantados no les franquearon sino mínimos canales de participación. En el punto Noveno del “Plan” o “Credo” Político, antes mencionado, se pide al pueblo que “se reúna el congreso representativo de los derechos del pueblo indio noble de cada Partido de las seis subdelegaciones que forman esta provincia de La Paz, cuyo nombramiento (como que eran personas con capitis diminutio) se hará por el subdelegado, cura o cacique de las cabezas de cada Partido (equivalente a la actual Provincia). Uno solo (Ayala: Basilio…p.158) apellidado por coincidencia como Catari, “asistía vestido de inca a las sesiones de la Junta Tuitiva…”. A él se sumaron unos cuantos caciques interesados en seguir explotando a los suyos en alianza con criollos y chapetones.

Estudiosos bolivianos (Documentos para la revolución de 1809, editado en 1954, La Paz), precisan que en la insurrección de Tupak katari hubo un tal Juan Ramón de Loayza, en ese entonces comandante de las fuerzas realistas en los Yungas. Pedro Domingo Murillo fue capitán de su primera compañía de fusileros. Murillo aparece también como ayudante mayor en la expedición de Reseguín para romper el cerco de la ciudad de La Paz. Posteriormente se le señala como guardián en la prisión de Tupak Katari. Se dice que “Pedro Domingo Murillo nunca tuvo empacho en reivindicar su actitud contra la revolución katarista. En sus declaraciones ante autoridades españolas indica ser “constante los servicios que tengo hecho en defensa de la corona y la Patria desempeñando los cargos de oficial.”

Como es de verse en esos documentos, Pedro Domingo Murillo ratifica estas declaraciones al manifestar él mismo en su manifestación: “…En este campo de las Peñas según los papeles presentados logré la satisfacción de ser uno de los comisionados para el prendimiento de los Quispes y demás Coroneles, estar al reparo de las guardias en la prisión de Catari y otras que se fiaron a mi cuidado conociendo mi amo al servicio y el esmero y anhelo con que (desempeñé) mis funciones”.

“Durante la rebelión katarista (1781-1782) fue enemigo acérrimo de los indios, (Luís Roca García, dixit) luchando en el bando realista como fiel servidor del Rey de España y de la patria peninsular. En estos hechos de armas obtuvo los grados de Teniente, Capitán y Coronel por el celo demostrado en destrozar al bando enemigo. Se destacó, principalmente, en peligrosas misiones contra el ejército indio, habiéndosele encomendado por ello el apresamiento de los líderes aymaras una vez consumada la derrota del ejército aymara. Cumplió esa misión arrestando a varios caudillos, entre ellos Quispe y Mullupuraka. Fue carcelero de Tupak Katari”... “Organizó un poderoso equipo de mercenarios para combatir a los alzados que buscaban su emancipación. Trasladó familias españolas a Cochabamba; persiguió a los infelices indios que huyeron a los Yungas. Usó y abusó de sus ilimitados poderes al servicio del yugo español”.

Hay mucho, mucho más sobre la entraña anti-india de Murillo, pero pensamos que bastan esas citas para conocer así verdadero Pedro Domingo Murillo injustamente nombrado “Protomártir de la Independencia Americana”, nada menos.

¿MURILLO TRAIDOR?

Pedro Domingo Murillo ha recibido altas distinciones, honores y homenajes en Bolivia. Aquí se le han erigido monumentos, se ha bautizado con su nombre a innumerables escuelas, plazas y calles. “con su efigie se ha sellado el papel moneda e impreso las banderas bolivianas, hablando de sus virtudes se han realizado asonadas y golpes de cuartel”.

Pero los trabajos históricos actuales y actualizados, hacen notar la improcedencia e injusticia de tales consideraciones.

El escritor boliviano Alcides Arguedas, en su “Historia General de Bolivia”, ya había tildado de traidor a Pedro Domingo Murillo. Ahora hay muchos alcances sobre este tema y en igual sentido. Al respecto solo citaremos la opinión del historiador Humberto Vazquez Machicado (“Manual de Historia de Bolivia”, Ed. Gisbert. La Paz, Bolivia.1958.) quien dice lo siguiente:

“El 25 de septiembre (de 1809) hubo una pequeña tentativa de rebelión, el 30 se disolvió la Junta Tuitiva y Murillo quedó con todo el poder en sus manos. El 1º de octubre escribía secretamente a Goyeneche poniendo a sus órdenes su persona y las tropas de su mando… Dos emisarios de Goyeneche: Pablo Astete y Mariano Campero fueron recibidos solemnemente y el 6 de octubre se convino la reposición de las antiguas autoridades, entrega de armas, etc. Incluso Murillo depuso su autoridad en manos de Campero, quién se la devolvió hasta que Goyeneche dispusiera lo conveniente. Apenas acordado esto, algunos intransigentes no estuvieron conformes, entre ellos sobre todo, el cura Medina, resolviendo resistir. Debido a su conducta Murillo fue apresado por los mismos rebeldes el 12 de octubre, tachándolo de traidor a la causa, pues los había vendido a los edecanes de Goyeneche…”


EPÍLOGO

Se ha llegado a decir que mucho de lo escrito acerca de los revolucionarios” del 16 de julio de 1809, son armazones de mentiras. Los hechos desencadenados desde esa fecha y su secuela están cada vez en cuestión entre los estudiosos bolivianos. Ronda alrededor de la historia oficial y de la oficiosa, las acechanzas de la labor de investigación de jóvenes historiadores que recogiendo lo antes hicieron sus predecesores intelectuales, han empezado a desmitificar a Murillo.

Debemos dejar aclarado que en los estudios consultados, para beneplácito de los puneños, no hay señalamientos negativos a la trayectoria de Basilio Catacora. Pudo estar y estuvo junto a Murillo en los momentos álgidos del levantamiento criollo; pudo ser y fue condiscípulo de Murillo en las universidades de Cusco y Chuquisaca; ambos laboraron al alimón en los tribunales de justicia, seguramente compartieron sentimientos e ideas, pero no estuvieron revueltos en conducta común alguna como aquellas que desdibujan gravemente la imagen de Pedro Domingo Murillo.

A la luz de los nuevos estudios, la asociación de Murillo con Catacora, es harto desfavorable para la memoria de éste. Por ello, la tarea de sacar a luz las verdades históricas que los interesados en mantener la dominación cultural ocultan, está pendiente. Debe ser obra de los americanos, no solo de los bolivianos, ni de los peruanos puneños.

Toca a los jóvenes intelectuales de hoy llegar a los archivos documentales, hurgar e indagar en ellos los hechos tal como ocurrieron, para liberarnos de la mentira, el peor cáncer de la historia.

http://www.losandes.com.pe/Cultural/20091104/29644.html